Capítulo 9

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Emm

Cuando no sentí mi iphone en el bolsillo pensé que me iba a dar algo, por un segundo pensé que era una forma que tenía el destino de decirme que tenía que cambiar, que cogiera un nuevo móvil, un nuevo número y siguiera con mi vida desde cero. En el momento en el que lo recuperé, lo primero que hice fue mirar si Daniel se había dignado a responderme, nada, ni un simple hola, solamente Dana, la única amiga que había tenido el detalle de escribirme para ver cómo había ido el viaje.  

Al subirme al ascensor Axel viene detrás, al parecer no era tan malo cómo lo había pintado y me está empezando a caer bien, seguramente en otro momento de mi vida, hubiese estado alejada de él lo máximo que pudiese, pero ahora estoy sola, necesito amigos. 

Cuando llegamos al pasillo de nuestras habitaciones, el silencio se apodera de nosotros y él, está demasiado pensativo, tengo ganas de saber lo que piensa esa cabecita.

-Así que te llamas Axel, ¿no había un nombre más poco común en el mercado cuando naciste? -Digo sin pensármelo dos veces. 

-Eres muy graciosa,  Emma. -Me guiña un ojo. No me gusta que me llamen Emma, me hace daño oírlo salir de una boca de alguien que no es Oliver, mi hermano mediano. 

-Me llamo Emm, que al contrario que el tuyo, es mucho más común. -Prefiero no seguir por ahí, cambio el tema. -Por cierto, me has caído muy bien, cuando quieres eres un chico majo y agradable. -Sonrío.

-Bueno, tu tampoco eres como pensaba, me has sorprendido. -Justo llegamos a la puerta de mi habitación, tengo la intriga de seguir conociéndolo, pero no quiero que me mal interprete si le invito a mi habitación, además a penas le conozco y podría hacerme algo ahí dentro... 

-¿Quieres que pase a hacerte compañía mientras cenas? No te preocupes, entre mis planes no está matarte, por lo menos, esta noche. -Se echa a reír mientras me saca de mis pensamientos.

-Bueno, algo de compañía no me vendría mal, además tengo ganas de conocerte, escondes muchas cosas bajo esa armadura. -¿Pero que estoy diciendo?. Esto es algo que odio de mi misma, todo lo que pienso, lo digo, y no es la primera vez que eso me trae problemas. 

-No vas a conocerme, simplemente voy a hacerte compañía. -No sé qué ronda por esa cabeza, pero no voy a hacerme amigo de la niña pija de la zona, ni loco, nunca me hago amigo de nadie, nunca, sólo de mí mismo, y hasta eso me cuesta. 

-No estropees la noche, me estabas cayendo de maravilla, guárdate tu ego, aunque sólo sea un rato. -Abro la puerta de la habitación y le invito a pasar. 

Cuando estamos dentro me siento un poco incómoda, pensándolo bien no debería haber hecho esto, va a pensar cosas que no son. Lo primero que hago es poner el mantel en la mesa redonda, él por el contrario se quita sus zapatillas y se acomoda en mi cama. 

-Vaya, pensé que venías a hacerme compañía. -Le digo riéndome por dentro. 

-Y a eso venía, hasta que has decidido sacar ese mantel de cuadros rojos y te has convertido en una vieja. -Sonríe de manera pícara. 

-¿Y dónde pretendes que cene? -Espero que no se atreva a decir que en la cama, bastante nerviosa me está poniendo con no quitar el edredón blanco y estar tumbado sobre él, menos mal que he comprado dos edredones nuevos esta mañana. 

-En la cama, viendo una película, eso, es hacer compañía -Y dicho eso, se levanta. 

Lo que viene ahora no me lo esperaba, se acerca, me coge por las piernas y me reposa sobre su hombro, empiezo a patalear y a gritar que pare, la risa se apodera de mi hasta que me tira sobre la cama, donde nos empezamos a reír los dos sin parar. 

-¡El edredón! -Digo recuperando el aire que había perdido

-No lo dirás en serio, no te puedes preocupar por algo que ni siquiera es tuyo, además la marca de tus zapatillas no es lo único de lo que mancharás esta cama. -Dice mientras levanta una ceja y saca esa sonrisa que me vuelve loca.

-¡Pero serás! -En ese momento inicio una guerra de almohadas, creo que nunca había hecho este tipo de cosas, Daniel era demasiado serio para hacer esto, menos cuando estaba de fiesta, que hacía todas las locuras posibles sin tener en cuenta las consecuencias. Estamos un buen rato jugando, hasta que me desplomo sobre la cama, estoy agotada y mis brazos no pueden más, él hace lo propio y se tumba a mi lado. 

-Jamás había hecho algo en una cama que no sea acostarme con alguien, sacas lo peor de mí, Emm. -Suelta un suspiro y seguidamente se ríe, ese ruido retumba en mi cabeza, nunca antes una risa había despertado tanto en mí, creo que no es la risa, sino el saber que soy yo quien la provoca. 

-Bueno, en la cama se pueden hacer muchas cosas que no son acostarse con la gente. -Me levanto para ir a buscar mi cena. 

-Una pija como tú lo debe de saber muy bien. -Me guiña un ojo y se incorpora para sentarse de manera correcta. 

Dejo la cena sobre la cama y me dispongo a coger el ordenador para ver una película, cuando lo tengo, voy y me tumbo a su lado, me quedo mirándolo, está con la vista fija en un sitio, supongo que, pensando, en ese momento deseo estar dentro de su mente y conocer todas sus intenciones. ¿Qué me está pasando?. Axel logra activar en mi algo que nunca alguien había conseguido, tenemos una atracción física que rompe todos los esquemas, pero también es mental. Mientras estoy pensando todo eso, él me está mirando, con los ojos fijos en los míos, no me había fijado bien en esos ojos color miel, transmiten demasiado sin decir nada, pero lo que transmiten no es bueno, me aportan paz, pero sé que ahí dentro hay demasiada guerra. Espero poder descubrir todas y cada una de las batallas que ocurren dentro de esa mente. 

JUSTO A TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora