La cena, si a eso se le puede llamar cena, fue un tanto peculiar. Todo iba bien, nada raro salvo por la comida, pero ya me había habituado a comer cosas extrañas ahí, además le daba sabor a pollo a todo lo que se me hacia semejante a la carne. Los Zen Oh Sama y sus cosas, Daishinkan ahí parado viendo todo tan distante como siempre, con un ligero matiz de reflexión a la vez que indiferencia. Tal vez pensaba en esa muchacha, cómo iba yo a saberlo. La verdad ya no me importaba. Tal como Daishinkan lo dijo, era cosa de él nada más. Durante la comida, a Zen Oh Sama se le ocurrió que contará una historia y pues no podia negarme."Había una vez, en el alto firmamento una estrella llamada Hiperión que se enamoró de una muchacha humana que le gustaba ver las estrellas. Cada noche la joven miraba al cielo con ojos soñadores preguntandose si las estrellas la veían a ella también y cada noche Hiperión veía la Tierra preguntandose si esa jóven lo veía a él nada más..."
Daishinkan me miró al escuchar esa última parte.
-¿Y lo miraba a él?- me preguntó Zen Oh Sama.
-Ella miraba al universo entero, tanto como sus ojos le permitían ver- le respondí con calma- Y en ese universo, Hiperión era un Lucero. Una estrella grande, majestuosa, cuyo fulgor se ganaba, inevitablemente, más de una mirada y la joven no era la excepción. Ella fijaba en Hiperión sus ojos de tanto en tanto...
-¿Fue a verlo?-me preguntó el otro Zen Oh Sama.
-No, ella no podía subir al firmamento e Hiperión no podía bajar a verla. Él era inmortal como lo son las estrellas y ella era mortal como son los humanos.
-Eso no quiere decir que no pudieran amarse- intervino Daishinkan- Por lo que durará la noche o la pálida alba.
-Pero sería un amor ilusorio- le respondí- Desde el firmamento él, ni siquiera podría tocarla. Menos brindarle lo que ella deseará y así mismo ¿Cómo viviría una mortal entre las estrellas?
-Podría volverse una estrella también- me dijo el Gran Sacerdote.
-Los humanos son humanos y las estrellas son estrellas. Si ella se volviera una o Hiperión un hombre tal vez perderían eso que los hizo enamorarse el uno del otro, pues cambiarían su escencia- le señalé.
-¿Sostiene que lo que le gusta a Hiperión de la muchacha es que ella es inalcanzable para él?- me preguntó con mucho interés.
-El amor prohibido y el amor inalcanzable siempre despierta un romanticismo quimerico que nos lleva a un lado de este sentimiento que es...
-Siblime- me interrumpió Daishinkan.
-Y puro -murmuré algo desconcertada con su declaración- Pero yo nunca dije que ellos...
-¿Se a enamorado de algún Hiperión, Salieri?-me pregunto repentinamente.
-Bueno...-vacilé al responder esa pregunta.
-¿Cree que exista un Hiperión que deseé que mire el cielo buscándolo a él?- me pregunto otra vez repentinamente.
-No lo sé... honestamente no lo creo- dije algo confundida por el repentino interés del Gran Sacerdote en el asunto.
-Tal vez no ha mirado con suficiente atención- me dijo.
Me quedé pensando en esas palabras ¿Podia yo llamar la atención de alguien en ese mundo romanticamente hablando? No sé porqué, pero la primera persona que se me vino a la cabeza fue:
-¿Zamasu?-dije en voz baja, mas luego descarte la idea.
-A mi me gustas Salieri-me dijo Zen Oh Sama del futuro, dándome unas palmaditas en la cabeza.
-Tú también a mí, aunque a veces me asustas...-le dije sonriendo.
-¡¿Y eso por qué?- me preguntó algo triste.
Era adorable y tan tierno cuando no estaba devastando universos por aburrimiento o porque eran demasiados. Volví mi atención a Zen Oh Sama y el otro tema terminó. Jugamos un rato a "corre el anillo" quería jugar a "Simón dice", pero el Gran Sacerdote se opuso rotundamente a eso. Después de unas horas volví a mi mundo, pero me quede pensando en las palabras de Daishinkan. No estaba segura, pero sentí que trataba de decirme algo y me quede en medio del lago cristalizando su superficie, para poder recostarme allí y mirar el cielo buscándo respuestas a algunas preguntas que no tenían hasta entonces. Estuve horas en soledad hasta que Merlot apareció. Me saludo y luego me preguntó si podía sentarse a mi lado y le dije que estaba bien. Se quedó entonces a mi lado varios minutos antes de hablarme y preguntarme cómo me fue en la cena. Le hablé al respecto y cuando llegue al Gran Sacerdote...
-Daishinkan, Daishinkan siempre él ¿Por qué le interesa tanto? No tiene porque preocuparse por él. El Gran Sacerdote tiene doce hijos para que lo cuiden, no hace falta que usted se tome esa molestia- me dijo sin esconder su molestia.
-Bueno, pero...
-¿Le gusta acaso?-me preguntó repentinamente.
-¿Qué?
-¡¿Qué si le gusta?! Se preocupa demasiado por él- añadió en un tono más sumiso.
Me le quede viendo y no pude evitar sonreírme divertida por su expresión tan tierna como molesta.
-Estás celoso- le dije sin pensar mucho en mi declaración.
-Sí...estoy celoso- me dijo para dejarme con cara de boba- Estoy celoso de él y de Ginebra...De cualquiera que se le acerqué. No quiero que le preste atención a nadie más, no "esa" atención.
Lo mire sin saber que decir o como tomarme esas palabras cargadas de sentimientos y honestidad.
-Yo la amo- me dijo- Y no...No es ese amor que le tiene la creación al creador, no es la devoción o la pleitesía que proviene de esa relación. Yo no le pertenezco, usted sólo me ideó... tengo mi propia alma y mi propia razonamiento... entienda eso...
-Sí, pero hay algo que...
No terminé la frase, pues él tomó mis manos para acercarme a su cuerpo.
-Yo la amo- reitero y me dejó sin palabras por un momento.
-Merlot yo...
Ahí quedó mi frase porque su boca silencio la mía. Ese beso...ese beso fue muy distinto a los anteriores. No había abismo ahora sino una clara intención. Un anhelo vehemente y abrasador que me paralizó, pero a la vez me hacía sentir bien como también me mostró algo que muy tontamente estuve ignorando todo ese tiempo. No me resistí y es que era algo tan especial que invitaba a responder y lo hice tímidamente para evitar experimentará el rechazo, pero Merlot es pasión en muchas formas y si libera parte de esos impulsos le es difícil controlarse. Me surgió una idea en ese momento y al fin lo dejé robarme el aliento si así quería. Mientras más aire extraía de mí, más se cerraban sus brazos entorno a mi cintura. Era una acción constrictora que no puedo negar era placentera, pero yo no olvidaba mi propósito. Si tenía razón él aparecería y lo hizo justo cuando Merlot libero mis labios.
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Cuentos para Daishinkan
Fanfiction¿Te has preguntado de que te enamoras realmente? Te lo diré: te enamoras de la idea de... ¿te has preguntado que es un personaje? Te lo diré: una idea. ¿Te has preguntado si una idea puede amarte?