Capítulo 9

27.2K 1.6K 181
                                        


BORRADOR SIN EDICIÓN.

***

Cuando ha insinuado el invitarme un postre, pensé en miles de escenarios donde me hacía cientos de cosas no aptas para cardíacos. Lo admito, mi lado más pervertido y lujurioso se activó e hizo que mi imaginación volara. Lo que nunca me pasó por la cabeza es que él en realidad me invitaría un postre.

Me quedo como estúpida viendo como el chef prepara un flambé de bananas y cranberries junto a nuestra mesa. Lo ha pedido justo después de su clara insinuación, esa que me ha dejado el cuerpo hormigueando. ¿Cómo puede comportarse tan normal? ¿O soy yo quien estoy exagerando las cosas?

Me sirven mi postre y lo miro como si fuera a tragarme, no quiero postre, al menos no ese en específico. Observo a Darius, quien le da un gran bocado a su flambé, lo saborea como el mejor de los manjares. Y eso es electrizante, erótico.

–¿No quieres? Está exquisito– dice al atraparme mirándolo.

–No me apetece ahora mismo.

–¿Y qué te apetece, Caroline?– pregunta con doble sentido, provocando revolución entre mis hormonas. Trago saliva.

–Agua– miento. Ni siquiera sé por qué he pedido eso.

Él sonríe y niega con la cabeza, como si toda esta situación lo divirtiera. Estoy haciendo el ridículo y me estoy odiando por eso justo ahora. Pero es que su cambio de actitud de un segundo a otro, me tiene desconcertada.

Creo que es hora de irme, estoy confundiendo las cosas y desde un inicio no debí venir. Pensé que todo sería más diferente y menos formal. No sé si me doy a entender.

–¿Qué sucede? Hasta hace un minuto estabas bien, estábamos conectando, ahora estás distante– dice borrando la sonrisa de su cara –Eres un enigma, Caroline Dickinson. ¿Quien te ha hecho tanto mal?

Me tenso ante su insinuación. Eso no debería importarle, mi vida privada no es su problema.

–Debería irme– me levanto y tomo mi bolso. Darius no me detiene, aunque sus palabras me dejan pegada al suelo.

–Ahora huyes.

–¿Perdón?– levanto una ceja inquisitiva.

–Estás huyendo, pero está bien. Te comprendo. Gracias por venir, me has dejado saber que puedo continuar.

Frunzo el ceño. No comprendo sus palabras.

–¿A qué te refieres?

–A ti, Caroline. Nos veremos en otra ocasión.

Me despido de él aún confundida. ¿Qué acaba de pasar? ¿Por qué este encuentro ha sido tan raro y he cambiado de actitud de forma tan extraña? Vine con un propósito aquí, conseguir algo de sexo sin compromiso y termino corriendo lejos de él. Y sinceramente creo que ha sido lo mejor. Es decir, el me atrae muchísimo, pero no sé qué busca de mí.

Me subo a mi auto y una llamada de Diamond entra a mi móvil. ¿Es una señal de que debería contarle lo sucedido? No, si Darius no le ha contado su visita a Nueva York, yo no seré quien se lo cuente.

–¿Di?– respondo tratando de sonar normal.

–¿Dónde estás? Tengo un problema con unas cuentas, ¿puedes ayudarme?– se escucha agitada, estresada.

–¿Estás en la empresa? Di, es domingo... en la noche– le recuerdo y la escucho bufar.

–¿Qué más da? Soy la dueña y nunca es día de descanso para un empresario.

Yes, Sir  (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora