𝖚𝖓𝖙𝖎𝖙𝖑𝖊𝖉 #6

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17 de Diciembre [-8]

La luz que entraba por aquel balcón era más fuertes que las ganas de los ojos de Yeosang por mantenerse cerrados. Esta vez Seonghwa no había ido a la facultad, también se había despertado "tarde" y decidió realizar el desayuno para ambos chicos, dato que aquel que seguía tendido en el sofá no tardó en notar.

—¿Esta vez no hay pizza?

Era claro para ambos que el más bajo se había vuelto aficionado de aquella comida, ninguno había visto ese tipo de reacción en el pelinegro, sus ojos parecían sacar brillitos ante cada mordida que daba.

—Lamento decepcionarte pero no podemos comer pizza siempre.

La voz de Seonghwa resonó por la cocina que solo se separaba de la sala por aquella barra, el chico que había dormido en el sillón finalmente se sentó mientras frotaba sus ojos con sus manos.

—¿Por qué?— Su voz sonaba curiosa e inocente, si no se conociera a sí mismo, podría jurar que se asemejaba a un niño.

—No es saludable y tampoco tengo para pagarla. Hoy hice hot cakes.

El de ojos grises se levantó y acercó a la cocina, quedando frente al plato con panqueques que el rubio iba depositando. Éste mismo lo miró, una pequeña sonrisa se mostró al notarlo en total calma, con su cabello desordenado y sus manos ocultas por las mangas de el sueter que le había prestado.

—En un rato voy a salir, tengo que comprar unas cosas que se terminaron y regresaré a preparar la comida. Después estaba pensando que podríamos ir a comprarte algo de ropa, al menos algo que no te quede grande.

Ambos se miraron por un segundo hasta que Yeosang asintió y salió hacia el baño.

Por más extraño que sonara, no le gustaba la idea de quedarse solo.

-' ♡ '-

Seonghwa le había recomendado mantener su mente ocupada y eso era lo que hacía, aunque se sintiera un poco humillado porque lo que le habían dado era un rompecabezas para niños que seguía armando desde que la puerta se había cerrado, debía admitir que su mente se había mantenido a raya y no se sentía particularmente enojado.

A sus espaldas, escuchó como la puerta se abría, ¿debería saludar al rubio? quizás.

—¡No creerás lo que pasó! Te has perdido de muchas cosas, esa carrera tuya te deja sin vida social.

Sólo que ese no era Seonghwa. Al voltear, descubrió que ambos a penas habían descubierto la presencia de alguien más que no era quien esperaban.

La chica de cabello largo y rizado se asomo al exterior del apartamento, corroborado que fuera el departamento de su amigo y no cualquier otro, lo cual en vez de calmarla la confundió más

—Disculpa ¿Quién eres?— La confusión se hizo presente en la voz de la castaña quien no se movía de la puerta.

—¿Quién eres tú?

No, la modestia ni el respeto eran el fuerte de Yeosang y era bastante notorio.

—La mejor amiga de Seonghwa.— La chica se veía ofendida, aunque esto no duró mucho. —¿Por qué llevas puesta su...— Sorpresa, después una sonrisa en su boca y el pelinegro dejó de entender cómo era el sistema de respuesta de la castaña. —¡No me digas! Lo siento, es sólo que Seonghwa dejó de salir desde hace tiempo y no creía que hubiera conocido gente nueva. Me alegra que estés aquí.

Como si hubiera recobrado su confianza, caminó hacia la sala, sentándose al lado del chico que cada vez entendía menos el comportamiento humano.

—Soy Sooyoung.

Aquella extraña extendió su mano hacia el pelinegro confundido, después de unos incómodos segundos, este tomó su mano.

—Yeosang...

—¿Sabes? Seonghwa no tiene malos gustos, eres muy bonito. ¿Usas lentillas? No creo... pero tu color de ojos es muy raro... ¡No importa!— Su mirada recorría el rostro del chico, haciendo a las mejillas de este mismo un poco más rosadas de lo normal, al igual que su ceño fruncido. —Hay muchos conjuntos que se pueden ver bien en ti ¡Oh Dios! Tengo que decirle a Seonghwa que te preste un rato.

La mujer, que cada vez parecía hablar más acelerado pasó sus manos por el cabello del contrario quién se contenía de golpear a cualquiera de los dos. Sabía que tenía que soportar actitudes similares y se le estaba haciendo muy difícil cumplir con ese papel cuando sentía la sonrisa de aquella chica cada vez más cerca.

—¿Sooyoung?

Afortunadamente la única persona que conocía cruzó la puerta, quién traía unas bolsas consigo y también muchas preguntas.

—¿Por qué no me contaste?— La castaña habló mientras se levantaba y acercaba a su amigo.

—¿Qué?

—¡Que conociste a alguien, tonto! ¡Está ahí mismo armando un rompecabezas!

Las mejillas del pelinegro se volvían a teñir de rosa ante la mano que lo señalaba, le costaba comprender que en ese lugar nadie le temía y el hecho de estar realizando actividades de preescolares no le ayudaba.

—Ah... no es lo que tu crees...

—Olvídalo, no tienes que explicarlo, hace tiempo no nos vemos y han pasado muchas cosas¿no crees?

—Seguro...

—Bueno ¿les importaría que alguien se les uniera a la comida?

.
.

La comida se había terminado hace media hora pero la historia de cómo la relación de alguien que Seonghwa probablemente no conocía (de acuerdo a su cara) seguía y todavía le faltaban varios giros de trama.

—Ojalá los infieles se fueran al infierno...-Agregó la chica molesta.

—No lo hacen.

Las miradas del resto de la mesa se enfocaron en el de ojos grises, curiosos ante la iniciativa que había tomado de hablar.

—Es decir... yo creo que si así fuera el infierno estaría muy lleno ¿no?

El chico esperaba no sonar como un completo lunático, en verdad sólo esperaba pasar el resto de lo que le quede ahí desapercibido y el silencio que había generado su comentario lo tenía muy nervioso hasta que una risa se escuchó.

—Me agradas.— Una sonrisa se posó en los labios de la chica. —Te conseguiste uno bueno, Hwa.

La habitación se llenó con varios intentos de formular una oración por parte de ambos chicos para aclarar el hecho de que no había pasado nada entre ellos y que en realidad era más complicado de lo que parecía.

—No se preocupen... no los cuestionaré, me agrada que Seonghwa te haya conocido— Su mirada topó con la del chico de cabello negro. —Sé que es un poco extraño pero es una muy buena persona, debiste deducirlo por el hecho de que quiere pasar el resto de su vida ayudando a los demás... en fin, me tengo que ir.— La castaña se levantó de su lugar y depósito un beso en la mejilla de cada uno antes de despedirse y salir, dejando a ambos en un ambiente extraño donde nadie hablaba y no se veían entre ellos aunque está claro que el pelinegro estaba más irritado que avergonzado.

Una vez el más bajo notó que la mirada del rubio parecía no moverse de su plato, decidió alzar la voz.

—¿A dónde dijiste que íbamos a ir?

vieron que esta es mi séptima historia, como los siete pecados jaja q curioso

coldest winter - seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora