Su forma de mirarme y suspirar me hizo entender que ya había llegado el momento de bajarse del coche, pero no quería hacerlo.
Me limité a mirar por la ventana a la gente que paseaba, y me imaginé por un momento siendo una de esas personas ajenas a nosotros y nuestro cúmulo de problemas.-Ceres, ya hemos llegado -dijo unos minutos después de parar el motor al ver que no reaccionaba.
Asentí tristemente y abrí la puerta. Fui caminando lentamente con la seguridad de que sus pasos seguían a los míos y saqué la llave. Se me encharcaron los ojos de nuevo y traté de limpiarlas lo más rápido posible.
Me giré justo al llegar a la puerta. Era la primera vez que Collin evitaba mi mirada a toda costa.-Bueno... -dije con dificultad, a penas me salía la voz del cuerpo.
Seguía sin mirarme, tenia las manos en los bolsillos del pantalón, y se miraba los zapatos.
-Mirame al menos.
Negó con la cabeza antes de responder.
-No puedo...
-¿Por qué?
Me acerqué a él para acariciarle la mejilla.
-Me destroza verte así...
-Da igual -le respondí girando su rostro con mi mano.
Se encontraron nuestros ojos, los suyos tenían un color rojo y comprendí que no quisiera mirarme. Él lo estaba sufriendo de peor manera y hasta ese momento no había sido capaz de comprenderlo.
Le abracé todo lo fuerte que pude y él, al ver mi reacción se quedó muy quieto unos segundos. Luego le susurré que todo iba a salir bien y entonces él me abrazó a mí. Note como escondía su rostro en mi cuello y echaba por la boca todo el aire contenido. Acaricie su pelo hasta que él decidió separarse.
Se secó las pocas lágrimas que le habían salido, estaba intentando hacerse el macho, y se notaba.-Te llamaré, te lo prometo -me dijo con la voz muy apagada.
Asentí de nuevo y me quedé contemplando como se giraba sobre sus talones y comenzaba a andar hacia el coche, sin mirar atrás.
Cuando le vi marcharse en la furgoneta, entré en el portal, y ni siquiera había llegado al ascensor cuando rompí a llorar.
Abrí con dificultad la puerta y me metí en casa, ignorando por completo las cajas que mi padre me había enviado para comenzar la mudanza y la sudadera burdeos de Bill.
Me tumbe en la cama sin dejar de llorar. Recuerdo que lloré y lloré hasta quedarme dormida.Desperté al día siguiente, a las 12:54 am. Di un pequeño gruñido y pegué a la almohada. Me pasé una hora y media allí tumbada, mirando al techo, hasta que decidí que debía bajar a comer algo. Tome un sándwich, miré mi teléfono mientras me llegaban mensajes de Ashley y Bill (a los que no respondí) y me puse el pijama para volver a meterme en la cama.
Al día siguiente me despertó la llamada de mi padre.
-¿Sí? -respondí empanada.
-¡Ceres, hija! ¿Qué tal va la mudanza? Espero que bien, voy a mandar un camión a por ti el jueves.
-¿Qué? -desperté de golpe y me senté en la cama- No... Lo cierto es que no he tenido tiempo... Estos días he estado muy ocupada, he tenido problemas con Collin y no he podido recoger nada...
-¿Qué tipo de problemas?
-Lo hemos dejado -dije, aunque en ningún momento habíamos definido nuestra relación como "de pareja".
-Oh... Lo siento mucho... Aunque tu madre se va a alegrar de oír eso.
-Lo se. ¿Podrías darme unos días más? Te prometo que para el lunes lo tendré todo.
ESTÁS LEYENDO
¿Destino o suerte?
RomanceLlamarlo destino, llamarlo suerte, ¿qué más da? Ambos teníamos claro que si nos conocimos fue por algo. « -No me tienes miedo a mí, sino a lo que sientes cuando estas conmigo. ». Tráiler en el epílogo.