Uno

2.4K 129 48
                                    


Recuerdo que mi hermano puso unos capítulos de dragón ball sólo porque no tenía nada que hacer y quería ver la serie. Siempre a sido un fanático de dicho anime. Mientras veía los capítulos del torneo entre el universo seis y siete, los recuerdos de mi aventura en ese mundo venían a mi cabeza.

Habían transcurrido varios meses y cumplí mi trato con Bills cuando escribí "Eres mi mascota",,. pero aún no sabía cómo llenar las páginas en blanco de Zamasu. Tenían varias ideas, pero no muy elaboradas.
Se me había hecho costumbre llevar ese collar con mi mundo al cuello. A veces lo tomaba entre mis dedos para contemplarlo y así lo hice mientras caminaba por el pasillo de la cocina a la sala, con una bandeja con papas fritas, aquel día.

Volví a mi habitación cuando mi hermano apagó el televisor y me recosté en la cama un momento, pero recordé que debía inyectarme la insulina y me levanté. Fue cuando un círculo de luz se dibujó bajo mis pies mientras el collar ámbar y turquesa brillaba. Un segundo después caí a través de él por varios minutos hasta que la luz del sol y el cielo me cegaron. Me cubrí los ojos cruzando los brazos sobre mi rostro y me giré de cara al cielo. Mi caída era veloz, pero podía distinguir el lago y aquella construcción en forma de jaula. Había alguien ahí. No podía ver quien era, pero estaba segura era alguien que ya conocía. Descendí suavemente cerca de aquel lugar y caminé sobre el agua, que se cristalizada a mi paso, mientras agudizaba la vista para ver de quién de trataba. Pensé reconocerlo y lo llamé animadamente:

-¡Daishinkan!-le dije y el volteó a verme.

Quede estupefacta al encontrarme de frente ante Merlot. Ahí estaba tal y como lo imaginé en aquella otra historia. Con su túnica azul y su cabello hasta el hombro, pero tomado en una cola a la altura de la nuca y esos flequillos a los costados de la frente. Me miró con una sonrisa dulce y distante, luego me dijo:

-Supongo que usted es la señorita Salieri- yo dije que sí con la cabeza, todavía incapaz de digerir lo que estaba viendo- Encantado de conocerle, mi nombre es Merlot y seré su ángel guía durante su estancia en este mundo. Su mundo según tengo entendido.

No sabía que decir. Lo miraba de pies a cabeza y de cabeza a pies, mientras él inclinaba la cabeza levemente para saludarme.

-Gracias- fue todo lo que escapó de mi boca después de un rato.

Desde que vi el círculo de luz a mis pies, supe que iría de vuelta al mundo de dragón ball, pero no imaginé encontrar allí un personaje de mi creación. Me hablaba con tanta naturalidad que si no hubiera estado en conocimiento de quien era, simplemente me hubiera resultado un ángel como cualquier otro.

-Acompañeme por favor-me dijo- Mi padre le está esperando.

-¿T-tu.. tu padre?-le cuestione.

-Sí, mi padre, el Gran Sacerdote. Él me pidió que la trajera de vuelta. Últimamente a tenido algunos problemas y dice usted puede ayudarlo- me explico con calma-Tomé mi mano por favor.

La tomé. Estaba algo fría y me dió una sensación muy extraña hacer eso. No podía quitarle los ojos de encima a Merlot. Mientras me guiaba a los aposentos del Gran Sacerdote iba en silencio, pero a ratos me miraba y se sonreía. Yo no dejaba de hacerme dos preguntas. La primera era como llegó Merlot ahí y la segunda era por qué llamaba padre a Daishinkan, pero no me animaba a preguntarle a él. Se me hacía tan extraño.

Por fin llegamos a la habitación de Daishinkan. Allí estaba él. Recostado en una gran cama, con la espalda apoyada en una almohada blanca y a la vista bastante suave. En esa cama podían dormir unas seis personas fácilmente, pero allí estaba solo Daishinkan y de alguna forma de veía más pequeño. Estaba algo despeinado y visiblemente cansado. A su lado había otro ángel, uno alto como Whis, pero más bello. Es que yo lo dote de una belleza sublime y una cabellera tan larga que alcanzaba sus tobillos. Se peinaba hacia atrás y tenía una cicatriz que le cruzaba el rostro horizontalmente, pasando sobre su nariz. Llevaba una túnica verdosa. Me miró y casi se me cortó el aliento y cuando me sonrió mi corazón dió un brinco. Me sentí algo avergonzada ¿Sabria él quien era yo? Prefería que pensaran eran hijos de Daishinkan.

-Bienvenida señorita Salieri- me dijo el Gran Sacerdote- Me alegra verla, aunque lamento que sea en estas condiciones.

-¿Qué le sucede?- le pregunte sin quitarle los ojos de encima al ángel a su lado.

-Es una larga historia. Por cierto él es Ginebra- me dijo Daishinkan refiriéndose a ese ángel.

-Encantado de conocerla, señorita Salieri- me dijo Ginebra- Me han hablado mucho de usted.

-¿Sí?...¿Y qué te han dicho?-le pregunté con cierta timidez.

-Merlot, Ginebra denme un momento a solas con la señorita- les pidió el Gran Sacerdote.

Ellos asintieron y dejaron el lugar cerrando tras de sí la puerta. Daishinkan me miró entonces, como examinanme, luego sólo me sonrió.

-Imagino que está algo confundida. Bueno yo también lo estaba al principio- me confesó- Todo empezó justo después de que usted se fue. Verá...desde entonces no puedo dormir.

-¿Usted duerme?-le cuestione.

-Todos lo hacen señorita Salieri, solo que de formas distintas y por razones diferentes. Los ángeles dormimos también, aunque no de la forma convencional- hizo una pausa - Sucede que yo no logró hacerlo desde que usted se fue- me dijo algo acongojado por la situación-  En mis desvelos he estado leyendo bastante y la he leído bastante a usted...

-¿Gracias?-dije mientras levantaba una ceja.

-Me gusto "Insensible"-me dijo y luego se cubrió la boca para bostezar.

-Gracias, pero ¿Por qué me hizo venir aquí?- le pregunté al fin-¿Y qué hacen, en este lugar, Merlot y Ginebra?

-Los materialice sin proponermelo- me dijo- Cosas muy extrañas suceden cuando no duermo bien. Entre ellas la creación involuntaria. Como leía sus historias...Bueno creo que ya entendió. Les dije que soy su padre porque no estaba seguro de como explicarles lo que son realmente.

-Entiendo- murmure y la verdad yo tampoco estaba muy segura de cómo explicar algo así- ¿Bueno y que tiene que ver el que no pueda dormir conmigo?

-Que es usted quien me roba el sueño-me dijo con una sonrisa- Con sus historias y creí que podía hacerme dormir con alguna de ellas.

-¿Me trajo para que le cuente cuentos?

-Sí, pero sin juegos está vez y sin condiciones. Por favor inténtelo. Ya no se que más probar y realmente necesito descansar al menos un momento-me dijo.

Lo miré. Realmente se veía cansado. Me subí a esa cama para llegar a su lado y le pregunte si estaba bien que lo tocará. Sucede que mi madre me hacía dormir peinando mis cabellos con su mano mientras, me cantaba y yo hice lo mismo. Comencé a pasar mis dedos por esos plateados cabellos, que eran muy sedosos, mientras murmuraba una canción pensando que historia contar, pero mis pensamientos los ocupaban también Merlot y Ginebra. Ellos eran mis creaciones y enfrentarlos me asustaba bastante.

Cuentos para DaishinkanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora