𝖚𝖓𝖙𝖎𝖙𝖑𝖊𝖉 #14

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—No puedo creer que me besaras en frente de todos.— Ambos chicos regresaban de la feria, el reloj marcaba las diez de la noche y el humor para el rubio era bastante bueno, se sentía renovado, feliz y quizás hasta enamorado.

—No puedo creer que te pelearas por una ardilla gigante falsa.— Mencionó el pelinegro mientras posaba aquel enorme peluche en la sala de estar.

—¿Quieres una real?— Dijo Seonghwa sarcástico.

—¿Puedes conseguirla?— Respondió Yeosang de la misma manera provocando una risa en ambos.

Después de que se colocaran sus pijamas, habían decidido que era aún muy temprano para dormir, además el pequeño chico de ojos rosados aún tenía hambre a pesar de haber devorado su orden de papas, la de Seonghwa y el resto de la de Jacob. El rubio se preguntaba cómo aquel seguía siendo tan delgado con un hambre tan feroz siempre.

Como otras veces que el moreno cocinaba, Yeosang sólo lo veía sentado en la barra que separaba la cocina de la sala de estar, su mente divagaba en los recuerdos que tenía sobre la feria, su llegada y su vida con el resto de su... ¿familia? ¿amigos? En la tierra se acostumbraba a ponerle ese tipo de nombres a los círculos sociales y ahora estaba muy confundido. Ninguno allá abajo era capaz de sentir afecto hacia otro ser y por más que los siglos pasaran nunca sentirían una conexión unos con otros a excepción de aquella "pareja" que simplemente caían uno por otro.

Cuando regresara ¿mágicamente dejaría de amar a Seonghwa?

Amar. Lo había dicho.

El más bajo había usado una palabra de la cual ni siquiera estaba seguro del significado, sin embargo lo sentía correcto y necesario.

Al igual que su anterior vida, se había enamorado demasiado rápido, pero quién podía culparlo, el rubio era carismático, amable e inteligente. Cosas que Yeosang había cambiado en el pasado por ira y un odio incontrolable hacia la humanidad.

Al día ocurrían millones de muertes en todo el mundo ¿por qué tenía que ser la de Seonghwa aquella que lo regresara a un lugar donde no estaba seguro de querer volver? Wooyoung había dicho algo sobre un lazo sentimental que compartían pero no le hacía mucho sentido.

¿Debería informarle a Seonghwa sobre el día de su muerte? Era lo menos que podía hacer por él a menos de que no quisiera saberlo.

—Ya está la cena.— La voz del más alto sacó al pelinegro de sus pensamientos, una sonrisa y unos platos se colocaban frente a él mientras su conciencia le seguía carcomiendo por dentro. —¿En qué piensas?

La mirada preocupada de el rubio fue suficiente para poner nervioso a Yeosang, quien sólo bajó la cabeza, removiendo su comida.

—¿Te gustaría que te dijeran cuándo vas a morir?

La voz suave del chico pálido hizo eco por la cabeza de aquel en frente de él. Cada vez que parecían avanzar en algo, el más bajo lanzaba una pregunta extraña y actuaba extraño. Sabía que no era la persona más normal pero esto ya era ridículo, aún no podía entender a Yeosang, no sabía nada sobre él y tampoco había indicios de que alguien supiera algo sobre él.

—De acuerdo.— El moreno soltó sus cubiertos y suspiró, mirando fijamente al pelinegro enfrente de él. —¿Qué es lo que te ocurre? ¿Por qué es la segunda vez que me haces preguntas así? Yo...—tomó un momento para pensar su oración, estaba cansado y confundido. —Sé que eres algo extraño, tus ojos que ya eran grises cambiaron a ser rosas ¡Ni siquiera sabía que ese color de ojos existía! Te rehúsas a hablar sobre ti pero aún así me besas y...— Sus manos quedaron tendidas en el aire, Yeosang sentía la frustración que tenía su compañero, no porque precisamente lo sintiera dentro suyo, sino porque era notorio. —¿Quién eres?

El rubio finalizó con todo lo que había querido saber desde un principio y con un indescifrable pelinegro de ojos extraños mirándolo. El silencio que se había formado era muy denso, ninguno de los dos habló por unos segundos, los pensamientos de Yeosang trataban de ponerse en orden y explicar todo de una manera sencilla.

—Seonghwa, tú sabes... que hay ciertas cosas que son imperdonables para Dios.

—¿Pecados?—Preguntó confundido.

—Sí, se albergan en las profundidades del infierno, aunque de cierta manera todos tienen un poco de los pecados pero ya sabes... siempre hay un representante para los casos extremos.— El pelinegro miró al chico en frente de él, esperando a que lo llamara loco o lo hechara de su casa.

—Espera... ¿Me estás diciendo que eres uno de ellos? ¿En verdad? ¿Qué?— Su expresión era de total confusión, sonaba ridículo pero, si pensaba las cosas así, hacían un poco de sentido toda la rareza del contrario.

—Sí... ira, pero el estar aquí está haciendo que cambie... no sabría ni explicarlo yo mismo...

—¿Y eso qué tiene que ver con que me preguntes con mi muerte? ¿Acaso sabes... cuándo va a pasar?

—S-sí, es mi boleto de regreso.—Mencionó un poco nervioso el pelinegro. Esperaba que ahora lo echara de su departamento, probablemente lo veía como un amuleto de mala suerte, algo demoníaco, algo de lo cuál alejarse y tenía todo el derecho de hacerlo, Yeosang no se había comportado para nada bien desde que llegó, le había hecho dudar hasta de él mismo e inclusive reducido el dinero que poseía.

—Entonces no me lo digas.

—¿Qué?— Alzó la mirada para ver a un Seonghwa suspirando mientras acomodaba de manera nerviosa su cabello.

—No quiero que me lo digas. Prefiero vivir contigo lo que me resta sin saberlo.

La pantalla del celular del rubio se iluminó, marcando la llegada de un mensaje y el inicio del cuarto día, sin embargo, el mensaje recién llegado era más deprimente que el hecho de que sólo le quedaran 4 días de vida al más alto.

"Feliz cumpleaños"

es un poco corto pero gracias por las 1K lecturas ;;;

coldest winter - seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora