Capítulo 15

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— ¿Puedo entrar o me quedo en la puerta? — nos pregunta — claro, pasa, ay, perdona,  — le preguntamos mientras que nos chocamos entre nosotros — ¿quieres té, café, agua? — le preguntamos — café, por favor — le ponemos una taza, al igual que yo, Joseph se sirve un vaso de agua, y nos sentamos. Hay tanta tensión que se podría cortar con un cuchillo — bueno, os quería pedir perdón — nos dice Spencer — no, somos nosotros los que deberíamos de sentirlo — le digo a Spencer — si, te lo tendríamos que haber contado desde el principio — y me coge Joseph de la mano — y bueno, ¿tú que tal? — le preguntamos los dos a la vez — Pues, estoy saliendo con, bueno, ya sé que, no está muy bien visto y que nos llevamos poco, pero estoy con Harry, el profesor — y se me ponen los ojos como platos, empieza a templarme las manos y Joseph, que su mirada echa fuego, y aprieta tanto la mano del enfado que rompe el vaso, y Spencer se revuelve en el sillón — a ver, ¿qué pasa aquí? — Joseph se levanta y mira a la ventana, que está lloviendo desde hace poco tiempo  — ¡¿quieres saber qué pasa?! — me levanto y le cojo la mano a Joseph — que tu novio intentó hace poco violar a tu amiga, eso es lo que pasa — y da vueltas por el salón  — no lo sabía, de verdad, me siento como una mierda — me dice Spencer — ya, bueno, creo que es razonable — y lo miramos Spencer y yo — perdona, Spencer, lo he dicho sin pensar — dice Joseph  disculpándose — no, lo siento yo, de verdad, si lo hubiese sabido... ¿Por eso llevas los dos coleteros, para que no se te note la venda? — y me agarro las dos muñecas — Spencer se acerca a mi, me mira, y se percata del cardenal que tengo en el párpado, me lo acaricia y baja la cabeza en señal de culpabilidad — bueno, creo que me voy a ir, ya os he dado el día — y vamos Joseph y yo hacia ella — no tienes que irte, de verdad — y me quedo bastante apenada, — es que tengo que irme ya a Madrid — nos dice a los dos — me ha alegrado veros bastante — dice apenada — así que voy en su dirección y nos fundimos en un abrazo, uno que siento que lo necesitaba y que echaba bastante de menos.
En cuanto se marcha Spencer, no quedamos un tiempo en silencio, suspiro y me echo el pelo hacia atrás y Joseph hace lo mismo — anda, vayamos a hacer la compra, así nos podremos despejar un poco — me dice para romper la tensión.
Cogemos el coche y nos disponemos a ir a hacer la compra, mientras miro por la ventana y no puedo parar de pensar en todo lo que ha pasado esta semana. Terminamos de hacerla, llegamos a casa, comemos y nos sentamos en el sofá, nos quedamos dormidos. De repente noto un cosquilleo, abro los ojos y es Joseph, que me está acariciando la mejilla — despierta, vamos a salir a la calle — me dice — ah y ponte abrigo.
Me tapa los ojos con un pañuelo, me lleva de las manos y me calza, pero no llego a saber qué es, porque me coge. Después me tengo que agarrar a una barra, demasiado fría, me quita el pañuelo y ¡estamos en una pista de patinaje! — venga, vamos — me anima  Joseph — hace demasiado tiempo que no patino — le digo, pero a él le da igual. Me agarra de las manos y me ayuda, nos caemos como unas cien veces, pero al final consigue su propósito, y puedo patinar, más o menos bien — has visto, ya sabes, más o menos — empezamos a meterle el turbo a no parar, hasta que el dueño  nos dice que ya va a cerrar, que llevamos cuatro horas, desde las 6:00p.m. Decidimos parar en un McDonald's y cenamos en los bancos, reímos, nos peleamos... Llegamos a la casa y nos vamos a dormir — no te olvides de la pastilla — me dice Joseph, mierda, es verdad, la pastilla — voy a llamar a mi madre, y a ver si está despierto Elijah — Joseph asiente — te espero en la cama — me dice Joseph — le doy a marcar al número de mi madre y lo coge al tercer pitido — ¡hola! ¡Qué alegría de oírte! ¿Dónde te habías metido? — me empieza a atosigar, y tengo que coger aire para poder decírselo — yo también me alegro, pues estando, liada, de aquí para ya, y — se me desquebraja la voz — ¿qué te pasa cariño? — me dice con preocupación — Pues que — y empiezo a contárselo, y no puedo evitar empezar a llorar y me abraza Joseph, y sigo llorando — oye, voy para ya — me dice mi madre, pero reacciono — no, tienes que quedarte allí, estoy bien, tranquila — le digo para que se calme — además, tengo a Joseph aquí — le digo — ¿y Justin lo sabe? ¿O ha pasado algo? — abro los ojos en señal de que no le he contado nada — mierda, se me ha olvidado decírtelo, rompí con él, al parecer me estaba engañando con otra — y mi madre empieza a entenderlo — ¿está Elijah? — le pregunto para cambiar de tema — si, está aquí, te lo paso — me dice mi madre — hola, ¿cómo te va enano? — le cinco — pues muy bien, pero te echo de menos, muchísimo, no sabes la falta que me haces, tengo novia y — me sorprendo — ¿¡y no sé te ocurre llamarme?! — le digo — ¡pero si ni me escribes, estarás con Justin haciendo, ya sabes que — me sorprendo con cómo habla esta persona que es mi hermano pequeño  — bueno, te prometo que te llamaré y te escribiré más a menudo, además, estoy con otra persona, en cuanto que vaya en navidad os lo presento y a ti el primero — y se emociona — te tengo que ser sincero Car, no me caía bien Justin — me dice y me quedo anonadada, — no me lo esperaba, pero mejor, él es un mierda — oye, eso solo lo dices por el chat nuestro en privado — y nos reímos a la vez — me ha alegrado mucho que hayamos hablado — le digo contenta — lo mismo te digo — me dice — ¿estará mi moto bien no? — le pregunto — en realidad, no sé cómo decírtelo, me la han robado — y no paro de chillarle — es broma, te relajas eh — y me quedo furiosa — anda, duermete, te quiero, enano — le digo — y yo a ti inbécil — y me cuelga antes de que le pueda responder.

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