Capítulo 20

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Nos despierta un sonido un golpe en la puerta, es mi madre, le dije que me llamara cuando se despertara, así que salgo a correr, pero no sin antes darle un pico en la boca a Joseph, se lo doy y se inclina hacia delante, y me dejó atrapar por él — ¿ya te escapas? — me dice, con los ojos cerrados — me voy a correr, pero es que estabas muy guapo durmiendo — le digo, y asiente — ¿vas a llevarme de excursión por Madrid o qué? — me dice Joseph — si, pero luego, son las seis de la mañana — me dice, y se queda sorprendido — no sé cómo puedes salir a correr a esta hora y casi todos los días — me dice, aún él estando cansado — porque tengo que activarme — le digo — yo sé otro modo de que te actives — me dice y me quedo anonadada — no. Si quieres luego — y Joseph se queda sorprendido.
Voy corriendo y veo la ciudad donde nací y crecí, y decido ir a ver a mi padre al hospital, hablo con el doctor y me ha dicho que está avanzando, ha movido tres dedos y también que está apretando los ojos, como si quisiera despertar, llevamos así desde marzo, nueve meses sin mi padre, y es algo que me duele bastante,el médico me ha dicho que puedo pasar a verlo: le hablo de los que me ha pasado estos cuatro meses, de Justin, lo de Harry, lo de Spencer, y de Joseph, más tarde me quedo dormida y oigo una respuesta — ¿que más hay de Joseph? — y me levanta poco a poco y es mi padre con los ojos abiertos — le trae la enfermera un poco de agua para que se entonce, y le sigo hablando de él — vaya, es algo increíble, te veo muy enamorada cielo — y le sonrió a mi padre — Pues si, qué quieres que te diga, ha robado el amor y me lo ha regalado — y mi padre sonríe. De repente tengo cinco llamadas perdidas de mi madre, así que la llamo le digo que papá ha despertado y viene corriendo con Joseph y Elijah — no pueden evitar llorar de la emoción — ¿dónde está Phoebe? — pregunta mi padre — Pues es que ha salido a llevarse a los niños a un lugar con juegos y guarderia, pero le he avisado, vendrá mañana — dice mi madre — ¿ y por qué no viene ya? — le digo ami madre — porque son casi las seis de la tarde, te has pasado aquí todo el día — y me muerdo la lengua — lo que necesita es reposo para hacerle pruebas, mañana podrán volver — nos dice el médico.
— Siento no haberte llevado de excursión — le digo, un poco arrepentida — esto era más mucho más importante tranquila — y me abraza, es una abrazo reconfortante, coml los que da siempre y se agradecen.
Pasan cuatro días y decidimos quedarnos para ayudar a mi padre, el médico nos ha dicho que ya puede volver a la casa, que tendrá que ir a rehabilitación, al haber estado tanto tiempo en una cama, para que vuelva a recuperar la movilidad, han sido nueves meses muy duros, pero la verdad, va a estar bastante bien recibir el año nuevo todos juntos, con mi padre incluido.
En cuanto que entra por la puerta mi padre, con ayuda de mi madre, a mi hermana se le caen los platos al suelo, lo mira y va hacia él corriendo, dándole un abrazo, casi se cae, pero por suerte se agarra muy fuerte a mi madre y viene Steve a saludarlo y darle otro abrazo, los hijos de mi hermana igual, han echado de menos a su abuelo.
Nos preparamos para la cena, nos dormimos una siesta tremenda, al abrir los ojos no sé ni la hora que es, y son casi las nueve de la noche, así que despierto a Joseph — oye, que hay que  prepararse, venga levántate — le sacudo el cuerpo a Joseph — ¿y si no vamos? — me coge de la cintura, haciéndome rodar y colocarme encima suya — no venga, — le digo riéndome — no tardamos nada — me dice besándome el cuello — cada vez que me has dicho eso hemos tardado dos horas por lo menos, así que no cuela — le digo a Joseph — es que aprovechamos muy bien el tiempo — me dice Joseph, y le doy una palmada fuerte en el hombro — Paul Joseph, ¿qué es eso? — le respondo, y ambos nos quedamos mirándonos perplejos — ¿cómo me has llamado? — me dice — Joseph — le digo — perdona — le digo, pero me sonríe — no no, la verdad, me gusta cómo suena viniendo de ti — me dice Joseph, y me da un beso en la punta de la nariz, y me aproximo a besarle, y él acepta encantado. Estoy sentada encima de él, le quito la camiseta y sólo se le ve la barriga, la barriga tonificada que tiene — te encanta observame siempre la barriga — me dice riéndose — es que para ignorarla, sabes — le digo, y me quita la camiseta a mi también, en ese momento me contempla, y puedo ver en su cara que le nacanta todo de mi, como yo de él, y por sorpresa él se pone encima mía, le agarro del cuello  para aproximarlo y me agarra de las muñecas y me las sujeta mientras que me se sigue besando, le quito el pantalón de chándal y sólo tiene el bóxer negro, pero se nota que tiene ganas, que me tiene ganas, como yo a él, y en ese momento, en cuanto que me va a bajar las bragas se abre la puerta y es Elijah, los tres decimos, mierda, joder, se cae Joseph al suelo, yo me tapo con la sábana y Elijah cierra de golpe — lo siento, venía a avisaros de que ya está la cena, que vengáis a ayudar — nos grita Elijah, miro a Joseph, tapada hasta el cuello por la sábana, y no podemos evitar morirnos de risa — será mejor que nos vistamos — decimos a la vez: me pongo unos pantalones scirtos con medias y una camiseta de encaje negro, además de tacones rojos y una coleta, Joseph una camisa de rayas azul marina y vaqueros — no te creas que te has librado — me dice Joseph sonriendo, y me da una palmada en el culo, me giro y lo miro, me sonríe, y me contagia la sonrisa. Nos dirigimos a la cocina y está Elijah, algo un poco violento — lo siento mucho, tendría que haber llamado a la puerta — me dice Elijah — tranquilo, no pasa nada, le guiño el ojo y le empujo con la cadera, se junta conmigo y le abrazo, dándole un beso en el pelo.

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