"Cuanto Tiempo" (La Cita Parte 3)

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"Pues has tenido la razón de nuevo, esas pipas estaban buenísimas. Definitivamente mis nuevas favoritas.”


Cris está sentada en el pasto junto a mi, con las piernas estiradas, recargada en sus codos para no estar completamente acostada.


“Te lo dije.”


“No tienes que sonar tan satisfecha, eh. No te vengas arriba.”


Se sienta por completo y se gira para quedar frente a mi.


“Hay que saber perder también, eh, que este color de mala perdedora no que te queda bien. Además – se recuesta en el pasto, subiendo ambos brazos para recargar su cabeza en sus manos – aún me debes un reto.”


Me recuesto en el pasto junto a ella.


“Pues… tu dirás.”


Se acuesta de lado para vernos directamente.


“Oye, no me presiones. Nadie dijo que el reto lo tenia que decir hoy.”


“Pero que tramposa saliste.”


Ella se ríe y vuelve a recostarse en el pasto.


“No es trampa si no hay reglas.”


“Ya…”


Me recuesto en el pasto, quedando ella a mi izquierda, primero imito su posición con ambos brazos arriba con mi cabeza descansando en mis manos, pero después estiro el brazo izquierdo, esperando que Cris piense lo mismo que yo… y lo hace, estira su brazo derecho y los dorsos de nuestras manos quedan a unos milímetros de distancia, mi corazón se acelera y mi estómago se llena de electricidad, una electricidad que sale de mi cuerpo por mi mano y (espero) hacia la mano de Cris, lentamente voy moviendo mi mano más y más cerca a la suya, hasta que hacen contacto los dorsos de nuestras manos y controlar mi respiración es más difícil, el aire es un poco más espeso y siento una ansiedad de querer mas. Entonces siento como Cris empieza a mover sus dedos índice y medio hasta tocar los míos y tomar mi dedo índice entre los suyos, cierro los ojos instintivamente, giro mi muñeca hasta que la palma de mi mano queda hacia arriba y separo un poco mis dedos, lo suficiente para que los de Cris entren, aprieto los ojos con más fuerza pidiéndole a las estrellas que Cris tome el siguiente paso.


Y, entonces, siento la punta de sus uñas deslizándose por la palma de mi mano, dejando una sensación de cosquilleo a su paso, y así avanza desde mi muñeca, por mi palma, para luego irse abriendo paso por mis dedos hasta que, por fin, nuestras manos embonan perfectamente y puedo cerrarla con sus dedos entre los míos. Sonrío de alivio, volteo a hacia donde ella está y la veo con los ojos cerrados y sonriendo también, aprieto ligeramente su mano, ella me voltea a ver y yo no puedo evitar preguntarme si esto es lo que se siente enamorarse.


“Joana, oye-”

Mi celular suena y ambas nos sobresaltamos, me siento rápidamente para tomarlo y ver quien me llama, volteo a ver a Cris quien se ve aun agitada pero a nada de empezar a reír y le digo que tengo que contestar.

“Mamá. Sí, ya. Perdona. Que no, mamá. Si. Ajá. Ya no tardo. No, no es necesario. ¡Que no, mamá, ya te he dicho que no tardo! Sí. Vale. Chao. – volteo a ver a Cris que ya esta sentada por completo – Perdona, mi madre que quería saber a que hora llego a casa, creo que se quedo un poco molesta por lo de la fiesta y ahora quiere saber todos mis horarios.”

“Ni te rayes, que así son las mamás. La mía es una pesada, por ejemplo, siempre gritando por algo.”

Se acuesta en el pasto de nuevo y me acuesto junto a ella y esta vez nuestras manos se encuentran automáticamente, Cris suspira y yo la volteo a ver.

“Ojala no tener que irnos de aquí.”

Ella esta viendo al cielo y sus ojos se ven brillosos, como si estuviera aguantándose para no llorar.

“¿Y vivir aquí en el parque?”

Cris alza los hombros.

“Pues sí, ¿no?”

“¿Y de que viviríamos, o que comeríamos? ¿Ya no-?”

“¿Por qué tantas preguntas? – me voltea a ver- ¿No te gustaría quedarte en este parque, justo ahora, en este momento… conmigo?”

Sí.

Me sorprende lo rápido que la respuesta llega a mi mente, estar con Cris me hace pensar y decir cosas inesperada pero de una manera positiva, como pensar en manar todo a volar y quedarme a vivir con ella en un parque para siempre. Pero antes de que pueda responder, mi celular vuelve a sonar.

“¡Coño! Es mi madre de nuevo, que pesada.”

Cris se para rápidamente y me extiende la mano.

“Supongo que aun no es momento de quedarnos a vivir aquí.”

Lo dice con intención de que sea gracioso, pero su tono indica otra cosa; tomo su mano para ponerme de pie y ya no la suelto.

“Cris, disculpa. Mi madre-”

“No pasa nada, de verdad. Pero mejor si hay que irnos para que no te regañen, igual si te portas bien te dejan salir también el sábado en la noche… o por lo menos por la tarde, no se. ¡O el domingo incluso! Cuando sea…”

“¿Cris?”

Puedo notar que se siente avergonzada por haber dicho todo eso, como si se le hubiera salido sin querer o hubiera pensado en voz alta, lo se por que está evitando mirarme a los ojos y tiene agachada la cabeza.

“¿Criiis?”

Le pico la mejilla con mi dedo índice en un intento de hacer que me voltee a ver.

“¡Para! ¿Qué quieres?”

Suspiro porque se exactamente lo que está sintiendo.

“Yo tampoco quisiera tener que separarme de ti.”

“¿Y que haremos al respecto?”

“Aún tengo un tiempo razonable para llegar, podría acompañarte a tu casa y así hacemos más tiempo juntas.”

Observo como una sonrisa se forma lentamente en su rostro, una de verdad que ahora sí le llega hasta los ojos. De repente, me voltea a ver los labios sin desviar la mirada, y todo se vuelve lento, sus ojos azules moviéndose de arriba abajo entre mis labios y mis ojos, Cris acercándose cada vez mas y mas, hasta el viento parecía haber disminuido su velocidad. Antes de poder darme cuenta, ya esta a dos pasos de distancia de mi, aguanto la respiración y observo mientras se acerca hasta cerrar el espacio entre nosotras, cierro los ojos y espero…

“Creo que deberíamos apurarnos, tu madre debe estar por darle algo.”

Su aliento en mi oído hace que se me erice el cabello en la base de la nuca, su voz baja se transforma en risa y, de un segundo a otro, me está jalando de la mano y nos ponemos a correr. Como no tengo idea de a donde nos dirigimos dejo que Cris nos guíe y me concentro solo en ella, en como vuela su cabello al viento, en como su risa hace eco en las calles semivacías, en el aire frío impactando en mi rostro, en cómo me mira cuando me voltea a ver y en el tono rojizo que toman sus mejillas mientras continuamos avanzando. Después de unos minutos llegamos a una zona residencial y paramos frente a un edificio.

“Es… aquí.”

En su intento de hablar, Cris tose y luego intenta recuperar el aire.

“Joder, Cris, pensé que la que tenía que ponerse en forma era yo.”

Lo digo en un tono obvio de burla y ella me ve intentando ser amenazante y me levanta un dedo.

“Cállate, idiota.”

Me río fuertemente y ella corre a taparme la boca con la mano.

“Que vas a despertar a todos, tía.”

Digo perdón sin hablar y pongo mi dedo índice frente a mi boca para indicar que me quedaré en silencio. Cris abre la puerta del edificio y subimos las escaleras lo más silenciosamente posible, llegamos a su puerta después de subir 2 pisos, abre la puerta y se voltea para verme.

“Pues… es aquí.”

“Si…”

Nos quedamos en silencio sin saber qué decir y sin querer despedirnos.

“Me… avisas cuando llegues a tu casa, y pues… para saber si nos vemos mañana-”

“Bueno, al rato.”

“Bueno, sí.”

Me sonríe de nuevo y siento algo dentro de mi pecho que como que me jala hacía ella, y cuando empiezo a caminar se escucha un ruido fuertísimo que sube haciendo eco por las escaleras, y al minuto veo a un chico un par de años más grande que nosotras subir tambaleándose por las escaleras.

“¡Joder, Dani! Casi me da un infarto, a ver si no despertaste a mamá, tronco.”

Dani se ríe y enseguida se cubre la boca con la mano.

“Perdona, hermanita.”

Pasa junto a mí, saluda a Cris y voltea a verme.

“Joana, cuanto tiempo.”

Se voltea y se para en seco, yo volteo a ver a Cris y veo sus ojos hacerse grandes, me empiezan a zumbar los oídos y, como puedo, le respondo.

“¿Perdona?”

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imagen de portada by @cristinarte en instagram

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