Las palabras de Ginebra me dolieron profundamente. Era lo que esperaba, aunque llegue a imaginar algo peor, pero el resultado era el mismo: Ginebra me estaba rechazando. Lo miré alejarse por ese espacio entre las columnas flotantes y desaparecer.-¿Estas bien?- me preguntó Zamasu.
-Estoy bien- le dije, pero mentí.
Los Zen Oh Sama me pidieron que jugará con ellos, pero en lugar de eso les di algo para que hicieran burbujas de jabón. Les enseñe cómo y les pareció divertido. Merlot se acercó y me susurro al oído que él se encargaría de los Reyes De Todo. Así yo pude volver a mi mundo y sentada en ese columpio me puse a llorar. Está bien no es muy digno de contar, pero es que no podía evitarlo. Su rechazo fue tan duro y frío que sentí una parte de mi corazón se quedaba congelada. Las lágrimas cain por mis mejillas e iban a dar allá a mi regaso desapareciendo en la tela de mi pantalón. Comencé a balanciarme suavemente y pronto tome fuerza y velocidad. Las cadenas oscilaban mientras más y más fricción causaba ese vaivén. Por fin salí medio volando y fui a caer, de manera violenta, de rodillas sobre el suelo. Me quedé ahi, abrace mis piernas mientras veía mis rodillas lástimadas y lloré más. Puede parecer ridículo, mas para mi fue igual o semejante a que una persona muy estimada me sacara de su vida de un momento a otro, sin ningúna explicación.
Estaba muy triste y tras unas horas recordé que el Gran Sacerdote también se veía algo triste, alicaido y algo apático; abatido. Pensé en llamarlo y preguntarle qué le ocurría, pero seguramente tenía que ver con la chica misteriosa que tanto le cautivo u robo la serenidad. Se hizo de noche en ese lugar y hacia frío cuando alguien puso sobre mis hombros una manta suave y cálida. Ahí estaba Merlot sonriéndome. Se sentó a mi lado materializando un pañuelo con el que me seco las lágrimas. La forma tan ceremoniosa con que hizo aquello me saco una sonrisa leve y él correspondió de la misma forma.
-Asi está mejor- me dijo- Tiene unos ojos muy bonitos como para llenarlos de lágrimas...
Cuando estoy triste me gusta que me abracen. Más que cualquier cosa, que me abracen siempre me calma. Me refugie en los brazos de Merlot y me quedé ahí en silencio mientras recordaba las frías palabras de Ginebra. Si lo pensaba bien, tampoco buscaba su reconocimiento ¿Qué esperaba de ellos? Nada realmente. Encontrarme con el rechazo de Ginebra fue doloroso, pero encontré también el afecto de Merlot y quedarme con eso era lo mejor que podía hacer, pero entonces me surgió una duda...
-Merlot...
-Digame...
-¿Cómo entras aquí sin mi permiso?- le pregunté mientras me acomodaba entre sus piernas, acomodando la espalda contra su pecho.
Tiene sus ventajas ser pequeña en estatura. Los brazos de Merlot me rodearon y apoyo su menton en mi hombro para decirme casi en un susurro:
-Tecnicamente, esta es mi cuna...
Bueno eso era verdad. Me sonreí y el me dio un beso en la mejilla. Eso me vergonzoso un poco.
-No se preocupe, su naturaleza es cuestionar y no aceptar lo establecido- me dijo.
-¿Te refieres a Ginebra?-le pregunte.
-Si y mi naturaleza son los...
-Sentimientos- dije terminando su oración.
-Asi es...y la amo a usted, mi diosa.
Fue una declaración tan directa que di gracias que estuviera a mis espaldas. Me tomó la mano para llevarla a sus labios y besarla. Era algo incómodamente agradable que me alivió la tristeza. Él tenía razón. Ginebra era cuestionamientos, pasión, rebeldía; pero también sentimientos. Sus emociones eran muy intensas, por eso como ángel guía fracaso en mi historia. Él sentía profundamente y tal vez estaba muy herido al descubrir quién era realmente. Esto me llevó a pensar en el Gran Sacerdote, pero llorar me agotó y terminé por dormirme sin acabar mis cavilaciones.
Al despertar estaba oscuro y me descubrí aún en brazos de Merlot quien no parecía estar incómodo. Me pregunte ¿Cuántas horas llevaría así, en esa posición? Me sonrió gentilmente y la verdad era tan confortante que invitaba a quedarse ahí.
-Han pasado seis horas desde que se durmió- me dijo-¿Tiene hombre?
-Un poco...
-Yo me encargaré de eso, después de todo soy su asistente- me dijo.
Me levanté para ir a un pequeño estanque que había en otro de los jardines interiores del palacio. Cambié mi atuendo y salte al agua para nadar un poco. Amo nadar, lo he hecho desde muy pequeña y hubo un tiempo en que lo practique como deporte,pero ya hace mucho de eso. Pero cada vez que puedo nado un poco. Todo iba bien hasta que salí a la superficie, aun no me levantaba de la orilla del estanque cuando oí:
-Buenas noches Salieri...
Di un grito y no pueden culparme. Para empezar no sabía cómo el Gran Sacerdote entró en mi mundo, sin mi consentimiento y otra cosa era que mi atuendo no era muy apropiado para estar delante de él o al menos para mi era así. Para colmo me miraba con una expresión de curiosidad bastante intensa.
-Al parecer puedo entrar aquí a mi voluntad ahora- me dijo algo serio- Creo que tenemos una especie de conexión psíquica ahora.
-Eso no me hace muy feliz- le dije poniéndome de pie, ahora con un vestido.
-Ni a mí-me dijo- Me cuenta una historia...quiero dormir... realmente lo necesito.
-Claro, pero...
-Aqui está bien- me dijo y se sentó en el suelo.
Estaba más distante; lejano. Su sonrisa no había desaparecido y se veía menos erguido de alguna forma. Iba a preguntarle algo respecto a las ideas que había tenido cuando Merlot apareció.
-La comida está lista- dijo en una actitud bastante incisiva.
-Ella está ocupada ahora-le señaló Daishinkan.
-No ha comido nada en todo el día- le dijo Merlot.
-No le tomará más de veinte minutos, cuando mucho- señalo el Gran Sacerdote.
-Mi deber es velar por ella y debe comer algo o enfermara.
-Ella no enfermara a menos que así lo piense-le indicó Daishinkan.
-Pues su ánimo no es el mejor precisamente por estarlo atendiendo a usted-le dijo Merlot.
-Retirate por favor, Merlot- le ordenó el Gran Sacerdote, con bastante tacto.
-Con todo respeto usted no ya no me da órdenes- le dijo Merlot sujetando mi muñeca- Yo sólo acepto las órdenes de ella.
Daishinkan arqueó una ceja y Merlot se sonrió al besar mi mano, en cuanto a mi, bueno mi atención estaba puesta en Ginebra que acababa de llegar con los Zen Oh Sama. Me miró con sus ojos de filoso cristal de amatista y yo sólo le sonreí gentil, algo que no parecieron ver bien ni el gran sacerdote ni Merlot.
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Cuentos para Daishinkan
Fanfiction¿Te has preguntado de que te enamoras realmente? Te lo diré: te enamoras de la idea de... ¿te has preguntado que es un personaje? Te lo diré: una idea. ¿Te has preguntado si una idea puede amarte?