Fiesta Parte 3

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Después de un rato sentadas en silencio junto a la alberca, bajamos juntas de regreso a la fiesta, la poca esperanza que tengo de regresar y pasar desapercibidas en el intento se desaparece cuando escucho a Viri gritar “Ahí están”, seguida de varios “uuuuuuy” de Lucas, Eva y Christian; pero no me importa mucho, estar ahí junto a Cris hace que todo fuera mucho más sencillo, natural casi.

Cris y Eva comparten una mirada, y Christian alza la mano para que las choquemos, después de eso la fiesta sigue como cualquier otra fiesta, bailamos, cantamos, vemos como los demás se emborrachan y se vuelven ruidosos y cada vez cantan peor, pero con mas ganas. En algún momento veo como Nora y Amira están hablando en una de las esquinas de la habitación, claramente no puedo escuchar que dicen, pero las gesticulaciones de Nora indican a que están teniendo un momento serio; después de unas siete u ocho canciones veo a Amira asentir con la cabeza y a Nora darle un abrazo, y se acercan a nosotros, Cris está parada a mi derecha y Amira se para junto a ella, le dice algo al oído y Cris se va, guiñándome un ojo antes de irse como para calmarme un poco.

Amira se para junto a mi y siento la tensión que se empieza a formar, aunque la iluminación no es la mejor, puedo verla hacer un par de respiraciones profundas hasta que decide voltearse y verme de frente.

“No es que no me agrades, ¿vale? Solo no quiero que Cris salga herida, es todo.”

Asiento con la cabeza sin romper el contacto visual.

“Te aseguro que jamás haría nada que pudiera lastimarla.”

Pone su mano en mi hombro y anuncia al resto que ya se tiene que ir, Cris la acompaña a las escaleras donde platican durante una canción, y se abrazan al despedirse. Después, Cris regresa a donde estaba, parada a mi derecha.

“Che, ¿todo bien?”

“Sí, todo está muy bien.”

Bailamos y cantamos por un par de horas más, hasta el punto donde no quedaba nadie mas que nosotras dos, Lucas y Eva, Jorge y Christian, para ese momento ya estábamos todos muy cansados y decidimos subir a la piscina a ver como amanecía. Hacía bastante frío así que Christian sacó varios cobertores para que nos pudiéramos tapar, nos dio uno a cada uno y Cris y yo compartimos los nuestros; uno por encima de nuestros hombros, y otro para taparnos las piernas, la cercanía hizo que la posición más cómoda fuera que yo abrazara a Cris por los hombros y ella descansara su cabeza en mi hombro otra vez. Los demás chicos estaban sentados de manera individual, pero en algún momento, Jorge se sentó junto a Eva, lo cual le pareció gracioso a Cris por alguna razón.

Ahí nos quedamos los seis, en silencio viendo como el color del cielo cambiaba de un tono morado oscuro, a un azul oscuro, luego se tornaba naranja y rosa, y al final quedaba de un azul brillante y claro. Siento a Cris bostezar y su respiración empieza a volverse lenta y rítmica.

“¿Cris?”

Ella se pega un poco más a mí, pero no me contesta.

“Cris, anda, no te duermas.”

“Ssssh, vamos a dormir un rato y ya. Anda.”

Me río suavemente, en realidad me gustaría quedarme, pero tengo que llegar a casa, los domingos son días familiares y mis padres se molestarían mucho si no llego.

“Tengo que llegar a casa, o no me van a volver a dejar salir en un año.”

“¿No puedes quedarte?”

Me voltea a ver, con esos gigantes ojos azules y un puchero que, en otra ocasión, sin duda me convencería de acceder a lo que ella quiere.

“Lo lamento, pero es que no puedo. Es domingo familiar en mi casa y es un tanto obligatorio.”

Suspira y se acomoda una vez mas con su cabeza en mi hombro.

“Vale.”

Se pone de pie y me da las manos para ayudarme a hacer lo mismo, les digo a todos adiós en voz alta, pero solo Christian me responde, los demás se han quedado dormidos. Cris me acompaña a la salida, aun somnolienta y cansada, pero también la noto un poco nerviosa.

“Vale, me avisas cuando llegues, y todo, ¿sí?”

“Lo prometo.”

“Va.”

Nos quedamos viéndonos unos momentos… momentos que podrían haber sido minutos, u horas, o días, en realidad el tiempo se vuelve algo relativo cuando Cris me ve de esa manera, un brillo especial en sus ojos, y esa sonrisa que es únicamente de ella. Se acerca a mi hasta que ya casi no hay espacio entre las dos, acerca su cara a la mía y dejo de respirar, sus labios están tan cerca de los míos que con el menor de los movimientos… en el último instante desvía un poco su cara y me da u beso directo en la mejilla, y de manera incontrolable cierro los ojos.

“Pues, nos vemos el lunes entonces.”

Le sonrío, porque no hay manera alguna que pueda yo formular alguna palabra en este momento, y camino en dirección al metro. Su beso latiendo en mi mejilla, y mi corazón me va a mil.

Atrapando humoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora