𝖚𝖓𝖙𝖎𝖙𝖑𝖊𝖉 #18

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23 de Diciembre [-2]

—Del diez al diez ¿Cuánto crees que que tu madre me odie?

La pareja iba de nuevo en el auto del rubio en camino a la casa de la madre de este mismo. Yeosang aún no procesaba del todo bien los nervios y la empatía pero sabía que su novio estaba al borde de empezar a temblar. La madre de Seonghwa, por lo que le había contado, siempre había preferido a su marido antes que a su hijo y cuando se separaron no supo con quién desquitarse más que con Seonghwa y utilizando de pretexto sus preferencias hasta que este mismo salió por su propia cuenta.

—Honestamente... un 15, pero no es que te odie, odiaría a cualquiera al que presentara como mi novio.

El más alto soltó un suspiro y dirigió su mirada al otro chico, donde notó que el sutil rosa de sus ojos había oscurecido un poco.

De nuevo su mente se detuvo por un momento y tuvo que obligarse a regresar la mirada a la carretera.

—Uh, Yeosang ¿qué significa que tus ojos cambien de color?

El pelinegro abrió los ojos preocupado y se miró a sí mismo en la ventana del auto, suspirando al percatarse del cambio en su iris.

—¿Has escuchado eso de que los ojos son la ventana del alma? Pues... es algo cierto en este caso. Mis ojos grises daban a entender que no había sentimientos, no era humano y ahora... tengo demasiados, ni siquiera puedo contarlos, pero si llegaran a ser completamente cafés...

—¿Serías como un humano?

—Sí, algo así.

Ambos guardaron silencio.

Quizás... si se volvía humano las cosas con Seonghwa irían bien... quizás así pudiera ser una persona digna de estar al lado de alguien tan noble y bondadoso como el rubio.

Porque claro, nadie quiso estar con el cuando era una buena persona, ¿por qué hacerlo ahora cuando no era siquiera una persona?

—¿Te gustaría que fuera uno?— Preguntó el pálido, haciendo que ambos se miraran.

Un silencio se creó entre ambos, Yeosang comenzó a crear un montón de escenarios y respuestas en su cabeza mientras que el más alto estaba sorprendido por la pregunta.

—No.— Respondió finalmente el rubio. —Es decir...— Su mirada regresó a la carretera. —Me gustas por ser quien eres, aunque eso implique todos tus ataques de ira, tus extraños conocidos y... tu personalidad rara pero... —De nuevo sus ojos se conectaron mientras el moreno reía suavemente. —Todo eso te hace especial, te hace ser el único en mi mente.

Yeosang podría venir directo del infierno pero esas risitas que salieron de su boca eran el cielo mismo.

.
.

Ambos estaban parados frente a aquella casa vieja de la madre de Seonghwa, sin embargo el pelinegro se quedaba unos pasos atrás, no estaba seguro si la idea del más alto era buena pero tenía que intentarlo.

Finalmente, el chico tocó la puerta.

Después de unos largos segundos, una mujer abrió sin muchas ganas y miró al hombre frente a él. No era muy expresiva y por su aspecto parecía que acaba de despertarse, sin embargo Yeosang notó una chispa en los ojos de esta mujer.

—Seonghwa.— Fue lo único que su monótona voz logró producir.

—Mamá...— Habló el más alto, quien parecía haber vuelto a la edad de diez años.

—Has crecido...— Señaló la mujer que hasta el momento no había volteado a ver al pálido ni una sola vez.

—Sí, eso creo.— Otra vez hubo un silencio confuso entre ambos hasta que Seonghwa suspiró y giró hacia a Yeosang, llevando todas las miradas hacia él.

coldest winter - seongsangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora