Londres-Patcham

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El Domingo de resurrección amaneció lluvioso. Me encantaba la lluvia, pero cuando llovía el mismo día que terminaban las vacaciones, la lluvia solo era la primera excusa para estar cabreada.

Me desperté al escuchar la lluvia chocar contra el tragaluz de mi habitación. Solté un bufido y me levanté de la cama sin ganas. Abrí la puerta de la habitación y no esperé encontrarme con tantas escaleras, así que volví a soltar otro gruñido de indignación. Cuando llegué abajo, atravesé el salón y entré en la cocina. Cogí algo para desayunar y decidí tomarlo en el salón mientras veía los asquerosos programas que suelen poner en la tele todo el tiempo.

Tampoco me gustaba ver la tele, me resultaba insoportable tener que escuchar a un tipo hablar sobre cosas que, en realidad, a mi me eran indiferentes, por lo que prefería poner la radio o cualquier otra cosa. Y a veces solía leer, por el mero hecho de sostener algo entre las manos mientras el café se enfriaba.

Cuando terminé, llevé los restos a la cocina y subí de nuevo a mi habitación para asearme, cambiarme de ropa y hacer la maleta.

Bajé de nuevo con las maletas, las puse en la entrada y esperé sentada a que mi madre llegara para llevarme a la estación.

Escuché un coche gruñir en la puerta y supe en seguida que era ella, así que la abrí para comprobarlo. Mi madre me hizo un gesto para que entrara al coche, así que cogí mis dos maletas y las arrastre hasta el maletero. Luego me monté en el asiento del copiloto y mi madre se dirigió a una velocidad considerable (no llegué a entender por qué) a la estación de tren.

Compré mi billete de Londres - Patcham, me despedí de ella y arrastre de nuevo las maletas. Crucé el umbral que separaba las vías del tren de la parte comercial, el tren estaba allí. Entré, situé las maletas encima de mi asiento con alguna dificultad y me preparé para el viaje que, a mi parecer, era eterno.

Tráiler:

¿Destino o suerte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora