Capítulo 16

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Decido salir a correr, ya he estado bastante en casa. Son las 7:00a.m., algo que no me ha pasado en la vida, levantarme a esa hora para salir, pero voy de todos modos. Llevo tres kilómetros, y no me siento cansada, sino más activa, así que decido seguir. Mientras que voy con la música a todo voulen veo que alguien corre, no le doy importancia, pero viene en dirección a mi y decido correr aún más, como nunca antes he corrido y se para en frente mía, nos quedamos en silencio, — Car, soy Brad — y dejo salir un buen suspiro de alivio — ¿te he asustado? Perdona si lo he hecho — me dice Brad — eh, no, tranquilo, no te preocupes — le digo. Desayunamos en una cafetería y hablamos sobre cómo me encuentro — ¿al final vas a volver? — me dice Brad — si, a ver, ya son las vacaciones y he aprobado todo, así que si, volveré — me despido de él con un abrazo y vuelvo a casa, está Joseph limpiando la casa, algo que se lo agradezco — hola — me dice Joseph, y me besa — vaya, limpias mejor que yo — le digo bromeando —pues la verdad es que si, así que ya mismo te quito la faena  — y nos reímos.
Decido que voy a darme un baño con agua caliente, como me lo di el otro día, me llevo los cascos y me pongo a escuchar música, la verdad es que me relaja bastante. No me decido si dejármelo suelto o hacerme un moño o una coleta, pero al final me decanto por secármelo directamente, me meto en mi habitación y escribo en el diario para desahogarme, como una hora o dos, eso me ha dado para escribir como cincuenta páginas. Recibo un mensaje, mi madre, "solo quería decirte que avisaras a Joseph para que se venga esta navidad a pasarla con nosotros". Se me había olvidado, así que salgo a decírselo, pero oigo que está hablando con alguien, así que decido oír lo que dice — esta bien, nos vemos allí — y cuelga, ¿con quién estará hablando? — salgo de forma discreta — tengo que salir a hacer un recado — me dice, cogiendo su cazadora vaquera, guantes y su gorro — ¿quien era? — le pregunto — ah, nadie, se han equivocado — miente — esta bien, te espero aquí — le digo y se despide.on un beso.
Coge el coche y yo lo persigo con la moto, va muy lejos de la ciudad, posiblemente a las afueras  — ¿qué estará pasando? ¿A qué o a quién va a ir a ver? Veo que está comiendo con una chica, así que decido comer en una mesa alejada, pero no tanto para oír de qué hablarán. La chica es bastante guapa: morena, alta, tiene los ojos marrones, tiene hecha una trenza de espiga, una blusa negra  transparente, una falda blanca con un cinturón negro y dorado, botines negros, además tiene tres pendientes en cada oreja y bastantes anillos, como yo. Están hablando y no paran de reírse, le coge la mano Joseph y él la acepta, no puedo verlo y me voy al baño a refrescarme. No me lo puedo creer, pero por un momento me tranquilizó e intento relajarme. Vuelvo a la mesa y veo que la chica no está pero Joseph si, mirando el móvil, pero la chica se ha dejado el bolso. Viene la camarera a preguntarme que quiero para comer y le digo que unos spaghetti boloñesa, no me he dado cuenta de que la chica ha vuelto, que rápida.
Me traen la comida rapidísimo, pero ellos van por el primero todavía, se han pedido una pizza de espinacas, más tarde les trae los dos filetes de carne con nata y patatas. Le pido a la camarera un café y ellos se piden otro, al parecer ella recibe una llamada y no duda en cogerlo, puedo oír un poco lo que le dice al del teléfono — si, vale, a las 5:00p.m. vale, si tranquilo, tengo tiempo, claro si son las 2:00p.m. ya sé que está lejos, pero llegaré a tiempo. Ah, ya veo lo mucho que confías en mi — y se ríe ella — si quieres te llevo — le pregunta Joseph — pues no me vendría mal, además, tenemos que hablar de lo que tú ya sabes... — le dice ella a Joseph, y él la mira sonriendo, regalándole una de esas sonrisas que me regala a mi y que le encanta al mundo — vaya, si que son las dos, llevarán como dos horas hablando, tienen demasiada confianza, como la que tenemos Joseph y yo o muchísima más.
Después del café veo que se han pedido un postre, un mulán de chocolate con nata, y yo me pido lo mismo, llega la cuenta y veo que se pelean por ver quién va a pagar, pero es una pelea cariñosa, y siguen quietos, no han parado de hablar y siguen, no he visto ni un gesto de enfado, solo risas, gestos de pavoneo, y mucho cariño, con muchos te quiero, seguramente no se han podido dar ni un beso en la boca porque no los he pillado, pero seguro que lo han hecho cuando he ido al baño. Pido la cuenta y me voy fuera, a que me de el aire, me siento en un banco, al parecer hay un niño aquí, en el carricoche abandonado, lo voy a ver y se va el carrito cuesta abajo, voy corriendo, agarro el carro con muchísima fuerza,  así que decido coger al niño y dejar que el carrito se caiga, al no poder aguantar las dos cosas, la mujer viene a mi y me lo agradece entre lágrimas de felicidad — ¡¡¡dios mío!!! Muchísimas gracias, no le iba al freno al carrito y al parecer aguantaba, no sé cómo agradecértelo — me dice, que sigue llorando — ¿Car? ¿Qué haces aquí? — me dice Joseph, sorprendido — lo mismo te digo yo, que has venido con la chica esa, que por cierto, ¿cómo te las has ingeniado para venir? — le digo, y no puedo evitar con el casco darle al cristal del coche, de lo enfadada que estoy con él — tengo que ir a hacer un recado, no tardaré — le digo furiosa, y la gente del restaurante nos mira, me agarra de los brazos y al mismo tiempo me coge, pero pataleo y veo que viene la chica — hola, ¿qué esta pasando aquí? — dice ella, que está sorprendida — ah, con que esté ers el recado, ¿no? Darle dinero o saber cómo está tu, ¿hijo secreto? — y me intenta tranquilizar, pero se ríe bajo Joseph, y la chica no lo puede aguantar la risa — ¿¿¡¡de que coño te ríes??!! — le grito y le sigo pegando al cristal, a ver si se le pasa  la puta risa — Car, Car, es mi hermana, Amelia, está embarazada de su marido, Charlie — y se me cae la cara de vergüenza — hay, dios, lo siento, — ¿pero no os parecéis nada? — le digo — eso es porque es mi melliza, los mellizos, tanto de niños como niñas, no se parecen, ¿o tus sobrinos se parecen? — Y me quedo pasmada, me doy la vuelta de la vergüenza que tengo — dios, déjame estar ahí cuando se la presentes a mamá — dice Amelia riéndose de Joseph — ja ja, que graciosa eres — le dice Joseph a Amelia — hombre, también es normal, si no le has hablado de mí — le dice Amelia a Joseph — ¿bueno, nos vas a llevar o qué? — le pregunta Amelia a Joseph —eh, si, veniros — nos dice Joseph, pero le respondo — id vosotros, yo tengo moto, así si me mató, será por vergüenza — les digo a los dos, y Amelia se ríe — está bien, por cierto, Caroline, eres muy guapa, me ha encantado verte por fin, y haber podido conocer tu faceta de mala ostia, así solo te quedas con la parte simpática, Joseph no para de hablar de ti, enserio y la parecer bastante bien — lo miro, sonrio y el baja la vista, también sonriendo — anda, súbete ya, pesada — le dice a Amelia, y yo voy en dirección a la moto — espera, Car — viene en mi dirección y me besa, es un beso fuerte y apasionado y sucumbo con más fuerza que nunca.

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