Capítulo 24

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— Di algo — me dice Joseph, esperando respuesta — es que no sé qué decir, no sabía que te iba... — le digo, aún anodadada — no no, es que, no sé, las vi, y me apetecía, sino quieres, no pasa nada — me dice, bajo  la mirada, y las contemplo — pues, vamos a probar — le digo a Joseph, y me besa, me levanta la camiseta, no llevo nada, me tumbo, y empieza a besarme, me las pone, no puedo moverme, y me tapa los ojos, no veo nada, solo negro, y noto que me besa por el cuello, los peones, las costillas y la barriga, va bajando hasta volver meterme los dedos, y arqueo muy poco la espalda por las esposas, esto es un suplicio, pero decide dejar de castigarme, y me penetra. Me sujeta la cara, para que lo mire, movemos al mismo tiempo los cuerpos, y noto cada movimiento. Le digo que no puedo más, pero en cuanto que se lo digo, le digo que no, que siga, es una nueva sensación, y de repente oigo la puerta, menos mal que la hemos cerrado — ¿quien — pero me tapa la boca Joseph, y no puedo evitar reírme — ¿hola? — y sé que es Elijah, lleva una racha de llamar en el momento menos oportuno — quería saber si os apetecía ir al cine conmigo, pero alomejor estáis ocupados o algo — y ahora el que se ríe el Joseph — si, ahora salimos y lo hablamos — le digo a Elijah, oímos cómo se va, y soltamos un grito de satisfacción por habernos aguantado tanto — creía que no se iba a ir nunca — me dice Joseph — de verdad, llama el pobre siempre en el peor momento — y me rio — necesito agua, ¿me traes? — le digo a Joseph, y asiente — quítame las esposas — le digo, pero niega con la cabeza — tengo que ir al baño, Joseph — le digo, pero se aleja, y pido que no pase nadie.
— Se dice gracias — me dice Joseph — si, gracias por dejarme esposarme, para que venga alguien y me vea, por dejar la puerta abierta, a, y por el agua — le digo, y se le cambia la cara, toma ya, jodete Paul Joseph, no te lo esperabas.
Dormimos un buen rato, y me doy cuenta de que hay que empezar a hacer el equipaje, Joseph sigue durmiendo mientras que yo hago la maleta, menos el neceser, dejo la maleta abierta, Joseph se revuelve en la cama — eh, haberme dicho que te ayudara — y me sonríe Joseph — no te preocupes, de verdad — se pone un chándal para estar en casa y vamos al salón, vemos a Elijah está dormido en el sofá, y de repente le cojo de la muñeca a Joseph y nos metemos en el despacho — ¿tienes más ganas? — me pregunta Joseph — ¿qué?, no, dios, ¿es que no te cansas nunca? — le digo riéndome — le prometimos a Elijah que iríamos al cine — y me merira confuso — pues vamos a ver que películas hay — me dice Joseph — enserio, has mirado la hora — le digo con sarcasmo — mierda — me dice Joseph, llevándose la mano a la frente — eso mismo digo yo, mierda. Podríamos cambiar el vuelo — le digo, yo llamo, mientras, tú llevas a Elijah a su cuarto — y me mira Joseph — ¿por qué yo? — me dice — porque, a) ha sido idea tuya lo de las esposas y b) por qué por eso no hemos podido ir al cine con mi hermano — le digo a Joseph, mordiéndose la lengua — y no he dicho que no me haya gustado, pero, las has traído tú — y le sonrío — esta bien, tu mira la cartelera y yo lo llevo a la cama — me dice Joseph.
Me voy al salón, cojo el ordenador, busco películas, pienso que estaría bien salir a comer y después al cine, los tres, así que ahora cuando venga al salón se lo plantearé.
A la mañana siguiente cojo ropa de la maleta, pero la vuelvo a hacer, y Joseph termina con la suya. Hemos podido cambiar el vuelo, sale a las seis de la tarde, así que hay que dormir bastante. Nos levantamos y vemos que no está Elijah, le preguntamos a mi madre y nos dice que tenía academia, dado que pasado mañana ya tenemos clase Joseph y yo, estamos descansando para estar bien para el vuelo. Comemos entorno a las dos de la tarde, luego merendamos y vamos directos la cine, hemos cogido una película de miedo, pero de bastante miedo, Elijah y Joseph han tirado las palomitas y pegado algún grito, y el cine se ha reído y no lo he podido evitar.
Llegamos a la casa a las nueve, Elijah se ha ido a su cuarto, Joseph y yo vamos al salón, mis padres están sentados, viendo la televisión, nos quedamos a hablar, mi madre prepara unas copas y seguimos hasta que son las una de la mañana — bueno, nos vamos a dormir — les digo a mis padres — si, vamos nosotros también — le doy un beso a mis padres, y nos dirigimos al cuarto — tu hermano ha llorado — me dice Joseph, y me quedo sorprendida — ¿cómo dices? Pero ¿cómo lo sabes? — lo miro, mientras me quito el maquillaje — si, mira, he tenido a mi hermana, lo ha pasado fatal en algunos momentos, y me lo confesó ella — trato de buscarle sentido a lo que me dice Joseph — voy a ir a hablar con él — le digo, cojo la rebeca y me dirijo al cuarto de Elijah — oye, ¿podemos hablar? — le digo, y si noto que ha llorado  — me dice Elijah, algo borde — hay que hablar, estas así porque me voy mañana — y hay un silencio — mira, no entiendo lo difícil que es para ti, pero me puedes llamar, venir a visitar cuando quieras, de verdad, algún día tu también te irás, y se me hará muy difícil. Sé que teniendo a mamá y papá discutiendo y no tener a nadie al otro lado de la pared es difícil, yo lo he pasado igual, pero me tienes, siempre que quieras — y me abraza llorando — por favor no te vayas, te necesito — me súplica llorando, algo que me rompe, y yo también lloro — dios, pequeño original, me quedo aquí a dormir contigo — le digo, y no paramos de hablar — te acuerdas cuando veiamos  "Friends" — le digo a Elijah — si, y cuando me hiciste tragarme "Crónicas Vampíricas" o "Castle"... Nos hemos visto millones de series — si — le digo — por eso me llamas muy pocas veces "pequeño original" — pues claro, — le digo. Son las cinco de la mañana — oye, ¿quieres que hagamos una cosa? — y me mira con cara de susto y a la vez de sorpresa.
Bajamos a la cafetería y está Tatia trabajando, le pido que si nos puede poner un buen desayuno: seis tortitas, dos gofres, dos ColaCaos, y dos tostadas, son las siete de la mañana y aún hay demasiado tiempo — ¿tiene gasolina la moto? — y me mira aún más sorprendido.
Cogemos las llaves y Elijah conduce, lo hace bastante bien. Nos recorremos todo Madrid, viendo los edificios, la ciudad donde me he criado, y que me ha vuelto loca siempre. Decidimos parar en El Retiro y leemos tumbados en el césped, más tarde nos llama mi madre, y dice que vamos a comer todos, para despedirnos y eso. Le decimos que vamos de camino, ahora soy yo la que conduce.
Nos depedimos Joseph y yo de todos, nos dirigimos al aeropuerto, ha despedir unas navidades que han sido épicas.

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