Capítulo 14

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En cuanto que abro los ojos me encuentro en el hospital — ¿qué ha pasado? — le pregunto a una enfermera — te has desmayado — me informa — e intento hacer memoria — mira, ahí viene tu novio — me dice viendo ella cómo se aproxima Joseph — hola, ¿cómo te encuentras? Me iba a morir del susto en cuento te he visto desmayada — me dice, casi sin poder hablar — no me acuerdo mucho — le digo — ¿Qué recuerdas exactamente? — me pregunta Joseph — recuerdo estar en clase, recogiendo las cosas y ya desmayarme — le digo, y se queda pensativo — pues al parecer Harry, el profesor, iba a abusar de ti, pero al parecer le mordiste y golpeaste hasta que ya pudiste salir de allí — ya empiezo a recordar y viene el doctor. — ¿Cómo te encuentras? — me dice, me empieza a examinar los ojos, y a hacerme preguntas, y entonces le empiezo a contar lo que voy recordando — bueno, el alta te lo daremos dentro de poco, te recomendaría que descansases un poco, tómate un día o dos para estar más relajada y vuelves a la clases, pero tienes que reposar un poco, sino puedes dormir, te voy a recetar estas pastillas para que puedas dormir mejor, cualquier cosa me llamas, pasaros ahora a daros el alta — muchas gracias doctor — le decimos Joseph y yo a la vez — dios, cuanto lo siento, si hubiese ido antes a recogerte a la clase, no habría pasado nada — y lo miro sorprendido — tu no has tenido la culpa de nada, la culpa es de él — y le cojo la mano, al mismo tiempo él me la agarra con fuerza y me besa, algo que agradezco. Nos vamos al piso y me siento en el sofá, Joseph prepara una pizza de tomate, queso, champiñones y jamón york. Nos sentamos y ponemos Netflix para relajarnos después de un día de mierda que hemos pasado tanto él como yo.
Estoy en una habitación sin luz, se enciende una vela y me acerco a ella, pero no deja de escaparse, voy corriendo todo lo que puedo, y de repente veo un rostro... Es Harry. Decido correr todo lo que puedo pero me agarra del cinturón con tanta fuerza que lo hago en vano, lo hace con muchísima fuerza y no paro de gritar y pedir ayuda, pero nadie me oye, nadie puede oírme, pero sigo gritando, y de repente siento un tambaleo en mi cuerpo, como si alguien me estuviera moviendo — ¡¡¡Car, Car, despierta joder!!! Mierda, ¡¡¡Car!!! — y abro los ojos de sopetón, y de un buen suspiro. Estoy sudando, temblando y me abraza Joseph — estoy aquí, estoy aquí, tranquilo — y me aprieta contra él con todas sus fuerzas, como si me fuera a ir de su lado, algo que no pasará — me iba a morir, gracias a Dios — y no deja de abrazarme — estabas teniendo una pesadilla — me dice, sin soltarme de sus brazos — pero estoy aquí, tranquilo — y se tumba conmigo, abrazados los dos.
Llega por la mañana y decido que no voy a salir a correr, así que voy a darme buena ducha caliente, veo que Joseph tiene la cabeza apoyada en mi cho, nuestras piernas entrelazadas y su brazo enterrado en mi espalda. Decido desenlazarme de él para no despertarlo, hace un gruñido y un movimiento, coje la sabana y se tapa dado que solo lleva el bóxer puesto. Pero decido que voy a darme un buen baño, a ver si se me despeja la mente: llevo una camiseta negra de Joseph, me desnudo, abro el grifo, cierro los ojos y me sumerjo en el agua. No se oye nada, solo hay silencio, y decido que voy a sacar la cabeza de la bañera y miro el reloj, son las 8:30a.m, llevo dos horas metida en el agua, me he despertado a las 6:00a.m. He podido dormir un poco desde que Joseph dormió ayer conmigo. De repente se abre la puerta y es él, hablando del rey de Roma — hey, veo que estás muy a gusto, ¿cuánto llevas aquí? — me pregunta medio dormido, medio despierto — hará como dos horas — le digo, y se tambalea — caramba, ya mismo te conviertes en la princesa Arial — y nos reímos los dos — es que estoy... aahh — se cae en la bañera, encima de mía, y se desborda el agua e inunda el baño — lo estamos poniendo todo mojado — le digo riéndome de una forma graciosa y — luego lo secamos — me dice, y me hace cosquillas, me resisto, algo que es en vano, no puedo aguantarme, verlo así riéndose, lo agarro de la camiseta y le atraigo hacia a mí, dándole un beso profundo. A continuación, me acaricia la mejilla y a la vez el pelo, nos miramos de una forma de conformidad y nos quedamos uno al lado del otro, hablando de todo y riendo a más no poder — bueno, tengo que irme a hacer la compra, ¿te vienes? — me pregunta Joseph — si, espera que salga — y viene directo a mi — espera — y me saca de la ducha cogiéndome como siempre, ya que tengo las dos muñecas malas. Estoy muy pegada a su pecho, ya que puedo sentir cómo late su corazón, — puedo sola, — pero él me viste, con cada movimiento que hace tengo ganas de él, pero aún no puedo, me falta energía. Hoy quiero ir  lo más cómoda posible, así que le digo que me coja: un vestido blanco, junto con una cazadora vaquera negra y unos zapatos planos burdeos, junto con el bolso a juego. Me venda las dos muñecas, y se repente se le ocurre uns cosa, me pone en la zona de las vendas de las muñecas dos coleteros de color negro — para que cada vez que te veas las muñecas te veas eso, tus dos muñecas, sin vendas — y no puedo echarme a llorar cuando me dice eso — y Joseph me abraza, y de repente permito pensar en mi padre, pero decido calmarme, porque como piense en él ya si que me desmorono del todo. En ese momento alguien llama a la puerta, — ya abro yo — le digo a Joseph. Bajo la escaleras y resulta que es... Spencer. Y me quedo en la puerta, sin poder moverme ni gesticular palabra — ¿quién es? — pregunta Joseph gritando — y nos quedamos los dos perplejos.



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