Capítulo 10

120 8 0
                                    

Después de domir un rato bastante largo, decidí presentarme al examen de conducción.

Mientras esperaba al tren, me pregunté si tener una pareja siempre significaba sentir amor.

Me acordé de cuando en el siglo XVI, los reyes casaban a sus hijas con importantes principes para ampliar fronteras, por interés puro. Y entonces llegué a la conclusión de que no todas las parejas estaba juntas por amor. Al menos no la mayoría.

El amor siempre me había parecido una falsa, una mentira disfrazada de rosas y besos que, algún día acaba.

Y si alguien por alguna razón encontraba el amor, no se iba a librar tan fácilmente de la sensación, ni mucho menos iba a dejar a una persona por otra.

La gente es muy propensa a decir que esta enamorada, yo siempre había pensado que estar enamorado era decir mucho, que yo podía sentir algo por alguien, pero decir que era amor se me quedaba demasiado grande.

Y después de toda aquella relación de conclusiones y palabras, me subí al tren.

Collin P.O.V

Bajé las escaleras corriendo, porque temía que en cualquier momento se arrepintíera de su elección y saliera a pedirme que volviese.

No pensaba dar mi brazo a torcer, si ella quería que me largase de su vista, eso iba a hacer.

Giré la esquina e intenté recordar dónde diablos había dejado la noche anterior el coche.

Cuando lo encontré, saqué la llave y me metí dentro.

Antes de arrancar intenté relajar mi respiración.

Coloqué las manos en el volante y bajé la cabeza.
"¿Qué será lo que he hecho para que me eche de su casa?"

No lo entendía, le había dado las suficientes pistas como para que se hubiera dado cuenta de que me importaba. Si hubiese sido otra, tal vez ya llevaramos varias semanas de relación seria. Pero ella era tan impredecible. Odiaba a las personas impredecibles, las odiaba con toda mi alma. Nunca sabías por donde te iban a salir, ni que te iban a echar en cara.

Y Ceres no solo era impredecible, tambien era inmadura.

Aún me quedaba mucho trabajo por hacer con esta chica.

Me sonó el telefono. Temblé solo de pensar que fuera ella, pero me relaje al ver el nombre de Scarlet en la pantalla.

-¿Si?

-Hola Collin, ¿estás ocupado?

-Ahora mismo no, ¿por qué?

-Por si te apetecía venir a tomar un café y hablar...

-Oh claro, ¿A donde voy?

-A la Cafetería de John

-Okay, nos vemos allí.

Scarlet era modelo de ropa interior. Tenia el cuerpo perfecto en una mujer. Ni demasiado delgada, ni demasiado gorda. Tenia las carderas anchas, unas piernas medio finas y unos pechos grandes.

Su cara era fina sus ojos azules y su pelo negro como el tizón.

Era de carácter fuerte, siempre con la mirada dura y la boca cerrada, y cuando tenía algo que decir, casi siempre llevaba razón. Y si no la llevaba, quería tenerla.

Aparqué el coche dos calles más lejos de la cafetería y me dijirí a paso ligero a ella.

Me acerqué a la puerta y antes de abrir, suspiré y me froté la cara con las manos. Tenía sueño.

¿Destino o suerte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora