Capítulo 14.

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Axel.

Cuando salí del gimnasio lo primero que hice fue coger un vuelo para Samantha, necesitaba que fuera hoy mismo, para tenerla esta noche aquí. Más de una vez me he preguntado si estoy enamorado de ella, pero la respuesta es no, siempre no. Cuando uno se enamora tiene planes de futuro, siente celos y no quiere perder a esa persona, a Samantha la he visto con muchos tíos delante de mí, y yo he estado con alguna tía delante de ella, y nada, ni lo más mínimo he sentido. Mi corazón es tan pequeño que no es capaz de querer a nadie más por encima mío. 

Fui a buscarla al aeropuerto, ya que me he alquilado un coche para estos meses. La traje al hotel para cenar aquí, para colmo cuando entramos en el restaurante vi a Emm en la barra, Samantha me dijo lo que quería tomar y me fui directo a la barra, quería saber qué hacía sola y donde había dejado a su novio. Cuando me acerqué a ella se puso a hablar con el puto camarero, vi como delante de mis narices le daba su número y ella se largaba sin decirme nada, él me echó una sonrisa triunfante, le eché la peor de mis miradas, y me fui. Samantha vino detrás, necesitaba liberarme, así que subimos a mi habitación y lo hicimos, pedimos la cena a domicilio y estuvimos allí, así trascurrió todo el fin de semana, no salimos de la habitación, no quise, por miedo a ver algo que no quería, el domingo la llevé al aeropuerto por la tarde y se marchó. 

Regresé al hotel y me puse películas, pero no podía dejar de pensar en Emm, se ha metido en mis pensamientos y no puedo sacarla de ahí, me pasé todo el fin de semana pensando en ella, incluso con Samantha desnuda delante, no fui capaz de sacarla de mis pensamientos. Me da miedo pillarme por ella, no quiero sentir lo más mínimo por nadie, si sientes, te hacen daño, lo sé por experiencia, me han jodido mucho las actitudes de la gente, y me han hecho mucho daño por confiar en las personas, además la conozco de hace unos días, no sé ni su edad, igual es una niña de dieciocho años superdotada. Estoy hecho un lío, ahora mismo no sé qué debo sentir. 

Es lunes, el despertador suena, sólo me queda esta semana antes de empezar las prácticas. Me voy a vestir y a desayunar, tengo que ir al gimnasio, e igual hoy salgo de fiesta, debo despejar la mente. En el gimnasio todo va sobre ruedas, está vacío y Logan no tiene mucho trabajo, así que me siento con él un rato a charlar.

-¿Sabes algo del resto? -Le pregunto mientras me bebo mi taza de café.

-Sí, todos fueron a la universidad, menos Ray, las drogas le pudieron y se convirtió en un auténtico drogadicto, tenías que verle Axel, daba miedo -me mira fijamente- en los brazos no tenía más hueco para pincharse, parecía un colador, estuvo desintoxicándose, pero se fugaba, las primeras veces sus padres le pillaron y le volvían a meter, pero una vez salió y no supimos más de él, cuentan que sigue en Leeds, viviendo de la basura y en cartones, pero no te puedo asegurar nada. 

-Joder, no puede ser, era de los que más se metía cuando éramos niños, pero nunca pensé que llegase a irse de las manos. -Digo sorprendido.

-Ya lo ves Axel, nunca tuvimos que meternos en esas mierdas. -Agita la cabeza. 

-Éramos pequeños Logan, teníamos muchos problemas para nuestra edad, necesitábamos dinero y olvidarnos de las cosas, el alcohol nos ayudaba y huimos por ese camino, no me arrepiento de ello, a día de hoy estoy así por ello. -Intento animarle, no crecimos como el resto de los niños. 

-Lo sé, recuerdo que se reían de nosotros por llevar los chándales y las zapatillas rotas, no teníamos miedo a nada, si necesitábamos pasta la conseguíamos, robábamos sin que nos pillasen y teníamos nuestro propio estilo. -Se echa a reír. 

-Éramos unos niñatos, pero al final nadie se atrevía a tosernos. -Digo entre risas.  

-Tengo los números de Jordan, Dan y Ned, si quieres puedo llamarles y organizamos algo para vernos. -Dice Logan ilusionado. 

-Me parece correcto, tienes mi número, cualquier cosa me dices. -Cojo mi bolsa de gimnasio y me despido de él. 

Llego al parking del hotel, aparco y me dispongo a entrar cuando mis ojos ven a Emm sentada en un banco, parece que está tomando el sol, va vestida con unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes, está organizando papeles, debería pasar de ella, no volverla a hablar, pero algo dentro de mí me obliga a acercarme, me acerco sigilosamente a ella y me aproximo a su oído. 

-Emma. -Da un brinco. 

-¿Qué haces? ¿Dónde has dejado a tu novia? -Espeta.

-En el mismo sitio que tu novio, deben estar contándose las veces que lo hemos hecho este fin de semana. -Digo sonriendo. 

-¿Mi novio? no me escuchas cuándo hablo o qué te pasa. -Está cabreada. -Ya te dije que las cosas no están bien con él, me has debido ver con mis hermanos. 

-¿Tus hermanos? Venga, no te lo crees ni tú, el de los tatuajes qué era, ¿adoptado?. -Soy el mayor gilipollas del mundo, y todo porque la frustración se apodera de mí. 

-Déjame, lárgate. -Sus ojos se inundan.

-No sabes hablar sin llorar, tienes un grave problema. -La digo seriamente. 

-No, lo que no sé es cómo puedes ser así, eres horrible Axel, no sabes por lo que ha pasado la gente y juzgas sin saber, cada tatuaje suyo significa superación y alegría, por eso tiene tantos, porque es una persona muy luchadora, al contrario que tú, que no sabes lo que cuesta ganarse una moneda. -Coge sus cosas y se aleja, la agarro del brazo. 

-Uno, no vuelvas a hablarme así -me aproximo a su cara- y dos, no sabes lo que he pasado, y seguramente, haya estado en peores condiciones que tú, así que cálmate. -Nos quedamos cara a cara pegados. 

Necesito besarla, lo necesito, esos labios hinchados me están llamando, ella también me desea, lo veo en sus ojos, poco a poco se aproxima, tengo que apartarme, como lo haga voy a entrar en un círculo vicioso del que no quiero salir. Aparto la cara y me voy. Me duele dejarla ahí acabo de rechazar un beso suyo, de la chica que ha estado agujereando mis pensamientos estos días, la dejo plantada, soy el mayor imbécil que existe, un experto haciendo daño, y no va a cambiar eso, por mucho que lo intente. 

Paso el resto de mi día en la habitación, hasta que a la hora de la cena escucho ruido fuera, me asomo y veo que varias personas que viven en el pasillo han sacado mesas y sillas para cenar, no pienso unirme a esta fiesta de pijamas. Justo en ese momento aparece Judith. 

-Ey, Axel, quédate, es una cena, después han alquilado el local y habrá fiesta. -Dice sonriendo. 

-No, lo siento, tengo cosas que hacer. -Cierro la puerta y me quedo en mi habitación. 

A eso de las doce la música se escucha en todas partes, decido bajar y ver qué hay montado. Cuando entro la gente va muy bien vestida, yo en cambio voy en chándal, como siempre, estoy a punto de irme cuando unos ojos verdes me atrapan, mierda, está con el puto camarero, cuando Emm me ve se arrima a él y se ponen a bailar. No dejo de mirarlos, como la bese, es hombre muerto, no sé en qué momento esa rabia se ha apoderado de mí, pero él no siente nada, lo hace por tocarme las narices y por llevarse una chica a la cama, yo en cambio lo hago... lo hago porque... no sé por qué lo hago, pero no me puedo permitir el gusto de perder, quiero tener a Emm, no sé por qué. 

La ha dejado sola, la ha dicho algo y se ha largado, es mi momento, tengo que dar e paso. Me empiezo a acercar a ella, me ha visto, intenta huir, pero soy más rápido y la cojo por la cintura, arrimo mi cara a la suya, y me acerco a su oído.

-Llevamos deseando esto desde que nos conocimos, y ahora ha llegado el momento, justo a tiempo para salvarnos. 

La beso, no había sentido unos labios así nunca, y es lo malo de los besos, que crean adicción, por eso siempre beso sin pasión, menos esta vez, tengo a Emm entera para mi, pero esta vez no sólo me centro en el sexo, la quiero completa, y no para una noche. 

JUSTO A TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora