Así como nacen diez rosas nuevas, mil más se marchitaran, porque todo es intercambio y equivalencia, no habrá vida si no existe muerte en su lugar, ni habrá muerte si la vida no llegó antes.
En este plano todo es equivalente y todo lo que existe no solo apareció de repente, fue intercambiado, por medio de la equivalencia de los seres y de las piezas ilimitadas de este rompecabezas infinito. No creo en las casualidades pero si en el destino, no creo en los mitos pero si en las cosas que he vivido y todo me lleva a creer que el universo es infinito y está lleno de posibilidades, posibilidades que mientras no las elijas todas son verdaderas, interrogantes con mil respuestas y otras que solo tienen una, así como existen las que no tienen ninguna, respuestas para las cuales nunca hubo pregunta y tiempo para el cual nunca hubo espacio, así como un espacio impaciente que no pudo esperar por el tiempo.
Volviendo a la equivalencia, todo me lleva a pensar en lo efímeras que son las cosas y lo mucho que su ligereza puede pesar, como una vida puede condicionar a otra y como su ida puede significar el comienzo de una nueva vida. Como un sacrificio, el entregar algo valioso, te puede entregar algo aún más valioso, como una acción que puede costarte, te entrega una satisfacción aún más grande.