Todos Menos Yo (Terapia Parte 2.5)

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Hoy desperté con un gran dolor de cabeza, desde el momento que abrí los ojos empezó a punzar y a los tres minutos ya se había bajado a la nuca y al cuello, me senté con dificultad en mi cama y empecé a frotar mi nuca con la mano.

“Joana, cuanto tiempo.”

La voz del hermano de Cris resonaba en mi cabeza y mi humor (que de por sí era fatal para empezar) empeoró, me estiré hacia el mueble junto a mi cama para alcanzar las pastillas y tomarme dos de ellas, hay tres diferentes frascos en mi mueble, sin etiquetas, solo colores: rojo para los dolores de cabeza muy fuertes, naranja para el dolor de cabeza normal, y azul que tengo que tomar todas las mañanas; tomé una azul y dos rojas. Después, agarré mi teléfono y vi varios mensajes de Cris, pero no los abrí, no sé, no es que estuviera molesta con ella ni nada, pero no me apetecía leerla.

Me quedé sentada en mi cama, frotándome la nuca y esperando que empiece el efecto de las pastillas, no había prendido aún las luces y las cortinas estaban cerradas así que casi no había luz entrando y la verdad que solo quería volverme a acostar y quedarme todo el día, pero es sábado y tengo la terapia así que, muy a mi pesar, me levanté de la cama y abrí una de las persianas de mi cuarto, la más alejada de mi cama. Me sentía pesada, inquieta, miré hacia la calle y vi que las personas volteaban hacia arriba, y pensé que seguro me estaban observando… o no sé, eso no tenía sentido. Intenté convencerme de que eso no tenía sentido, pero había algo en la parte de atrás de mi cerebro que insistía que sí, y volví a cerrar las persianas.

Tomé mi celular de nuevo y vi los mensajes de Cris, esperando a ser abiertos, la mano me temblaba y aventé el celular a la cama, para mi mala suerte rebotó e impactó contra la pared, haciendo un ruido exageradamente fuerte.

“¿Joana, estas despierta?”

Mi madre, que pesada, lo único que quería era quedarme ahí en mi habitación sin que nadie me molestara y resulta que es lo primero que se pone a hacer, no es posible tener un momento de quietud en esta casa. Abrí la puerta de golpe y me le quedé viendo fijamente.

“¿Qué querés?”

Ella me observaba y eso hizo que me llenara de enojo, ¿la gente no se cansa de buscar respuestas en mí?, es que como cansa. Si aquí la única que no sabe nada soy yo.

“Solo checar si te habías despertado ya.”

“Bueno, ya viste que sí. ¿Qué más?”

Mi pierna empezó a brincar y apreté la puerta con más fuerza de lo normal, me sentía enojada, a punto de perder el control, coño, ¿Qué tan difícil era solo dejarme en paz y ya? Respiré profundamente, apreté la mandíbula y reforcé mi agarré en la puerta, mi madre notó todo y esperó unos segundos antes de hablar.

“Tu terapia se va a adelantar hoy, ¿oíste? No te estoy preguntando.”

Su forma de verme era cautelosa y preocupada, no muy diferente a la que me dio anoche cuando llegué, después de que me lo dijo simplemente azoté la puerta de mi cuarto, recargué mi frente en ella fuertemente y la golpeé con la mano abierta.


Y ahora estoy sentada en la oficina de mi terapeuta sin ganas de nada, a fuerza de presión me sacó lo del sueño y me pregunta sobre lo que pasó justo antes del sueño, es decir, la cita, o bueno el final de la cita y de cómo me sentí. El problema es que ni yo se como me sentí, sigo repitiendo el momento una y otra vez en mi cabeza y es como si faltara algo, una parte de mi que gestiona las emociones, toda la noche sentí tantas cosas que para el final… justo para ese momento, todo se apagó.

Pero no se como decírselo.

“A ver, Joana, ¿Por qué no me vas diciendo desde el inicio como fue tu noche?”

Mi corazón se acelera, mi cabeza empieza a aventarme todos los momentos, uno tras otro, sin pausa, sin detenerse. La cara de Cris, el parque, el bar, su cabello, su hermano, nuestras manos agarradas, el cielo estrellado, “cuanto tiempo”, sus ojos, sus ojos viéndome con cariño, sus ojos viéndome con sorpresa, “Joana, espera…”, las dos corriendo juntas… Es demasiado, golpeo el sofá con la mano abierta y me paro de golpe.

“¿Joana?”

Volteo para ver a mi terapeuta y ella no se ha puesto de pie, pero si me observa fijamente, buscando algo como todos los demás.

“Joder, es que no entiendo nada.”

“¿Qué tienes que entender?”

Ella sigue mirándome, esperando a que continúe, sin decir nada, sin buscar nada. Pero no logra calmar el enojo que siento dentro.

“¿Cómo que qué tengo que entender? ¡Pues todo, joder!”

Se acomoda, cruza la pierna y se recarga en el brazo de su sillón.

“Okey, ¿qué es lo primero que quieres entender?”

Su pasividad es frustrante y hace que el enojo se me suba a la cabeza, grupo de frustración y tomo mi cabeza con ambas manos, el dolor solo ha empeorado durante el día y estoy cansada, y exhausta y molesta porque no sé qué es lo primero que quiero entender.

¿Por qué me siento así ahorita? ¿Por qué Cris me hace sentir de la manera que lo hace? ¿Por qué estar con ella es lo más familiar del mundo? ¿Por qué estar con ella es tan desconcertante? ¿Por qué nadie me dice nada? ¿Qué buscan todos cuando me miran a los ojos? ¡No se! ¡Quiero entender todo y no quiero saber nada al mismo tiempo!

“Esto es una puta pérdida de tiempo.”

Lo digo mirándola a los ojos y con toda la calma del mundo, incluso desconozco mi voz al hablar, ella no dice nada y solo me observa caminar al sillón para agarrar mi chamarra y luego caminar hacia la puerta.

“¿Por qué no hablamos de cómo llegaste ayer a tu casa?”

Me detengo y cierro los ojos fuertemente intentando no recordar.

“No sé de qué hablas.”

“¿Segura? Tu madre comentó que llegaste hasta la madrugada, helada y sin decir nada.”

Me quedo en silencio, pero la volteo a ver.

“¿Nada que decir?”

Niego con la cabeza al mismo tiempo que le digo que no, y ella encoge los hombros.

“Yo creo que si quieres entender cosas, primero tendrías que hablar de lo que pasó anoche que te hizo reaccionar así.”

Exhalo pesadamente, por más que odie aceptarlo sé que tiene razón, no hay como avanzar si no digo nada. Arrastro mis pies hacia el sillón donde estaba sentada y regreso a anoche:

“Joana, cuanto tiempo.”

Se voltea y se para en seco, yo volteo a ver a Cris y veo sus ojos hacerse grandes, me empiezan a zumbar los oídos y, como puedo, le respondo.

“¿Perdona?”

Ni Cris ni Dani dicen nada, y no puedo entender si el tiempo empezó a pasar lento o solo mi mente empezó a ir muy rápido, demasiado rápido, al punto que ya no son pensamientos ni palabras, solo emociones opuestas que me jalan hacia todos lados. Empiezo a parpadear rápidamente intentando poner pausa a todo cada vez que cierro los ojos, volteo a ver a Cris y no logro descifrar su mirada, no entiendo que pasa doy un par de pasos hacia atrás y Cris le lanza una mirada de enojo a su hermano, pero… ¿no entiendo porque? ¿Lo conozco y no quería Cris que lo supiera? ¿Por qué Cris no querría eso? Y si lo conozco, ¿de dónde?

No es un secreto que mi memoria no siempre es la mejor, y Cris lo sabe, lo hemos hablado un par de veces, por eso no entiendo el secretismo de todo esto. Es que ¿¡todos saben cosas de mi que yo no!?

Paso mis manos por mi cabello en un intento de centrarme y creo que Cris siente que esta pasando porque da un paso hacia mi, buscando mi mirada, la escucho decir mi nombre e intenta acercarse más, doy un paso atrás, y luego otro, y Cris se detiene y deja caer los brazos. Creo que adivina mi impulso de huir porque su mirada muestra preocupación y… ¿dolor?

“Joana, espera…”

Y no lo hago, doy media vuelta y bajo las escaleras corriendo, deseando que las puertas abran por dentro y no me quede encerrada en el edificio, y la suerte está de mi lado porque la puerta abre y puedo salir al aire frío que me da directo en la cara dándome un poco de impulso para correr. Y eso hago, corro hasta que me canso y tengo que detenerme, entonces me doy cuenta que no sé dónde estoy y que mi celular está sonando desde adentro de mi bolsillo. Lo saco y es Cris marcando, le quito el sonido y lo vuelvo a guardar. A los 30 segundos suena de nuevo, esta vez es mi madre, al igual que con Cris, le quito el sonido y lo vuelvo a guardar.

Me siento en una atada de autobús cercana a intentar calmarme lo suficiente para ubicar donde estoy, pero no reconozco ningún nombre, no conozco ninguna de las paradas en la lista y no ubico ninguna de las tiendas cercanas. No me queda más que buscar la ubicación en mi teléfono y poner el mapa para ir a casa, estoy a 90 minutos caminando y está por empezar a llover, me levanto de la parada y empiezo el camino a casa, en modo automático, dando vuelta donde el mapa dice que tengo que dar vuelta, pero sin poner nada de atención.

Cuando finalmente llego a casa, mi madre me recibe enojada de primer momento, pero al verme cambia por completo, me acosa con mil preguntas que, si donde estaba, con quien, si vine caminando, si tengo frío, si paso algo, si la estoy escuchando y, la más extraña, si se dónde estoy.

“Sí.”

Y entro a mi habitación sin decir nada más.

La terapeuta no dice ni una palabra mientras le cuento todo lo que pasó, de vez en cuando hace algunas anotaciones, pero por su mayor parte solo me observa mientras hablo y cuando termino espera unos momentos antes de hablar.

“No nos queda mucho tiempo, pero quiero que me respondas una cosa, toma tu tiempo y piénsalo bien. Si tuvieras que elegir una cosa, solo una, que sea lo que más te haya afectado, ¿cuál sería? No necesito el porque aún, solo el qué.”

Me hago hacia atrás para recargarme por completo en el sillón y hago la cabeza para atrás, la respuesta ya la sé, pero por alguna razón me duele decirla, mis ojos se llenan de lágrimas y trago saliva con dificultad.

“El sentir que todos saben algo que yo no. Durante toda la noche con Cris casi lo olvido, casi me sentí ‘normal’ y al final sentí que todo había sido mentira.”

“Ya veo. Creo que hay una solución sencilla para ese problema, ¿no crees?”

“Sí.”

No dice nada, sé que está esperando que yo lo diga en voz alta.

“Tengo que hablar con ella.”

Salgo de la terapia sintiéndome un poco más calmada, al final solo me cambio las pastillas naranjas por unas moradas que me dijo tomara si me empezaba a sentir ansiosa o agobiada. Le mando mensaje a mi madre de que ya salí y que me gustaría caminar a casa, ella accede y yo cierro mi teléfono aún sin contestarle a Cris; no es que no quiera hablar con ella por enojo, pero ahora me siento un poco avergonzada por cómo actué y no sé qué responderle.

Llegando a mi casa veo que hay alguien sentado en mi entrada, a dos casas de distancia veo que la persona sentada ahí no es Cris sino Amira y me siento confundida, ¿Qué tendría que hacer Amira en mi puerta?

Me ve acercarme y se pone de pie.

“Joana, que bueno ver que estas bien.”

La saludo con la cabeza y la invito a pasar.

“No es necesario, esto será rápido.”

“Dime.”

“No sé qué ha pasado anoche, Cris no me ha explicado y no pretendo que tú lo hagas tampoco, pero Cris esta hecha un lío, no ha querido agobiarte y nos ha pedido que no te busquemos, pero así no es como yo hago las cosas. Cris es mi mejor amiga y tú eres… muy importante para ella.”

Agacho la cabeza y ella pone su mano en mi hombro.

“Sea lo que sea, háblale, platíquenlo y arréglenlo.”

Se va, entro a mi casa y sacó mi teléfono para escribirle a Cris.


Atrapando humoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora