Capítulo 19

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Llegamos a casa de mi madre y nos abre Elijah, que está con su chándal de Adidas negro, nos quedamos los dos mirándonos y nos abrazamos, un abrazo que ambos deseábamos mucho, ve a Joseph y se dan un abrazo, más tarde está mi madre en el salón con su bata, leyendo "Come, reza, ama" y seguro que con un chocolate caliente, se levanta y nos abraza con mucha fuerza — hola, ¡qué alegría de verte, y por supuesto a ti de conocerte Joseph — le dice mi madre a Joseph — es que estaba leyendo con un chocolate, — lo sabía — ¿queréis uno? — y no nos negamos — bueno, instalaros donde queráis, en tu cuarto o en el de invitados, ya lo que veáis —. Decidimos que nos vamos a instalar en mi habitación — vaya no me la esperaba tan grande — dice Joseph, que se queda anodadado — tampoco es tan grande pero es que parece que el piso es pequeño pero luego si, las habitaciones no son tan pequeñas — le digo, y asiente —  ¿tienes baño? — me pregunta y entra — es pequeño, pero me encanta — le digo a Joseph — hay que ducharse — perfecto — me dice Joseph, y va detrás de mi, pero lo detengo en la puerta del baño — ¿no pretenderas que me duche solo? — me dice, y no puedo evitar sonreír, se acerca a mi, me agarra de la cintura y le besa, nos metemos en el baño y cierro la puerta — vamos a tardar más — le digo intentando que pare pero no quiere — en la casa de mis padres te abalanzaste tú — me dice Joseph —  mierda, es verdad — le digo. Me besa, le agarro y me subo encima de él, más tarde le beso me llava hasta el baño y me quita la ropa, preparamos el agua y sale templada, me quita el sujetador y le quito la camiseta mojada que le marca todos los músculos y el torso, me agarra de laa manos y me las sujeta, le quito los pantalones, y le agarró con los pies la cintura,le quito los calzoncillos y él me baja los pantalones y las bragas, me mete dos dedos para seguir excitándome y no puedo evitar gemir, mientras que él cambia, uno, dos, o hasta tres dedos, y no puedo más, lo atraigo más hacia mí  y le beso con mucha fuerza, mientras que me besa y me atrae hace él me penetra, lo aprieto más hacia mí y mientras que lo beso y tenemos que parar para que respiremos y de repente suena la alarma, llevamos una hora entera, y le tengo que decir que pare, que hay que prepararse para la comida. Se pone una camisa de cuadros azul marino y roja que le he regalado por Navidad, y él a mi unos pantalones de perlas y unos aros  dorados que me regaló, me los pongo junto con una lencera y chaqueta azul marino con botones, me seco el pelo, me lo dejo suelto.
Llegamos al salón y han llegado mi prima, mi primo, mi hermana con los tres niños, y Steve. En cuanto que ya va viniendo la gente nos salimos a la terraza, hace muy buen día, la verdad, y empezamos a hablar, a preguntarle mi familia a Joseph sobre él, y van llegando la gente y nos sentamos a la mesa, somos catorce, y más tarde hacemos que viene Papá Noel para mis sobrinos, y hay regalos, para todos, e incluso para Joseph: hay marcos con fotos, pendientes, bufandas, bolsos y hasta dos Polaroids, una para Joseph y otra para mí — no hacia falta — me dice Joseph — pero me hacia mucha ilusión, y tenía ganas — le digo, y me besa y la gente nos mira, sonriendo y nos ponemos colorados.
La gente habla, juego a las cartas con mi madre, mi prima, mi tío, mi hermano y mi hermana, otra gente está hablando con el móvil y Joseph juega con los niños, lo veo de vez en cuando de reojo y no puedo evitar sonreír, y los de la mesa me miran — estas completamente enamoradísima de él — me dice mi prima — pues si la verdad es que si, ha sido algo que le agradezco al año, la verdad y me siento bastante llena como hacía que no me sentía desde hacía tanto tiempo  — y la gente me mira enternecida — eh bueno, sigamos — y les digo, y la gente se ríe, llega la hora de la cena y seguimos cenando. Llegan las once de la noche y la gente ya se empieza a ir a sus casa, ayudamos a mi madre a recoger la mesa, a poner el lavavajillas, barrer la cocina, y colocamos la mesa y la silla en sus condiciones.
Nos tumbamos en la cama Joseph y yo agotados y con el estómago para explotar — nos han cebado — me dice Joseph, y no puedo reír por tanto haber comido, empiezo a cerrar los ojos, pero los abro, miro a Joseph y él ya se ha dormido, así que decido hacer lo mismo que él. Son las tres de la mañana y me levanto a por un vaso de agua, enciendo la luz y veo a mi hermana haciéndolo con su marido, me quedo anodadada y decido irme a mi habitación — ¿qué haces despierta? — me pregunta Joseph — ¿y tú? — le digo a él — acabo de abrir los ojos un poco y no te he vsitoe n la cama, pero has venido enseguida — me dice — acabo de pillar a mi hermana echando un polvo — le digo, y flipa — no, no te creo — me dice — si — y me tapo la cara con la almohada — y encima de la encimera — le digo, y no para de reirse Joseph  — no tiene gracia — le pego con la almohada — hombre un poco sí, Car, lo quieras admitir o no — me dice, y si tiene gracia — bueno, voy a seguir durmiendo — le digo a Joseph — si, yo igual — me da un beso y nos dormimos.
En cuanto que cierro los ojos, la miga en de mi hermana y de Stene se repite, y no puedo dormir muy bien.

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