Capítulo 10

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CAPÍTULO SIN EDICIÓN.

***

–¿Segura que puedes con todo?– le pregunto a Daya por enésima vez mientras le doy todo lo que necesitará este fin de semana.

–Sabes que sí. Descuida.

Suspiro lentamente. Esta semana ha pasado a la velocidad de la luz, para mi mala suerte. Es viernes y tengo un vuelo hacia Los Ángeles dentro de un par de horas, por lo que estoy ultimando los detalles para dejar a Daya a cargo.

Sin Ethan y sin mí aquí, no sé cómo la joven muchacha va a soportar el carácter explosivo de Diamond y toda la labor que conlleva el Holding.

No quiero irme, pero no hay forma de que yo escape de mi madre. Es imposible. Además está el hecho de que Di está de acuerdo con que salga y me divierta. No necesito eso, no hay mejor manera de distraerme que trabajando.

–Ya déjala, Care– me giro a ver a mi jefa. Está de brazos cruzados en el umbral de la puerta de su oficina –No somos incompetentes, podemos solas. ¿Acaso crees que no puedo llevar propia empresa?

–No pongas palabras que no he dicho en mi boca– me defiendo y ella sonríe apenas. Una sombra efímera que me hace pensar que aún está marchita por dentro. Ella me necesita y yo me largo –Diamond...– me interrumpe con un movimiento de su mano.

–Ya vete, ¿no tienes un vuelo? Vas tarde.

Hago un puchero y me acerco a mi amiga para darle un abrazo. No me importa que Daya nos vea, ella sabe que somos más que empleada y jefa. Diamond me devuelve el abrazo y le susurro al oído que todo estará bien. Cuando nos separamos ella me guiña un ojo y me alejo para tomar mi maleta.

También me despido de mi compañera de trabajo y por fin abandono la planta de presidencia en el elevador. Inspiro hondo preparándome mentalmente para lidiar con mi familia. No es que sean malos, pero son molestos y asfixiantes. Mi madre es una exagerada y mi padrastro un títere millonario de ella. Y luego está Dean, mi querido hermanastro. Ni siquiera vale la pena pensar en él.

Llego a mi auto en el parking del Holding y acomodo mi equipaje de mano, aquel que no contiene nada más que algunos objetos personales, ya que estoy completamente segura que mi madre tiene todo un guardarropa "apropiado" para mí.

Pongo marcha hacia el aeropuerto, resignada y dispuesta a beber en toda la fiesta para poder soportar al grupo de amigos de mis padres.

Aquí voy, California. Y me temo que será un largo viaje.

***

Cuando el avión aterriza, veo el sol ardiente de California a través de la ventana y sonrío. Nunca he estado aquí pero las personas hablan maravilla de este estado y tal vez no sea tan malo después de todo.

Saco mi maleta del compartimento del avión y espero mi turno para caminar hacia la salida. Me dirijo directo a la zona de migración donde me tardo una eternidad en salir. ¿Acaso todo el mundo decidió viajar hoy aquí?

Mientras salgo voy maldiciendo a todos los santos. Tengo hambre y mil llamadas de mi madre en el teléfono. Ni siquiera he salido bien del aeropuerto cuando la veo entre la multitud, elegante y llamativa; despampanante y hermosa. Así es Magenta Dickinson.

Finjo una sonrisa cuando voltea a verme.

–¡Caroline!– exclama de verdad alegre y eso hace que mi sonrisa se vuelva natural. Es mi madre después de todo.

–Mamá.

Afianzo mi paso para acercarme a ella y envolverla en un abrazo. Huele a rosas y el calor de su cuerpo me reconforta.

Yes, Sir  (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora