○Desayuno○

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La mañana por fin había llegado, era cálida y tranquila; el sol estaba muy brillante y los pájaros cantaban dulcemente.

Los rayos solares comenzaron a entrar por el ventanal rojo de la refinada alcoba. Esto fue despertando poco a poco al joven de los rizos dorados, el cual al despertar estaba un poco confundido ya que no recordaba de manera clara lo que había sucedido en la noche.

Al abrir los ojos se percató de que no estaba en una habitación que no era la suya, pero cuando percibió los tonos oscuros y rojizos del lugar, los recuerdos se hicieron presentes en su memoria.

Movió rápidamente su vista en busca de Black Hat, pero no lo encontró, lo que significaba que estaba sólo en aquel momento.

- Mmm...-Se estiró, escuchando el satisfactorio crujir de sus huesos, para luego abrazarse así mismo, mientras soltaba un pequeño suspiro.

El rubio quitó la suave cobija que le cubría, dejando ver su cuerpo totalmente desnudo, el cual todavía conservaba las marcas hechas por el mayor.

Cuando intentó levantarse un terrible dolor invadió sus caderas, este era fuerte y profundo, uno el cual jamás había sentido. Era tal la molestia que el chico soltó un chillido agudo, y que sus piernas empezarán a temblar como gelatina. Inmediatamente volvió a sentarse en un esquina de la cama, mientras miraba sus ropas las cuales estaban desparramadas por el suelo de la habitación.

- A-ah...esto será más difícil de lo que pensé.- Musitó en medio de su soledad, para luego llevarse las manos  al rostro, restregando sus ojos.

Ya estando completamente vestido, salió del cuarto, con un poco de dificultad para caminar, en busca del de sombrero. Se paseaba nuevamente por aquellos largos pasillos, sintiéndose observado por las pinturas del demonio, pero de la nada se percató de un dulce olor que inundó sus fosas nasales, llamándole indirectamente para ir al lugar donde provenía aquella fragancia.

Guiado por esa esencia, siguió caminando hasta llegar a una cocina, ya estando allí, se percató de la presencia de Black Hat, quién preparaba con toda la calma del mundo el desayuno.

- Malos días, Flug.- Le saludó, rompiendo el silencio que había, mirando por el rabillo del ojo al chico, quien al percatarse de su voz se estremeció levemente.

- Buenos días...-Correspondió el saludo, jugando ansiosamente con sus dedos.

- No pensé que siquiera pudieras levantarte después de lo que pasó anoche.- Soltó aquel comentario, dando una risilla un tanto traviesa. Ganándose una mirada avergonzada de parte de Flug.- Siéntate, el desayuno ya va estar listo.- Le dijo, cuando vio la incomodidad en el menor.

Este obedeció, y se sentó en una de las sillas dispuestas en el pequeño comedor que había allí. Black Hat siguió en lo suyo, cocinando.

- ¿D-dónde esta la chica de pelo verde?.- Preguntó el chico, con intenciones de conversar un poco más con el de negro.

Black Hat se volteó para encararle.

- Oh...¿Te refieres a Demencia?.- Cuestionó, suponiendo que Flug ya habría visto a la chica cuando llegó.- Ella tuvo que salir a hacer su trabajo.- Habló con un tono sereno, mirando de nuevo lo que estaba cocinando.

-¿Encerio? ¿De qué se encarga ella?.- Prosiguió con curiosidad, intentando adivinar los que el mayor preparaba.

- Es sólo mi cazarrecompensas, villanos ordenan sus servicios para que ella se encargue de...pequeñas molestas heroicas. La mayoría del tiempo suele ser muy molesta, pero es muy útil.- Aclaro, sacando del sarten un par de panquekes los cuales desprendían un dulce olor, puso estos en un plato para luego, bañarlos con un poco de miel de mapple. Acto seguido, sirvió aquel platillo al rubio, con una sonrisa aparentemente "normal" en su rostro. El chico se sorprendió por esto.

°Destinado a estar juntos° (Paperhat) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora