Capítulo 15

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La tostada de mantequilla se estaba quedando tiesa.

-¡COLLIN BAJA!

-¡Ya voy! -le oí gritar desde arriba con su voz de recién levantado.

Mi madre se había ido al trabajo, y María estaba en otros quehaceres.
Me senté en la mesa de desayuno, observando el gran jardín por el ventanal.

-Dios que pesada eres -dijo detrás de mí.

-Tienes ahí la tostada, si te la comes tiesa o fría no es culpa mía -me excuse riendo.

-Buahg -comentó al pegar el primer bocado.

-Te aguantas -reí y di un sorbo al café.

-¿A qué hora nos iremos de aquí?
-Por mi como si quieres que sea ya.

-Nah, espera a que termine de comer al menos.

-Oh, en ese caso -encogí los hombros-, después de desayunar.
La tele estaba encendida, pero ninguno de los dos hacíamos caso. Sólo cuando el silencio se apoderó de la habitación por nuestra parte, la televisión comenzó a llenarla de voces y sonidos.

Una vez terminada la comida, Collin y yo subimos a ponernos ropa.
Yo había dormido con su camiseta porque sí, porque me pareció bonito. Y el durmió con sus pantalones únicamente.

-¿Serias tan amable de darme mi camiseta? -preguntó extendiendome la mano.

-Emmm... -lo pensé unos segundos- Cogela -dije abriendo los brazos.

Él se acercó a mí poco a poco y me agarró la camiseta con ambas manos por la cintura. Me miraba a los ojos, directamente. Y estaba tan serio que dolía.
Comenzó a subir la camiseta lentamente, hasta el punto de hacerme leves cosquillas con el roce de la tela. No apartaba su vista, y yo tampoco la mía.
Subió por el pecho y con un movimiento rápido me arranco la camiseta del todo. Todo mi pelo se quedó enganchado en el cuello de la camiseta, lo que obligó a Collin a estirar más el brazo de lo previsto. La tiró al suelo sin dejar de mirarme y mientras llevaba la otra mano de nuevo a mi cintura para acercarme a él. Levanté la cabeza para mirarle a los ojos y sentir, por enésima vez, el miedo que me transmitían.

-Tengo miedo -susurré.

No dijo nada, tenia su mirada fija en la mía como si quisiera hablarme con los ojos. Los suyos transmitían entre tristeza e ira, y los míos probablemente esparcian su miedo por ahí. Casi podía olerlo.
La otra mano de Collin de encargó de cerrar la puerta.
Se juntaban levemente las puntas de nuestra nariz. Cerró los ojos, agachó la cabeza hasta juntar las frentes y contuvo la respiración un largo rato. Preocupada, acaricie su mejilla con los dedos y su respuesta fue agarrar mi mano y presionala aún más contra su rosto. Soltó el aire pero no abrió los ojos.

-¿Estás bien? -Pregunté dulcemente y muy bajito.

Asintió, pero no se movió.
Me deshice de su mano y rodee su cuello con los brazos. Hundi mi cara en su cuello, aspirando su olor (casi imperceptible). Él me abrazó lo más fuerte que pudo hundiendo su cara en mi pelo. No fundimos en el abrazo más sincero y lleno de cariño que nadie me había dado antes, y fue entonces cuando me di cuenta de que en toda mi vida no había recibido tanto amor de una persona. Sonreí. Saqué mi cara del hueco y el saco la suya también. Sus brazos aun rodeaban mi cintura cuando le acaricie de nuevo la cara.

-¿Estás mejor? -pregunté sonriendo.

-Nunca he estado tan bien -y me devolvió la sonrisa más grande y brillante que habían visto mis ojos.

Se separó de mí y recogió la camiseta para ponérsela.

Poco después ya estábamos de camino a Patcham, con la música bien alta y las ventanillas bajadas.
Collin cantaba las letras y yo me reía porque no me sabía ni una.
Entre canción y canción el camino se me hizo corto. En un segundo ya estábamos de vuelta a casa.
Pedí a Collin que me dejara en mi apartamento, así que me bajé del coche cuando lo aparcó en la puerta y lo rodee para llegar a a su ventanilla.
Di dos toques y él la bajó.

¿Destino o suerte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora