Domingo

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No he salido de mi cuarto en toda la mañana, no he mirado el celular, no me he parado de la cama, y la única interacción que he tenido con mis padres ha sido gritarles después que me pidieran que les dijera que tenía después de llegar a casa anoche.

“¿Para qué? ¿Para que sigan diciéndome mentiras a la cara?”

Mi mente no ha parado, no he podido dormir ni un minuto, me siento agotada mental, emocional y físicamente. He estado repasando todos los momentos posibles de los últimos meses desde que entre al insti, cada evento que me ha causado dolor de cabeza, cada vez que tuve un dejavu, cada momento con Cris, cada escena que pudiera significar algo más. Pero es demasiado, son demasiadas cosas, demasiada información, demasiadas posibilidades, demasiado para que mi mente pueda procesarlo todo.

Me volteo boca abajo y le grito a la almohada para sacar un poco de la frustración que estoy sintiendo, necesito hablar con alguien, alguien que pueda ayudarme a aclarar mi mente un poco, pero alguien que pueda mantenerse neutral, que no tenga razones para mentirme, alguien que no tenga ataduras legales para decirme las cosas como son, alguien que pueda mantener la cabeza fría.

Me paro de la cama y voy al baño a lavarme la cara con agua fría, tal vez eso ayude un poco. Me miro al espejo y no logro comprender los ojos de la persona que me está regresando la mirada. Hay algo que no reconozco. Un peso en la mirada que no había visto antes. Me acerco más a la imagen y empiezo a respirar rápidamente, como un ataque de pánico.

“Necesito salir de aquí.”

Me cambio de ropa, tomo mi teléfono, bajo las escaleras, ignoro a mis padres, y salgo de mi casa. Camino una media hora sin rumbo, camino mirando por encima de mi hombro, siento que la gente puede darse cuenta de mi estado y me observan, llego a una explanada y me siento en una banca que me encuentro, recargo mis codos en mis rodillas y descanso mi cabeza en las palmas de mis manos. Pienso en Cris, en cómo estará, en que estará haciendo, en sí me extraña, si se siente mal, si estará riendo de haberme engañado tanto tiempo, si se arrepentirá de estar conmigo… si estará pensando en mí.

Exhalo y me siento pesada, siento que me desbordo, pero me siento vacía al mismo tiempo. Pienso en Cris de nuevo y saco mi celular, veo todas las llamadas perdidas y los mensajes, tanto de ella, como de mi madre, de Christian, de Alejandro, y de todas las chicas. Veo todos los nombres y no puedo evitar fijarme en el hecho de que todos sabían, que todos lo ocultaron, y no entiendo por qué. Y eso es lo que más me molesta, que no entiendo el porqué.

Veo los nombres en todas las llamadas perdidas y me detengo en uno. Toco la pantalla y abro el contacto, debatiéndome entre sí llamarle o no. Honestamente me da miedo el no saber si me dirá la verdad o no, y si le creeré. Bloqueo la pantalla y la frustración se acumula en mi pecho. Abro WhatsApp y veo todos los mensajes de Cris, en el último me dice que me quiere, y yo no sé cómo sentirme. Ver esas palabras en mi pantalla y ver su foto junto a ellas hace que sienta algo en mi estómago, una emoción que quiere subir pero se detiene por la frustración acumulada en mi pecho.

Cierto WhatsApp y regreso a las llamadas, regreso al nombre y vuelvo a abrir el contacto. Mi dedo está sobre el icono para llamar pero sin tocar la pantalla. Estoy por volver a bloquear la pantalla cuando me llega una notificación de otro mensaje de Cris preguntándome si estoy bien y pidiéndome que por lo menos le avise eso. Que me extraña. Que lo lamenta. Cierro los ojos para contener las lágrimas y toco el icono de marcar.

“Hola. ¿Puedo hablar con vos? Si, mandame tu ubicación. Solo por favor no le digas a Cris. Gracias, Nora.”

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A/N: Si siguen leyendo después del anterior, gracias jejeje.

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