-Por favor ya no lloré- me dijo Daishinkan cuando una llovizna suave empezó a caer desde el follaje- Al menos no aquí, no olvide que no está sola y podría traer consecuencias.-¿Consecuencias? ¿Cómo mis historias que los hacen sentir mal?- dije y otra vez lloré.
No hacia un escándalo ni nada, pero las lágrimas no dejaban de salir.
-No estoy molesto por su historia- me dijo Daishinkan.
-¿No?-le pregunté entrando en calma.
-He visto unas realmente aberrantes, en comparación, la suya no es tan mala- dijo apático.
No sé que pretendía con eso, pero me pregunte si acaso quería hacerme sentir peor porque eso logró.
-Yo no estoy molesto por sus historias- me dijo Merlot levantando mi rostro con sus dedos- Sin ellas, yo no existiría. Ahora es cierto que sufrí bastante, pero eso hace todo aún más real en cierta forma. Dudo mucho que en su mundo exita una vida excepta de sufrimiento. Nosotros padecemos porque ustedes padecen. Nosotros y los mundos que crean los humanos somos sólo reflejo de su mundo, pero teñido con fantasias. Una extensión de su realidad hacia un campo más allá de lo físico, que queda impresa en el imaginario colectivo entregándonos una sutil existencia, basada en la interpretación de cada individuo.
Lo miré nada más mientras el limpiaba mis lágrimas con sus suaves manos. No estaba segura de entender bien a que se refería en ese momento.
-Yo ya no le pertenezco- continúo Merlot- En el momento en que abrió la puerta de su imaginario y me expuso a todos, mi historia tomó relevancia y me dejó en libertad. No llore por mí o por Ginebra, mucho menos por el Gran Sacerdote...
Esas palabras me hicieron pensar y no sólo a mí, también a Daishinkan e incluso a Ginebra. Le sonreí y cuando miré al Gran Sacerdote ví como sus piernas colapsaban. Logramos sostenerlo lo suficiente para que recuperara el aplomo, pero no se veía nada bien.
-Estoy cansado- me dijo- Muy cansado, por favor...sólo un momento. Necesito dormir.
Estaba tan extenuado que Merlot no se opuso a que descansara en mi regazo en esa oportunidad, aunque tampoco nos dejó solos. Iba a contarle una historia cuando él simplemente se durmió profundamente. Murmuraba palabras sueltas en el idioma de los dioses.
-Creo que sería mejor llevarlo a un sitio más cómodo donde pueda descansar- me dijo Merlot dándome la mano, para ayudarme a ponerme de pie.
-Yo lo haré- le dije y lo envíe a una cama en una habitación diseñada para descansar, pero continúe pensando en que había una gran diferencia entre él y Merlot.
-¿Qué sucede?- me preguntó el ángel.
-Nada...tengo hambre eso es todo- le dije y no mentía.
-Acompañeme y tú deja de estarte escondiendo, Ginebra.
Al decir eso miró hacia el corredor de árboles florecidos y desde allí salió el aludido. No noté que estaba ahí hasta que Merlot lo señaló y eso me hizo sentir algo boba, pues se supone que ese lugar era mi mundo y debía ser capaz de detectar a los intrusos, pero resulta que esos dos no eran intrusos ahí. Recordé eso en ese momento y me sonreí, pero Ginebra malinterpreto aquello. Me devolvió una mirada de puñal.
-No la mires así. Muestra respecto a quien debes tu existencia- le señaló Merlot.
-No hace falta que...-murmuré algo avergonzada.
-Por supuesto que hace falta. No me gusta como la tratas, la pones triste y eso me molesta- le dijo Merlot y no supe que decir a eso o como reaccionar.
Era como cuando te cantan en tu cumpleaños. Jamás sabrás que cara poner.
Ginebra me miró con seriedad y caminó hacia mí con una actitud algo altanera. Era tan alto y esa cicatriz en su rostro le daba un carácter muy especial, había en sus ojos menos hostilidad que antes, pero seguían siendo fríos.
-No era mi intención espiarlos- dijo en tono de disculpa.
-Esta bien- le dije bajando la mirada.
-¿Les importaría si me quedo a comer?- nos pregunto.
Y fue una comida en la que por poco me da una úlcera. Merlot no le quitaba los ojos de encima a Ginebra y este me veía a ratos con una expresión entre la curiosidad y la rabia. Apenas si podía tragar bajo esos ojos tajantes, que me parecían querer atravesar y yo ahí, sin mover un músculo que no fuera estrictamente necesario. Ninguno hablaba. Al fin no aguanté más y me levanté de la mesa cortésmente para alejarme rápido antes de que alguno me preguntara a donde iba. Terminé en la habitación donde deje al Gran Sacerdote, pero de ahí salí a un pequeño jardín donde había una banca en la que senté. Un cuarto de hora después estaba recostada allí medio durmiendo cuando una caricia en mi mejilla me obligó a incorporme, para encontrarme con Merlot que tenía una sonrisa amorosa en el rostro. Me ofreció un prendedor para mi cabello, supuse que a raíz de de ese mechón que se me viene sobre el rostro cada vez que inclinó la cabeza. No me dijo nada y mientras yo me ponia esa mariposa de cristal azul en el cabello,él sólo se sentó a mi lado.
-Tal vez usted también debería descansar un poco- me dijo después de un rato- Yo vigilare que todo esté bien.
Estuve de acuerdo y apoyé mi cabeza en su hombro para entregarme a un sueño profundo que despejó mi mente, pero desperté abruptamente a raíz de un estruendo y una fuerte ráfaga de viento en la que me sentí atrapada. Abrí los ojos y estaba en los brazos de Ginebra que miraba con desconcierto hacia abajo mire también y ví a Daishinkan luchando con Merlot, entonces vi hacia donde lo había dejado dormido y hay estaba también algo desorientado. Había dos Daishinkan. Un ataque de energía se estrelló contra la barrera de energía que creo Ginebra y entonces caí en cuenta de que ¿Me estaba protegiendo? Bueno eso me alegró, pero en ese momento había algo más relevante que solucionar así que simplemente borre al segundo Gran Sacerdote, que asumí era otra de sus materialización involuntarias, para luego ir con el original. Le pregunte si estaba bien, pues estaba ligeramente consternado y sólo me miraba fijamente o eso creía.
-¿Daishinkan me está escuchando?- le pregunté y él solo dió unos pasos hacia mí.
Lo ví apartar las manos de su espalda y extenderlas a los lados como si quisiera abrazarme mientras sonreía de una forma amable. Realmente amable, no como la mueca escalofriante que trae siempre (bueno a mi me da algo de miedo esa sonrisa perpetúa que no tiene más motivación que verse gentil y calmado)
-Me alegra verla -dijo en voz muy baja- Hace tanto...que quería hablarle.
No sé porque, pero tarde en darme cuenta de que estaba dormido y en realidad no me veía a mi. Senti una sensación muy incómoda y cuando pareció querer cerrar sus brazos entorno a mí, le di una bofetada que lo saco de su letargo.
-¿Qué sucedió?-preguntó mirando a su alrededor.
-Que ahora es sonámbulo- le dijo Merlot parandose entre él y yo.
-Gran Sacerdote, esto no puede seguir así- le dijo Ginebra.
-No...No puedo seguir así- musitó Daishinkan y me miró.
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Cuentos para Daishinkan
Fanfiction¿Te has preguntado de que te enamoras realmente? Te lo diré: te enamoras de la idea de... ¿te has preguntado que es un personaje? Te lo diré: una idea. ¿Te has preguntado si una idea puede amarte?