Capítulo 20

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-Vamos, ¿me estás diciendo que puedes chuparte el codo? -Preguntó Ashley entre risas mientras daba otro bocado a su sándwich vegetal.

-Sí -Rió Bill al compás de Ashley antes de tomar un trago de agua.

-Quiero ver eso, vamos, quiero verlo -insistía Ashley sin cesar su risa, ambos estaban muy risueños.

Mientras oía la discusión entre ambos, le daba vueltas al tenedor en mi plato de pasta boloñesa, y de vez en cuando les lanzaba una leve sonrisa con mis labios. No podía quitarme de la cabeza la imagen de su silueta perdiéndose en el pasillo del aeropuerto, con el bolso en una mano. ¿Qué estaba pasando? No me sentía bien, no tenía ánimos, sólo quería irme a casa y llorar todo el día a pesar de que sabía perfectamente que eso no curaría nada.
Me levanté de la mesa.

-Voy al baño, en seguida vuelvo -dije antes de dirigirme a la puerta que había al final del local.

Entré en él, tenía azulejos verdes claro que se alternaban con azulejos blancos de mayor tamaño, y el suelo era de mármol negro, muy elegante para ser un baño de un restaurante de pocamonta.
Me acerqué al espejo, puse mis manos una a cada lado del lavabo y me mire al espejo. Se me notaba a la legua que estaba destrozada, no había usado maquillaje y se me marcaban todas las ojeras como si llevase sin dormir años, se me marcaban los pómulos más de lo normal, como si hubiese dejado de comer y se me veía la cara amarillenta, pálida, no sabría describirlo. Me dieron arcadas. Se me llenaron los ojos de lágrimas y me lave la cara para intentar disimularlo. Me sequé con varios papeles y salí del baño. Quería irme a casa, me lo planteaba seriamente durante el camino a la mesa pero no tenía dinero para volver, sólo unas libras que me daban justas para pagar el almuerzo.
Me senté de nuevo en la silla de metal y me llevé unos pocos macarrones a la boca. En ese momento hablaban de los buenos días que vendrían, las vacaciones tan maravillosas que íbamos a tener...

-Podríamos alquilar una casa rural los cuatro -dijo Ashley dando el último sorbo a su coca cola.

-Si, eso estaría muy bien -Bill estaba recostado en la silla, ya había terminado su comida-, ¿tú que dices, Ce? ¿Te apuntas?

Reí al escuchar el apodo nuevo que me había puesto.

-¿Ce?

-Sí, ¿qué pasa? -dijo guiñandome un ojo.

-Pues... sí, vale -sonreí abiertamente, aunque ni siquiera tenía ganas de mantenerme viva.

Más tarde, con el estómago lleno, decidimos sentarnos en un banco del parque. Ashley y Bill estaban hablando sobre la relación que tenía Ashley con el compañero de Bill. Él estaba de acuerdo conmigo en que se habían precipitado mucho, e insistía en que llevasen las cosas más lentas.

-Vamos, Ashley. La próxima vez te va a pedir que os vayáis a vivir juntos, luego os casareis, tendréis un hijo precioso y ya está. Fin de tu juventud.

-No Bill, estás exagerando...

-Yo estoy de acuerdo -dije metiéndome en la conversación-. Quizás os habéis precipitado un poquito.

-¡Oye! -dijo cruzandose de brazos y levantando una ceja- Te recuerdo que tu estabas a punto de irte a vivir con ese tal... ¿Collin? No se como se llamaba, la verdad, pero no os conociais de mucho.

-Más bien de nada -reí-. Tal vez las cosas eran tan perfectas que debían suceder en el momento, ¿para qué esperar?

-Espera, ¿ahora las dos estáis contra mí? -dijo Bill riendo.

Note como me vibraba el bolsillo de la chaqueta. Saqué el teléfono. Llamada entrante de Collin.

-Disculpadme -dije levantándome para dirigirme al césped que había unos cuantos metros más adelante.

¿Destino o suerte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora