Capítulo 19

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Su forma de mirarme y suspirar me hizo entender que ya había llegado el momento de bajarse del coche, pero no quería hacerlo.
Me limité a mirar por la ventana a la gente que paseaba, y me imaginé por un momento siendo una de esas personas ajenas a nosotros y nuestro cúmulo de problemas.

-Ceres, ya hemos llegado -dijo unos minutos después de parar el motor al ver que no reaccionaba.

Asentí tristemente y abrí la puerta. Fui caminando lentamente con la seguridad de que sus pasos seguían a los míos y saqué la llave. Se me encharcaron los ojos de nuevo y traté de limpiarlas lo más rápido posible.
Me giré justo al llegar a la puerta. Era la primera vez que Collin evitaba mi mirada a toda costa.

-Bueno... -dije con dificultad, a penas me salía la voz del cuerpo.

Seguía sin mirarme, tenia las manos en los bolsillos del pantalón, y se miraba los zapatos.

-Mirame al menos.

Negó con la cabeza antes de responder.

-No puedo...

-¿Por qué?

Me acerqué a él para acariciarle la mejilla.

-Me destroza verte así...

-Da igual -le respondí girando su rostro con mi mano.

Se encontraron nuestros ojos, los suyos tenían un color rojo y comprendí que no quisiera mirarme. Él lo estaba sufriendo de peor manera y hasta ese momento no había sido capaz de comprenderlo.
Le abracé todo lo fuerte que pude y él, al ver mi reacción se quedó muy quieto unos segundos. Luego le susurré que todo iba a salir bien y entonces él me abrazó a mí. Note como escondía su rostro en mi cuello y echaba por la boca todo el aire contenido. Acaricie su pelo hasta que él decidió separarse.
Se secó las pocas lágrimas que le habían salido, estaba intentando hacerse el macho, y se notaba.

-Te llamaré, te lo prometo -me dijo con la voz muy apagada.

Asentí de nuevo y me quedé contemplando como se giraba sobre sus talones y comenzaba a andar hacia el coche, sin mirar atrás.
Cuando le vi marcharse en la furgoneta, entré en el portal, y ni siquiera había llegado al ascensor cuando rompí a llorar.
Abrí con dificultad la puerta y me metí en casa, ignorando por completo las cajas que mi padre me había enviado para comenzar la mudanza y la sudadera burdeos de Bill.
Me tumbe en la cama sin dejar de llorar. Recuerdo que lloré y lloré hasta quedarme dormida.

Desperté al día siguiente, a las 12:54 am. Di un pequeño gruñido y pegué a la almohada. Me pasé una hora y media allí tumbada, mirando al techo, hasta que decidí que debía bajar a comer algo. Tome un sándwich, miré mi teléfono mientras me llegaban mensajes de Ashley y Bill (a los que no respondí) y me puse el pijama para volver a meterme en la cama.

Al día siguiente me despertó la llamada de mi padre.

-¿Sí? -respondí empanada.

-¡Ceres, hija! ¿Qué tal va la mudanza? Espero que bien, voy a mandar un camión a por ti el jueves.

-¿Qué? -desperté de golpe y me senté en la cama- No... Lo cierto es que no he tenido tiempo... Estos días he estado muy ocupada, he tenido problemas con Collin y no he podido recoger nada...

-¿Qué tipo de problemas?

-Lo hemos dejado -dije, aunque en ningún momento habíamos definido nuestra relación como "de pareja".

-Oh... Lo siento mucho... Aunque tu madre se va a alegrar de oír eso.

-Lo se. ¿Podrías darme unos días más? Te prometo que para el lunes lo tendré todo.

¿Destino o suerte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora