Solo pasaron 5 días del encuentro antes de que toda la ciudad se llenase de papeles con mi cara bajo el titulo de "Se busca". En ese momento me sentí más aterrorizada que nunca porque en ningún momento pensé que mi padre fuese a ser capaz de tal artimaña, cuando él mismo había organizado todo mi secuestro.
Era domingo, y Andy y yo estábamos solos en casa de Dana. Ella había decidido que se iría con su novio un tiempo, porque no quería estar del todo involucrada en este tema, a pesar de que ya estaba involucrada de lleno.
Me encontraba mejor de la infección y de todo lo demás, pero me estaba matando no poder salir de aquella casa.Andy estaba detrás de mi mientras fregaba las tazas del desayuno.
–Me estás poniendo nerviosa –murmuré
Puso sus manos en mis caderas
–Es lo que pretendo
Enjuague la taza que tenía en las manos llena de jabón y me giré salpicandole agua.
–¡Oye no me ataques! –se empezó a reír
–Pues deja que friegue tranquila –me giré de nuevo para continuar y él se acercó de nuevo.
De nuevo puso sus manos en mi cadera para chocarme contra él. Apartó el pelo de mi cuello y comenzó a darme besos.
–Para, por favor –murmuré casi retorciéndome de placer
Pero no lo hizo. Mientras continuaba dejando húmedo mi cuello, metía sus manos por mi camiseta y me acariciaba el vientre
–Andy... –dije prácticamente en un gemido.
Sólo enjuague la otra taza y me giré brusca, amenazándolo con el dedo.
–¡Basta!
–No te hagas la dura
Me reí.
–¿Vas a fregar tú después?
–Puede
–No, puede no. ¿Vas a fregar o no?
–¿Que más da eso ahora?
–Tu responde, ahí esta la diferencia entre echar un polvo y quedarse con los huevos hinchados.
Se acercó hasta que di con el filo de la encimera.
–Entonces fregare –susurró volviendo a mi cuello.
Metí entre su pelo mis dedos mientras el pasaba los suyos por mi espalda, dentro de mi camiseta. Me subí a la encimera y se metió entre mis piernas mirándome.
–Te quiero –leí en sus labios
Reí negando y me acerqué para besarlos con ímpetu y ganas, jugando con su lengua con destreza. Él tiró de mí para subirme en su cintura y sin dejar de besarme caminó hasta la habitación. Me dejó en el colchón con cuidado y poco a poco fue dejando su peso sobre mí. Tiró de mi camiseta haciendo que nos separaramos unos segundos para sacarla. Se quedó mirando mis pechos, como si no los hubiese visto antes. Le hice un favor y me quité el sujetador. Me miró sonriendo de oreja a oreja y se quitó la camiseta también. Me mordió el labio inferior y bajó sus mordiscos por mi cuello, clavículas y pecho. Me mordía mientras me quitaba el pantalón con las manos como podía. Yo quité el botón de sus vaqueros y se separó de mi para terminar de sacar los míos y a continuación los suyos. Me puse de rodillas frente a él y le cogí las mejillas para volver a besarle. Me apretó contra su cuerpo por las lumbares y a medida que se intensificaba el movimiento de nuestros labios me iba dejando más tumbada, de nuevo. Cuando mi espalda llegó al colchón, se tumbó sobre mí siguiéndome el beso, ahora erótico. Su cuerpo ardía, y el mío estaba húmedo. Acarició mi muslo y lo cogió para chocar su miembro duro en mi feminidad. A pesar de la tela que nos separaba, gemí. Después movía su pelvis para frotarse, mientras me besaba con humedad. Siguió hasta que su miembro se salía de los boxers. Entonces se separó y me miró, metiendo su mano en mi ropa interior para acariciarme primero e introducir dos de sus dedos después. Cuando comenzó a bombearlos me arquee y gemí. Agarré su brazo apoyado en el cabecero y la sábana con la respiración agitada.
Los sacó y se los llevó a la boca.–¿Tienes idea de si habrá algún preservativo por ahí?
Yo negué sin poder articular palabra.
–¿Y qué hacemos?
Suspiré
–Da igual, como sea –casi le supliqué que siguiese.
Sonrió de lado, pícaro y con lascivia y me quitó la ropa interior. Después la suya, y se acomodó de nuevo sobre mí, solo que esta vez se quedó quieto.
–¿Estás segura? –susurró
–Dejate ya de juegos y metemela.
Se rió un poco mientras guiaba su miembro y se hundía en mí.
No duró mucho, parecía desesperado. Se dejó caer encima de mi cuando acabó, para recobrar el aire.–Lo siento, te he dejado a medias
–No, para nada –dije irónica y nos reímos.
–La próxima vez será mejor, te lo prometo –besó mi frente y se dejó caer a mi lado
Sonreí leve, quedándome de costado para mirarle.
–¿Has estado con otras chicas?
Me miró con el ceño fruncido
–¿Eso piensas?
–Solo te estoy preguntando
–¿Y tú? ¿Has estado con otro? –parecía molesto por la pregunta.
–Pues sí, de hecho
Me miró, esta vez asombrado
–¿Hablas en serio?
–¿Por qué iba a mentirte?
–Pensé que serías más respetable
Fruncí el ceño, me molesté.
–¿Perdona? ¡Tú mismo me dijiste que buscase a otro!
Me miró incrédulo y le restó importancia con la mano
–¿Pero te lo has tirado?
–No
–¿Os habéis besado?
–No –aunque no estaba muy segura de eso.
Se quedó callado, y yo también
–Pues entonces mejor
–He preguntado primero, así que contesta.
Lo pensó unos segundos
–Sí. Me tiré a una chica pelirroja que conocí en un bar. Solo una noche, nada importante.
Me tiré boca arriba y suspiré.
–Estamos en paz, imbécil
Se rió un poco y me abrazó contra su cuerpo. Abrió la boca para decir algo, pero decidió guardárselo y seguir mirándome.
–¿Cuánto tiempo vamos a tener que estar aquí secuestrados? -Murmuré tocando los mechones de pelo que caían por su frente.
Se encogió de hombros y me miró triste.
–Sinceramente... Pienso que deberías ir a casa, y hablar con tu padre –tragó saliva.
Consideré la idea durante unos segundos y luego fruncí el ceño.
–¿Eso cambiaría algo?
Asintió, muy seguro.
–Creo que tu padre no te buscaba a ti, buscaba a una chica relacionada conmigo sin saber que eras tú...
–¿Su intención entonces era hacer daño a una chica aleatoria solo por el hecho de estar relacionada contigo?
Asintió un par de veces.
–Se que es tu padre y eso pero... es un maldito hijo de puta. Sin ofender, claro.
Sonreí de lado.
–Eso quiere decir que... –me dejé caer a su lado, con los brazos abiertos mirando al techo– ¿tendre que escoger un bando? Como en las pelis, vamos.
Se rió sentándose para mirarme desde arriba.
–Yo no te voy a obligar a nada
Lo mire a los ojos mientras él enredaba un mechón de mi pelo EB sus dedos.
–Lo sé, pero quieres que me quede contigo
Asintió, levemente y sin apartar los ojos de los míos, casi suplicándome que no lo dejase sólo.
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¿Destino o suerte?
Storie d'amoreLlamarlo destino, llamarlo suerte, ¿qué más da? Ambos teníamos claro que si nos conocimos fue por algo. « -No me tienes miedo a mí, sino a lo que sientes cuando estas conmigo. ». Tráiler en el epílogo.