𝖚𝖓𝖙𝖎𝖙𝖑𝖊𝖉 #4

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16 de Diciembre [-9]

—Hoy es viernes, aún me quedan dos días en la facultad. ¿Te molesta quedarte dentro?

Seonghwa había tenido que salir temprano del apartamento, despertando a su paso a Yeosang de una de las mejores experiencias que había tenido, ojalá hubiera podido dormir más.

Ninguno de los dos tomó el desayuno aunque el rubio le insistiera a su invitado que debía comer y como era de esperarse, el pelinegro contestó con un "No me digas qué hacer".

Ahora este mismo se encontraba viendo la televisión como había hecho en las últimas tres horas, la cual no entendía porque la seguían produciendo, sólo les dejaba peor parados ante alguien como él, quien a este momento aseguraba que el título de "animal pensante" podía ser removido.

Pasaban una historia donde los protagonistas no hacían más que coger, gritarse, llorar y reconciliarse.

Vaya, eso lo podrían hacer Wooyoung y San, ambos por su maldita naturaleza estaban condenados uno al otro. Uno por ser la representación de la lujuria y el otro por no poder llenarse nunca de él.

Agradeció por un momento no poder sentir más que enojo hacia otros seres.

Justo en la octava pelea de la novela notó una figura negra en el balcón de la sala.

Un gato.

Con curiosidad se acercó a la puerta y abrió esta misma, escuchando como el gato le maullaba y entraba al hogar, restregandose por sus piernas.

—Padre te envió ¿no es así? Esto es muy cliché. Además se supone que tu vas con las brujas.

Como suponía, sólo recibió un maullido de su parte, por sorpresa, no se sentía irritado por ello.

Justo cuando decidía volver a apreciar la mala representación de la vida cotidiana del hombre, recibió una llamada, bueno, Seonghwa recibió una llamada.

Como buen inquilino, atendió la llamada.

—¿Sí?

—¡Yeosang!

Se escuchó un suspiro por parte del más humano ahora.

—Juro que si no me llamas para decirme que me voy hoy...

—Lamento decepcionarte pero aún estamos viendo como traerte de vuelta sin matarte en el proceso. Aún así, Padre me dijo que te diera algunas advertencias.

Esto era el colmo, y la mezcla perfecta para el caos. La tranquilidad que el hombre había construido en esas horas comenzaba a disminuir.

—¿Y esas son?

—La mayoría de nosotros no conocemos muchas emociones y sentimientos ¿no? Bueno... quizás ya te hayas dado cuenta pero cada vez vas a ir sintiendo más de ellos, ya sabes, por eso de que eres un ciudadano o algo así.

Para el pequeño pecado, sus ganas de aventar el teléfono se hacían muy difíciles de manejar.

—Irán aumentando gradualmente, tampoco te vas a sentir abrumado por ellos... también ten cuidado con el dolor físico, quizás duela más de lo que debería, igual con el emocional, pero no veo porque eso sucedería.

Tratando de mantener la cabeza fría, procesó todo lo que aquel le decía, esperaba que la aceptación se manifestara pronto.

—¿Qué hay con el gato?

Preguntó en un susurro que demostraba todo lo que estaba tratando de contener.

—Ah, Padre lo envió para que te haga compañía.

"¿Es Ira?" Se escuchó de fondo en la otra línea, no hacía falta decir quién era, el único que se la pasaba al lado de Wooyoung.

—¿Quién mierda me llama así actualmente? Creí que nos habíamos puesto nombres porque decir cosas como "Ira" sonaba ridículo.

—Es San, bueno ya me tengo que ir.

Por supuesto que sí.

—Bye.— "¡Chao!" Otra vez se escuchó de fondo.

Ese maldito la había cagado y bastante, le molestaba el hecho de tener que ser aceptablemente amable sólo para cuidar su propio pellejo. Tendría que vivir como un hombre y actuar como uno para no desaparecer. Lo peor es que nada era su culpa, todo era una broma, una muy mala como todas las que Wooyoung hacía.

Decidió dar un recorrido por la casa para relajarse, pero sus pensamientos eran más que él y sus puños cada vez pedían algo que golpear, sin saber cómo, terminó en la habitación del dueño del lugar, recorrió esta misma con la mirada y vio el orden del lugar, incluyendo la misma cama, a la cuál se tiró, quedando frente a frente con el techo.

Luego, sin aviso la incomodidad y rabia lo atacó de nuevo.

No estaba acostumbrado a estar ahí, sabía todo sobre ellos pero no era parte de ahí, no quería, estaba mal, no era su culpa.

No lo era.

Y nada de lo que dijera cambiaría el hecho de que estaba atrapado ahí. cubrió su cuerpo con las sábanas incluyendo su propia cara, mientras sentía las lágrimas y sollozos salir de sus ojos y garganta.

Estaba desesperado, sus manos se apretaban cada vez más contra su cara.

Hasta que escuchó una cerradura abrirse.

—Oh no otra vez.

El peso de la cama se hundió y el cuerpo que se encontraba envuelto en sábanas fue levantado por aquel rubio que llegaba en el peor o quizás mejor momento. Las manos del pelinegro fueron retiradas de su rostro y este fue sostenido por dos manos aunque aquellos ojos aún se apretaban para evitar ser abiertos.

—Yeosang, por favor, cualquier cosa que estés pensando detenla...— No había respuesta. —Yeosang... mírame.— Aún nada.

Fue el momento de que Seonghwa probara otra cosa, su mejor manera de apoyar sin tener que decir nada.

Aquel chico rubio envolvió sus brazos al rededor de la cintura del más delgado, pegándole a él, sintiendo como el cuerpo ajeno se tensaba, sin embargo a los pocos segundos perdió todas sus fuerzas, relajandose y dejando que esa mano subiera a su espalda y diera suaves golpes mientras unos callados "ya, ya" se hacían presentes.

Si el pelinegro no se equivocaba, ese lenguaje ers usado con los cachorros.

Sin embargo estaba muy cansado emocionalmente como para reaccionar de una manera propia, así que sólo cerró los ojos y recostó su cabeza en el hombro del chico mientras su respiración se regularizaba.

Duraron unos cuantos segundos de esa manera, el mayor comenzaba a sospechar que el más bajo se había quedado dormido, hasta que este se alejó, empujándolo suavemente, su mirada posada en su regazo y sus manos limpiando su rostro.

—Ya... no pasó nada.

—Está bien...

Mostró una pequeña sonrisa que no fue correspondida aunque tampoco esperaba que lo fuera. Entonces con esos pocos eventos supo que debía enfocar la mente del chico en diferentes cosas que no fueran su problema.

—Deberíamos ir a cenar ¿no crees?

El comentario captó la atención del más bajo quién al mirar al emisor pudo notar una sonrisa en él.

Qué hábitos tan extraños.

—Supongo...

—¡Bien!— Otra pequeña sonrisa se notó en la cara del rubio. —Vamos, no está tan lejos.

Y Yeosang pensó, que quizás debía conocer sus alrededores.

Sólo para tomar precaución.

me da curiosidad saber cuáles pecados creen ustedes que sean los demás chicos 👁️ los leo.

coldest winter - seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora