Aquélla mañana hizo muchísimo frío. Salí a la calle con apenas un jersey y todo mi cuerpo se congeló por completo cuando pisé la acera.
Me dirigí a la parada del autobús como todos los días y no paré de temblar hasta que llegue a la universidad.
Pensé en un chocolate caliente de la cafetería, estaba acostumbrándome a desayunar aquí, porque siempre llegaba antes de hora. Busqué una mesa para sentarme y me acomodé de cara a la ventana con el chocolate. Estaba lloviendo, como de costumbre, y eso me gustaba.
Al rato, una figura humana que desprendía calor se sentó a mi lado y estuvo callada. Yo seguí observando la lluvia sin siquiera averiguar quien era.-No se si darte los buenos días -comentó Collin con su voz ronca unos segundo después de sentarse- porque ya sabes -se aclaró la garganta-, está lloviendo.
Estaba nervioso, se había aclarado la garganta y eso es signo de estar nervioso.
-Son buenos días -dije sin quitar la vista de la lluvia. Sonreí levemente-. Me gusta la lluvia.
-Buenos días señorita Ceres - comentó entonces.
Aquello último lo dijo con decisión y sin cambiar nada el tono de voz, como para parecer que no estaba nervioso.
-Buenos días Collin -quité las vista del cristal para dedicarle una enorme sonrisa.
Él sonrió también.
Su pierna se movía se arriba a bajo, inquieta, otro síntoma digno de nervios.
-¿Te ocurre algo? -pregunté frunciendo el ceño.
-No, nada -tragó saliva-, ¿por qué?
-Te noto algo... nervioso -Sonreí de nuevo.
-No, bueno, sí. Aunque no, pero... -resopló- He pensado que como tu estas soltera y yo también podríamos aprovechar que tengo libre esta noche y salir a cenar tu y yo, podríamos hacer cosas de mayores, ya sabes a lo que me refiero.
Me quedé unos segundos pensando mi respuesta.
-Que hipocresía por su parte, caballero, aprenda a seducir a una dama antes de venir a insinuarse ante mi, es muy descortés por su parte -dije finalmente sonriendo con malicia.
Él sonrió también, y respondió unos segundos más tarde.
-Señorita, nunca ha sido mi intención ser descortés con usted, al contrario, quiero seducirla con mis encantos, cosa que resulta complicada por su rotunda negación ante mi. ¿Vos serias capaz de aceptar esta proposición intranscendente fingiendo sorpresa y agrado, y quitar esa cara de asesina de guante negro?
Me asusté un poco porque no sabía si estaba yendo en serio, así que pregunté.
-¿Va en serio?
-No. Quería dejarte flipando con mi alto nivel de cultura lingüística, soy un zalamero en toda regla.
Levantó una ceja y puso cara de seducción extremadamente seductora mientras se erguía sobre su postura y se alisaba la chaqueta.
Me dio la risa, comencé a reír a pleno pulmón. Collin se unió a mi desagradable risa de morsa retrasada. Dejamos de reír un rato después, cuando nos dimos cuenta de que la cafetería se había quedado vacía.
-Creo que nos hemos quedado fuera del aula -dije sonriendo forzadamente
-Que pena, tendremos que volver a casa -había ironía en su voz, la podía notar.
-De eso nada, me quedo aquí.
-Bah, haz lo que quieras, pero conmigo te lo vas pasar mejor.
Se levantó y se fue hacia la puerta de la sala
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¿Destino o suerte?
RomansaLlamarlo destino, llamarlo suerte, ¿qué más da? Ambos teníamos claro que si nos conocimos fue por algo. « -No me tienes miedo a mí, sino a lo que sientes cuando estas conmigo. ». Tráiler en el epílogo.