"Yo no soy una almohada"Pensé al verlo dormir en mi regazo, pero estaba tan profundamente dormido y relajado que no me atreví a despertarlo. Se le veía tan cansado todo el tiempo que realmente empezaba a preocuparme. Su estado escapaba a la normalidad por mucho y me costaba creer que se relacionara solamente a la admiración que sentía por una de mis lectoras. Tenía la sensación de que había algo más y quizá, mucho más complicado. Le pedí a Ginebra que lo levantara con cuidado para llevarlo a un lugar más cómodo donde pudiera descansar. En el medio del lago levanté una habitación con arcos de piedra en lugar de muros y cortinas blancas que permitían el paso del aire fresco. Puse una cama agradable para que lo recostaran y como desde mi punto de vista dormir con zapatos es una tortura se los quite, lo mismo el cinturón. Ni siquiera parecío notarlo. Realmente estaba dormído y me pregunté si no temía a que lo mataramos o algo así.
-Pueden irse- les dije Merlot y Ginebra- Este lugar es seguro. Aquí no puede hacer nada a menos que yo se lo permita.
-Bueno en ese caso, yo volveré con los Zen Oh Sama -dijo Ginebra.
-Yo me quedo- dijo Merlot.
Estaba apunto de decirle que no era necesario cuando los Zen Oh Sama aparecieron en el lugar.
Volaron directamente hacia mi y se me treparon encima. Estaban algo asustados creo, por lo menos se veían alterados.-Salieri, Salieri hay un fantasma en el palacio- me dijeron a dúo.
-¿Un fantasma?- les cuestioné.
-Si, está en una de las habitaciones y se queja y gime como si estuviera siendo atormentado- me dijo el Zen Oh Sama del futuro.
"Es la última vez que les cuento una historia de fantasmas y monstruos"
-No hay fantasmas en el palacio- les dijo Ginebra amablemente.
-Pero yo lo oi- dijo uno.
-Y yo también los oí- apoyó al otro- Queremos que Daishinkan vaya a ver.
-Él no puede ahora,esta descansando- les dije- Pero los muchachos y yo podemos ir a ver.
Con lo de los muchachos me refería a Ginebra y Merlot. No me pareció que fuera peligroso dejar a Daishinkan en mi mundo, descansando, así que partimos rápidamente al palacio.
Al llegar no notamos algo inusual, pero cuando los Zen Oh Sama nos señalaron la habitación, oímos algo así como un lamento y pues todo mi valor bajo al piso. Los Zen Oh Sama estaban sujetos de mi, yo me aferré al brazo de Merlot que era el que estaba más cerca. No me gustan los cuentos de fantasmas, ni monstruos, ni criaturas horrorosas ni asesinos psicópatas, ni...Bueno ya entendieron. La cosa es que tenía algo de nervios, no miedo, sino nervios y quizá solo un poquito de miedo.-Tranquila- me dijo Merlot con una sonrisa- Yo la protegeré...
Eso me dejó más nerviosa de lo que ya estaba. El lamento volvió a escucharse y esta vez Ginebra ingresó en la habitación con cierta cautela. No había alguien ahí sólo unos muebles o algo semejante y claro el lamento dolorido de una voz masculina, que provenía de una cosa colgada en la pared, una especie de espada que el ángel descolgó para ver con atención.
-Hay alguien aquí dentro- señalo Ginebra.
Desde que llegué no lo había visto y me había preguntado que pasó con él, por un presentimiento dije:
-¿Za-ma-su?
Un murmullo me respondió desde el interior de la espada, aunque no entendí que dijo, fue obvio para todos que se trabaja de él. Nos miramos como preguntandonos que hacer y entonces Merlot me dijo que lo sacara de ahí.

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Cuentos para Daishinkan
Fanfiction¿Te has preguntado de que te enamoras realmente? Te lo diré: te enamoras de la idea de... ¿te has preguntado que es un personaje? Te lo diré: una idea. ¿Te has preguntado si una idea puede amarte?