Me despierto en el hospital varias veces, creo, algunas se sienten como si fueran sueños. Recuerdo a Cris sentada junto a mi tal vez llorando tal vez dormida, no lo sé; también recuerdo ver a Cris discutiendo con mis padres, creo a ver escuchado algo como:
“Claro que no va a poder si no le dicen que es.”
… o algo similar; creo que recuerdo a Amira, pero no lo puedo asegurar; recuerdo escuchar voces más que nada, de mis padres, de Cris, mi terapeuta… pero es como un sueño, justo al final, antes de despertar cuando todos los momentos se empiezan a fusionar en uno solo y de repente ya abriste los ojos.
Cuando abro los ojos la luz blanca de la habitación me obliga a cerrarlos de nuevo un momento, los froto con ambas manos antes de volverlos a abrir.
“De verdad que deberían tener otro tipo de luz, amarilla o neutra o yo que se.”
“¿Amira?”
“En persona.”
Me incorporo en la cama y Amira se acerca para ayudarme, una vez que me acomodo me pregunta si estoy cómoda y me ofrece un poco de agua.
“Ahm… ¿Amira? No es que no me agrade que estés acá, pero…”
“Preferirías que fuera Cris, ¿no?”
“Pues…”
Subo los hombros y Amira asiente con la cabeza mientras se sienta en la silla junto a mi cama.
“Si, ya. Claro. Es solo que Cris… bueno ella. – Amira inhala lentamente y me voltea a ver – Es complicado.”
“Ya.”
Recargo mi espalda en las almohadas que Amira me acomodo entre mi cama y la pared y exhalo con fuerza.
“¿Mis padres le han prohibido que venga a verme?”
Mientras lo digo se me corta la voz y me llegan lagrimas a los ojos, me doy cuenta de que mis emociones siguen tan fuera de control como lo estaban en la fiesta.
“Pues sí, - una lagrima resbala por mi mejilla – pero no como lo estás pensando.”
Agito mi cabeza y me enojo pensando en mis padres.
“¿Dónde están? Tengo que hablar con ellos, tengo que decirles que… que…”
Mientras hablo intento ponerme de pie, aviento la cobija y giro mi cuerpo rápidamente, demasiado rápido, cuando intento ponerme de pie me mareo y me tengo que volver a sentar.
“Eh, chica, calma. Ponte como estabas mejor que si te alteras no te van a dejar salir de aquí pronto, ya sabes cómo es esto – me voltea a ver rápidamente como si hubiera dicho algo malo - eh, esto de los hospitales y como les gusta tener siempre a la gente metida.”
Me acomodo sin protestar porque intentar pararme si me dejo un poco débil y mareada, supongo que son los medicamentos que me han dado.
“Solo quiero decirles que no fue su culpa, no fue culpa de Cris. Yo solo, no sé, estaba fuera de control, y me agobie… yo que sé. Pero no fue… Cris no…”
Amira pone su mano sobre mi hombro, con calma, lentamente.
“Joana, mírame. Respira. Solo, respira por la nariz y sácalo por la boca.”
Hago lo que me dice y siento que me tranquilizo.
“¿Mejor? – asiento con la cabeza – Vale. Yo solo te puedo decir que Cristina no está aquí por acuerdo mutuo, lo que ella y tus padres y nosotros queremos es simplemente que estés bien, y que… que no te vuelva a pasar algo como esto. Nos tenías a todos muy preocupados.”
Agacho la cabeza y, la verdad, me siento un poco avergonzada; lo sumo a otra emoción que no puedo explicar.
“Lo lamento, de verdad, pero no pude evitarlo, no puedo. Pierdo el control y me enojo y me paranoio y el problema es, - sigo llorando y me frustro conmigo misma – el problema es que no se ni porque ni como detenerlo ni como empieza. Simplemente, sin aviso, todo se vuelve muy agobiante.”
Amira no dice nada, pero veo en su expresión que está pensando algo que decir, o como decirlo probablemente. Después de unos minutos me voltea a ver fijamente y acerca su silla un poco más.
“Joana, tu… ¿tu estáis yendo a terapia? – digo que sí con la cabeza – Vale, y, ¿confías en tu terapeuta? – vuelvo a asentir – Pues, mira, hay ciertas cosas que… A veces los padres quieren protegernos y…. – Cierra los ojos y se toma un momento antes de volver a hablar – Joana, lo mejor es que habléis con tu terapeuta, sobre todo, no sé, igual preguntadle de porque te has sentido tan al límite con tus emociones. Todas esas preguntas que no sabes, decírselas.
Creo que, hay algunas cosas que son importantes que puedas tener las respuestas para poder tener las soluciones.”
No estoy segura si le pillo lo que dice, pero tampoco me da tiempo de preguntarle más porque justo entran mis padres a la habitación y ella se pone de pie, me voltea a ver y vuelve a poner su mano en mi hombro y lo aprieta suavemente.
“Chao, mejórate pronto.”
Amira pasa junto a mis padres y se voltean a ver, con cordialidad, pero hasta yo alcanzo a ver la tensión.
“Amira.”
“Con permiso, buen día.”
Amira me voltea a ver una vez más antes de salir de la habitación y hace un gesto con la cabeza antes de salir.
Mis padres se acercan a mí, mi madre me abraza con cuidado y mi padre me da un beso en la frente.
“¿Cómo te sentís?”
La verdad es que no lo sé, pero solo quiero salir de aquí ahora y no quiero decir nada que pueda hacerlos pensar que no puedo.
“Bien, mejor. Con ganas de ir a casa.”
Mi madre sonríe y mi padre me dice que el doctor dijo que lo más probable es que pueda ir a casa más tarde el día de hoy, también me dice que no iré al instituto por el resto de la semana, que no podrá usar el teléfono y que veré a la terapeuta dos veces a la semana por un tiempo, yo solamente les digo que sí, lo que sea necesario para salir de aquí. Ya en casa veremos.
Una de las enfermeras entra a la habitación y mi padre sale a buscar al doctor, la enfermera me saluda por nombre y me toma los signos vitales.
“¿Cómo te sientes?”
Me toma la temperatura también.
“Bien… mejor.”
La enfermera asiente con la cabeza y termina de anotar en mi historial, después agarra una pequeña linterna y me alumbra los ojos, la luz brillante hace que mi cuerpo reaccione y salto un poco en mi lugar y siento que mi corazón se acelera.
“Eh, todo está bien.”
La enfermera se asegura de que estoy haciendo contacto visual con ella mientras me habla, empieza a guiar mi respiración indicándome que respire al mismo tiempo que ella y logro calmarme, no se si por el ejercicio de respiración o porque sus ojos tienen una mirada muy calmada, pacifica.
“Gracias.”
La enfermera me sonríe, pasa junto a mi madre, le dirige un gesto con la cabeza y se va, segundos después llega mi padre con mi terapeuta y el doctor.
“Hola, Joana. ¿Cómo te sientes?”
Cansada. Harta. Confundida. Con ganas de ir a casa. Extrañando a Cris.
“Bien, mejor.”
Mi terapeuta me voltea a ver y levante ligeramente la ceja, es obvio que no me cree, pero de verdad espero que no diga nada, ya hablaremos ella y yo pronto.
“Pues, todos los resultados se ven bien, medicamente no hay mas motivos por los que deba quedarse aquí, señorita Bianchi. – el doctor voltea a ver a mis padres para dirigirse a ellos – En unos minutos la enfermera les traerá los papeles para que puedan firmar el alta y en un par de horas podrán irse.”
Mis padres asienten con la cabeza y le agradecen al doctor, el les responde y después da la media vuelta y sale de la habitación, quedando solo mis padres, mi terapeuta y yo en la habitación. Todo se pone tenso de repente y yo hago lo posible por no hacer contacto visual con nadie.
“¿Sería posible que me permitieran unos minutos a solas con Joana?”
Mis padres se voltean a ver y se ven nerviosos, pero acceden, salen de la habitación y cierran la puerta detrás de ellos. Se que ella me está mirando, pero yo sigo viendo abajo hacia mis manos como si fueran lo mas interesante del mundo, escucho que jala la silla para acercarla a mí y se siente.
“Bueno pues, Joana, ¿me podrías explicar que sucedió?”
Suspiro sin contestar porque me encantaría poder hacerlo, pero ni yo lo entiendo.
“No, no puedo.”
“¿Por qué?”
Aprieto mis manos fuertemente, como si pudiera canalizar mi frustración de esa manera y concentrarla ahí, luego las relajo y le contesto sin alzar la mirada.
“Porque no puedo. Porque ni yo misma lo entiendo, un segundo estaba bien y al otro no paraba de pensar en un millón de cosas y de sentirme… coño, no se ni como me sentía. Es que últimamente me he llegado a sentir como, fuera de control, me puedo estar sintiendo super bien y algo pasa y me siento de la mierda. Y no sé por qué.”
Ahora volteo a ver a mi terapeuta y se que esta intentando permanecer neutral, como debe de hacerlo, al final es una relación paciente-doctor y no puede involucrarse, pero alcanzo a notar que esta haciendo un esfuerzo por no hacer alguna expresión. Su mirada controlada, pero con un brillo de preocupación me recuerda a Cris, a Cris mirándome segundos antes de que perdiera el conocimiento y siento que mi corazón se hunde y cae a mi estómago.
“Y lo peor es que ahora van a pensar que es por culpa de Cris, y no me van a dejar volver a verla y ni siquiera tengo mi teléfono para avisarle que estoy bien y que si no le escribo no es porque no quiera verla, y-”
Las palabras van demasiado rápido en mi cerebro y se atoran todas en mi boca y me trabo, así que dejo de hablar mejor.
“Creo que es algo con lo que te puedo ayudar. Será nuestro pequeño secreto.”
Se para y camina hacia la puerta sin decir nada más, y yo me quedo igual de confundida y volteo a ver mis manos de nuevo.
“Y, Joana, nos vemos mañana para nuestra sesión.”
Asiento con la cabeza sin alzar la cara, escucho que cierra la puerta, me recuesto y me hundo en la almohada, cierro los ojos e intento no pensar, cruzo mis brazos por encima de mi cabeza y me cubro los ojos.
“¿Joana?”
Si tenía el corazón en el estómago, se me sube instantáneamente al pecho. Me siento tan rápido que la cabeza me da vueltas por unos segundos, pero cuando todo deja de moverse y puedo ver claramente la veo a ella, parada en la puerta con una expresión de preocupación y tristeza que me rompe el corazón.
“Cris…”
Me siento y hago un ligero movimiento con la mano para que se acerque a mí, pero no lo hace, no se mueve, solo está parada en la puerta y me observa y hay tanto silencio que puedo escuchar el momento exacto en que suelta el aire que había estado aguantando y como su respiración se vuelve irregular y sé que está llorando, lo sabría incluso si no pudiera verla; es extraño pensar en que puedo saber que siente tan solo de como respira.
“Cris, vení.”
Abro los brazos para que se acerque y de repente Cris ya está impactando contra mí, tan fuerte que me tira de regreso a la cama y ella está encima de mí, sus ojos azules tristes y mojados, y mis manos agarrándola por la espalda fuertemente.
“Jo, perdóname. No era mi intención alterarte ni que pasara nada de eso, es mi culpa, como siempre, como todo.”
Me abraza fuertemente por el cuello y se suelta a llorar y no se me ocurre que hacer mas que dejarla y abrazarla igual de fuerte. No pasa mucho tiempo y alguien toca a la puerta dos veces, luego una, luego dos, y Cris me abraza con fuerza una vez más antes de levantarse un poco y apoyarse sobre sus codos.
“¿Estas bien?”
Me revisa de arriba abajo con la mirada y después sonríe.
“Si, ¿tu estas bien?”
Me agarra la cara con ambas manos y frota sus pulgares en mi mejilla, después pega su frente y la mía y murmura la palabra gilipollas antes de darme un beso, un beso color azul que me calma desde adentro, y exhalo contra sus labios.
“Cris, no tenés nada de que disculparte, ¿sí? No ha sido tu culpa, yo… no se que me pasó, no logro entender, ni siquiera sé porque empecé a tomar. Discúlpame tu a mí.”
Cris me ve con suavidad y quita unos cabellos que tengo en la frente.
“Todos perdemos el control a veces, como que estuviéramos al límite y nuestra personalidad fuera otra.”
Alza los hombros y lo ha hecho de nuevo, ha dicho exactamente como me siento y ni siquiera lo sabe.
Se abre la puerta y Cris salta y se incorpora.
“Chicas, no quiero interrumpir, pero no queda tiempo ya.”
“Si, ya.”
Cris me voltea a ver y la noto ansiosa.
“Cris, te prometo que-”
“¿Mañana tienes terapia?”
“Sí.”
“No te preocupes por mi, ¿vale? Concéntrate en eso para que pueda volver a verte pronto y no vuelvas acá pronto porque no me gusta verte en hospitales.”
Cuatro golpes seguidos en la puerta y los ojos de Cris se vuelven tristes otra vez.
“Me tengo que ir ya.”
Da dos pasos y estiro mi brazo para agarrar su mano, me voltea a ver y creo que está sintiendo lo mismo que yo, mil cosas a una gran velocidad, es tanto que no se que decir, no puedo formular una sola palabra, y creo que Cris lo entiende porque me dice que todo está bien y luego se va. Y yo necesito irme de aquí ya también.