Capítulo 6

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Desperté un rato después. La película aún no había terminado, pero le faltaba poco.

Miré a Collin. También se había dormido.

Cuando los créditos empezaron a salir, apagué el ordenador y lo dejé encima de la mesita.

Luego me volví a dormir casi sin darme cuenta en el hombro de Collin, y de ese sueño no desperté hasta el día siguiente.

***

Abrí los ojos y me sentí desorientada. Estaba encima de una enorme cama con un edredón azul marino, tapada hasta arriba.

Me sofoque al no saber donde estaba, así que me quité el edredón y las sabanas de encima.

No había nada de luz; a excepción de los rallitos de sol que entraban por los huecos de la persiana, que estaba bajada hasta el fondo.

Me levanté para subirla y dejar que entrará la luz y en pocos segundos la habitación se llenó de color.

Estaba en la habitación de Collin.

Traté de recordar como acabé en la cama de Collin, pero de lo último que me acordaba era de haber soltado el ordenador en la mesita y haberme vuelto a dormir.

Miré la camiseta. Estaba completamente arrugada por todas partes.

La alise un poco con las manos antes de salir y dirigirme al baño. De camino, me asomé al salón para buscar a Collin.

Estaba en el sofá, dormido como un lirón con cara de ángel y tapado con una manta.

Sonreí y caminé sin hacer ruido.

Me miré en el espejo para arreglarme el pelo, y luego me lavé la cara con agua muy fría.

Busqué mi ropa con la vista. Sabía que la había dejado allí porque cuando se la dí, volvió a meterla en el baño. El jersey estaba colgado de la mampara de la ducha junto con los pantalones y el pañuelo, y las convers blancas estaban al pie de la ducha. Me acerqué y toque cada prenda. Los pantalones y el pañuelo estaban secos, pero el jersey no, y eso en verdad era un problema.

Los calcetines estaban húmedos, igual que las zapatillas.

Gruñi silenciosamente antes de salir de allí.

Caminé hasta la cocina, en donde busqué cómo y con qué hacer café.

Hice todo en silencio para que Collin no se despertara.

Mientras Collin dormía y el café se hacía, me senté en un taburete para ordenar mi mente.

Era sábado, el primer sábado después de las vacaciones de Semana Santa.

Las once y cuarto de la mañana, hora en la que no estaba acostumbrada a despertarme. Estaba en casa de un desconocido. Y digo desconocido porque en realidad no sabia nada de él.

Había dormido en su cama y le había hecho dormir en el sofá. Me sentía un monstruo.

El café empezó a chillar para que lo apagara. Me levanté y apagué el fuego sobre el que puse la cafetera.

Cogí una taza de uno de los armarios, verti el contenido de la cafetera en ella y luego busqué la leche y el azúcar.

El café con leche bien azucarado de los Sábados por la mañana.

-Buenos días -dijo la voz grave de Collin detrás de mí.

-Buenos días -me giré sonriente.

-Es impresionante -se acercó a la cafetera con los ojos muy abiertos- ¿Cómo has conseguido que salga café?

¿Destino o suerte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora