𝖚𝖓𝖙𝖎𝖙𝖑ė̴̹͕̋͋𝖉 1̶̰̠̮̦͇̰̞́̍͝?̸̼͇̉̿͜2̵̩̯̮͍̲͙̪́̈́̉̈́ͅ?̴̨̢̡̫̞͈̖̺̯̹͂̇̃̔̋̔́̚͠͝

1K 150 36
                                    

[??? de ??? del ???]

Kang Yeosang era una persona como cualquiera podría serlo, un campesino que se ganaba la vida trabajando con su familia, su madre, su padre y hasta sus hermanos se involucraban en el negocio familiar. Vendían todo lo que cosechaban a las grandes ciudades y eso era suficiente para que tuvieran un día tranquilo.

Cada vez que el chico de tez pálida y ojos color miel se dirigía al centro capturaba los suspiros de todas las jovencitas de vestidos largos, sin embargo sólo tenía ojos para una sola persona.

El hijo del rey, el futuro sucesor a la corona.

No tenía ni la menor idea de cómo había llegado a desarrollar sentimientos tan impuros con sólo una mirada y una sonrisa que habían compartido en la plaza. Estaba muy ensimismado con la sonrisa tan brillante que el chico poseía, que cada vez que lo miraba sentía que su corazón explotaría, sentía la necesidad de abrazarlo, pasar la noche a su lado y llenarlo de tantos besos como número de riquezas poseía.

El destino comenzó a sonreírle cuando se encontró al chico de sangre real en el corredor que daba al mercado.

—¿A dónde vas?— Habló el castaño que pronto dirigiría el reino.

—Uh, su majestad. — El pelinegro hizo una pequeña reverencia, tratando de que sus mejillas retomaran su color natural. —Yo... iba de regreso a mi hogar.

—Oh...— Un poco de decepción se escuchó en la voz del hombre, su mano se apoyó al costado de la cabeza del pelinegro, haciendo a este mismo temblar. — Estaba esperando que me acompañaras un momento.

—¡Oh, no! Está bien, iré con usted.

Yeosang no sabía cómo, pero ambos resultaron conectar muy bien, en el poco tiempo que habían conversado descubrieron que no había mayor necesidad de las palabras.

Terminaron en la habitación del mayor. Habían entrado en secreto en medio de risas, coqueteos y besos.

—¿Y bien? ¿Cuál es tu nombre?

Yeosang se sentía como el más afortunado del reino a pesar de que no tuviera ni un sólo centavo, su amor imposible era correspondido, el hombre más hermoso del reino lo amaba.

—Kang Yeosang...

En verdad lo creía.

—¡¿Qué es lo que hacen?!

El grito aterrorizado de la madre de aquel príncipe resonó por todo el palacio, atrayendo a seguridad, las hermanas del chico y al propio rey. Su hijo, quién ya tenía puesta la sortija desde los 13 años tenía en brazos a otro hombre, sus labios estaban pegados a los de otro hombre.

En ese momento, el único error de Yeosang fue pensar que aquel vanidoso y cobarde muchacho lo defendería.

—¡Quería corromperme, madre! ¡Hacerme caer en el pecado!

En cuestión de segundos y unas cuantas frases, el mundo de aquel campesino se vino abajo. Fue llevado a un calabozo donde pasaría la noche entera, los guardias se burlarían de él y su cuerpo se llenaría de moretones sólo para ser sacado a patadas en la mañana.

—Aquí no toleramos esa clase de impuros.— Le habían dicho una y otra vez.

Tristemente la pesadilla sólo comenzaba al salir de ahí.

Al regresar a su hogar se dio cuenta de que ya no quedaba rastro de aquello. Las cenizas invadían el aire del pueblo y las huellas de que alguien vivía ahí se habían apagado con el fuego que se dedicó a destrozarlo todo a excepción de unas cuantas columnas y muebles.

—¡Yeo! ¡Estás vivo!— La señora Jeon abrazaba el cuerpo del pálido que sólo miraba en blanco la escena, sus lágrimas se derramaban en la camisa del más delgado.—¡Mírate cómo estás! ¡Dios Santo!

—¿Y mi familia?— Preguntó lo único que en verdad le importaba.

—Oh cariño... no estabas dentro ¿cierto?

A partir de ahí fue la decaída, sabía bien quién había sido responsable de aquello y cuál era su mensaje.

“Mantente alejado”.

Ya no le quedaba nada que perder, ni nada porqué vivir más que el odio creciendo dentro de él. Sabía que todos pensaban que había sido un accidente o un descuido, era típico que manejaran esos asuntos en secreto, la imagen de su pobre hijo no se podía ver manchada y la de ellos mucho menos, nadie podía saber que en realidad eran unos asesinos y que el eliminar todo rastro de su familia era en realidad una manera de asegurarse de que aquel chico pelinegro no dijera nada.

Y es que no importaba si era obvio que el mayor había empezado todo, siempre era más fácil deshacerse del invisible.

Del que nadie conocía, un simple campesino que vendía frutas en la ciudad.

Yeosang lloró, lloró por días, noches, semanas, hasta que no le quedaba más que llorar, la tristeza se había acabado dándole espacio a un odio enorme hacia la corona y una ira insaciable. No tenía un plan de venganza, no tenía ni la más menor idea de cómo usar un arma pero todos los que lo rodeaban sabían que algo había cambiado, como si toda su alma se hubiera ido completamente.

Así que como ya no importaba nada y no sabía hacer otra cosa, el pelinegro comenzó a hablar.

—¿Sabías qué me acosté con el príncipe?

Los más sabios del reino afirmaban que no había noticia que se hubiera esparcido tan rápido como esa, una mezcla del morbo popular con la extraña valentía del joven era atrayente para los periódicos y señoras de 40 años con el único don de saber hablar.
Como era de esperarse, la noticia no tardó en llegar a oídos del reino y el pálido no tardó en ser apresado y mandado a la guillotina.

Sin embargo Yeosang nunca temió ni un sólo momento y su ira aumentaba cada segundo que veía que realmente, a nadie le importaba, nadie nunca sabría que el reino mandó a asesinar a toda su familia.

—Tus últimas palabras.

Kang Yeosang nunca perdonaría, nunca volvería a arrodillarse frente a un reino basado en las mentiras, nunca olvidaría. Sus ojos se llenaban de lágrimas pero la tristeza había dejado de existir para él hace tiempo, sólo le quedaba el odio, la ira y las ganas de desaparecer a todo el reino como su familia había sido obligada a dejar de vivir.

Y ocuparía todo lo que quedara de él para mirar a los ojos al príncipe y hacérselo saber.

—Púdrete en el infierno.

creo que volveré a actualizar una vez por semana pq ahora los capítulos son largos y me tardó más escribiendo u u

coldest winter - seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora