Terapia Parte 4

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“Hola, Joana.”

“Hola.”

“Te noto distinta hoy, completamente diferente a las últimas sesiones que hemos tenido. Me alegra.”

Le sonrío, en verdad me siento diferente hoy.

“Creo que hoy será un buen día, de verdad.”


“Pues me alegro mucho de escucharlo. ¿Quieres contarme el porque? ¿Tú y tus padres habéis hablado?”

Niego con la cabeza antes de responder.

“No, aún no. Pero por mi cuenta he decidido perdonarles. En estos días he aprendido a pensar en cómo las demás personas se habrán sentido con todo lo que pasó y que realmente no los puedo juzgar por las decisiones que tomaron.”

Me encojo de hombros y levanto las manos.

“Además de que para mi era muy desgastante cargar con eso. Conmigo y mis pensamientos tengo suficiente.”

Laura me sonríe y asiente con la cabeza, tomando un par de notas. Y mientras apunta me pongo a pensar en mis primeras sesiones con ella, la familiaridad que llegue a sentir, en su interés por mi relación con Cris, en como nos ayudo cuando estuve en el hospital, en su paciencia interminable y en como siempre parecía saber como tratarme a la perfección, y me viene una duda a la cabeza… una idea mas que nada.

“Eh, ¿Laura?”

“Dime.”

“Ehm… yo... Yo quería preguntarte si tu…”

Ella alza la cara para mirarme y yo me arrepiento al último momento de lo que le quería preguntar, así que cambio la pregunta.

“¿Vos te acercaste a hablar con Cris cuando estuve en el hospital o ella te busco?”

Cierra su libreta y cruza las piernas al girar un poco para quedar más de frente a mí.

“No, ella se acercó a mí.”

“Ya.”

Creo que esto aún puede funcionar para lo que quería hacer.

“Pero, ¿y cómo supo quién eras si nunca se habían visto?”

Alza la ceja un poco y se acomoda en su silla, cruzando los brazos y sonriendo.

“No sabría decirte, igual deberías preguntárselo a ella.”

Me inclino hacia adelanta ligeramente en mi lugar.

“Pero ella no está, vos sí.”

Se queda callada unos momentos y luego coloca ambas manos sobre la rodilla que tiene cruzada, viéndome directo a los ojos. Sigue sonriendo, pero su mirada es un poco más seria.

“Joana, ¿Hay algo que quieras preguntarme?”

Sí. Sí, pero no se como.

“Yo… yo me he puesto a pensar que si Cris supo quien eres pues será porque se habrán conocido antes.”

No dice nada, cambia de posición en su silla y me espera.

“Y pues, supongo que, si se conocían ustedes dos desde antes, y considerando que al parecer todos me conocen desde antes… ¿Tú también eras mi terapeuta de antes del accidente?”

Sonríe y creo ver un brillo en sus ojos, alguna complicidad.

“Sí, así es.”

Por alguna razón, empiezo a reír, una risa que no se de donde proviene en verdad, una risa que me llena los ojos de lágrimas pero que a cada instante me hace sentir más ligera. Como una catarsis. Como si la última de las dudas que me acosan se acabara de solucionar. Se me acaba la risa y tengo que tomar aire.

“Vaya, esa no es la reacción que esperaba, pero supongo que es de las mejores alternativas. ¿Qué te hizo reaccionar de esa manera? Me intriga.”

Honestamente, no tengo idea.

“La verdad es que no se, supongo que simplemente me hace sentido. Recuerdo durante nuestras primeras terapias la sensación de inmediata comodidad y confianza, de verdad sentía como si te hubiera conocido antes, y pues ahora entiendo por qué. ¿Vos quisiste seguir atendiéndome o mis padres te lo pidieron?”

“Me preguntaron si creía conveniente seguir siendo tu terapeuta, al inicio no estaba muy segura, no te voy a mentir. Pero al final decidí que sí.”

“¿Porqué?”

Ahora ella se encoje de hombros.

“Supongo que pensé que mantener algo de tu rutina anterior no podría caerte mal, siempre imagine que te enterarías y quería que tuvieras algún ancla. No sabía cuál sería la situación en la que te encontrarías o si Cristina estaría involucrada positivamente, pero si sabía lo que quería para ti.”

Le sonrió en agradecimiento, no sé qué tanta ética profesional haya tenido en esa decisión, pero de verdad se la agradezco. Además, de que, de no ser por ella, no habría podido ver a Cris en el hospital y quien sabe que hubiera pasado, o si me hubiera convencido de que ya no quería verme. Y me acuerdo de otra cosa.

“¿Por qué ayudaste a Cris a verme en el hospital?”

Laura exhala por la nariz, como un suspiro, y pasa su mano por su cabello.

“Espero que tus padres ni se enteren porque involucrarme así fue muy poco profesional. Cris llegó conmigo y estaba echa un lío, lo único que me pedía era que te dijera que lo sentía, y yo ya sabía de antemano la culpa que está cargando, así que le sugerí que ella misma hablara contigo, y así surgió el plan.”

Aprieto los labios pensando en la parte de la culpa, que parece ser un constante con Cris.

“¿Vos sabés lo que pasó?”

Asiente con la cabeza.

“Pero no me pidas que te lo diga, no es mi lugar, hay cosas en las que no me voy a involucrar. Pero te diré que el motivo por el cual me involucre fue porque, de mi experiencia tratándote, Cris ha sido la mejor influencia y no quería que se perdieran por cosas ajenas a ustedes y que no podían controlar… de nuevo.”

Me quedo pensando en lo que me ha dicho, y agradezco muchísimo que se haya quedado como mi terapeuta. Le agradezco y seguimos hablando de lo que he pasado los últimos días y de que le gustaría que, a futuro, vinieran mis padres y después Cris. Cuando acaba el tiempo, se pone de pie para despedirme y la sigo.

“Eh… Laura… nada, que... Gracias, de nuevo. De verdad.”

“No es nada. Nos vemos en dos semanas.”

Le digo que, si y salgo camino a mi casa, pongo música en mi teléfono y se pone Hurricanes de Dido casi al mismo tiempo que me llega un mensaje de Cris con una ubicación, y después la hora en la que nos vamos a ver.

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Atrapando humoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora