Capítulo 65

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Archivo el libro de cuentas luego de ajustar el error que había cometido anteriormente. Lo cabeza no está bien desde esa llamada con Dean y tengo el estómago descompuesto por la ansiedad que me provoca el saber que voy a volver a verle. No quiero sentirme así, pero es inevitable y lo odio.

La puerta es tocada y con un suspiro doy permiso de entrada a mi oficina. Uno de los chicos encargados del almacén no trae buena cara y presiento que esta noche solo empeorará con cada minuto que pasa.

—¿Qué sucede Nick?— pregunto ya resignada.

—Tres cajas de whiskey se fueron al suelo.

—Dios— reniego, esto no puede ser cierto.

—¿Y puedo saber qué sucedió?— inquiero.

—Una rata.

Golpeo mi rostro ante aquella absurda explicación. ¿Y desde cuando tenemos ratas?

—Recoge todo y dime las marcas, lo meteré en el sistema— murmuro buscando en mi computador el inventario del club.

Espero a que el chico se marche para llevar mis manos a mi cabeza, voy a morir de estrés y se siguen sumando cosas a este día de mierda. Miro mi teléfono, apenas son las diez, ni siquiera llevo la mitad de mi jornada y ya quiero irme a casa, dormir entre los brazos de mi griego y dejar que todo fluya.

La pantalla de mi móvil se ilumina con la entrada de un mensaje de texto, todo mi cuerpo entra en extrema tensión al leer las pocas palabras que Dean me ha enviado: estoy aquí. Comienzo a temblar inexplicablemente, muerta de miedo. No quiero verle, no quiero que esté encuentro arruine todo lo perfecto que tengo ahora.

Los ojos se me llenan de lágrimas mientras escribo un mensaje de vuelta. No me queda más opción que enfrentar esto, mi pasado, para continuar con mi futuro.

Salgo de mi oficina e inmediatamente lo veo, en medio de la pista buscándome. Su rostro se ve demacrado, se ve pálido bajo la luz, su cabello está más largo y alborotado, a simple vista lo está pasando mal. Me armo de valor con un respiro hondo y me acerco a él, que no tarda en notarme, una sonrisa se forma en sus labios, una que por supuesto no correspondo.

—Nena...— da un paso hacia mí y lo detengo con un movimiento de mi mano.

—No me llames así y no te acerques— le ordeno con seriedad —Sígueme.

Lo conduzco hasta la zona más despejada del club y hago que uno de los meseros traiga algo de tomar para los dos, si vamos a tener una conversación, quiero estar lo más relajada posible y el alcohol es lo único que podrá hacerme sentir así.

—¿Trabajas aquí?— inquiere confundido y sonrío de lado.

—Soy la administradora— musito.

—Vaya. Me alegro por ti— me sonríe de lado y aquel gesto sólo me trae malos recuerdos. Me remuevo incómoda en mi asiento y para mi buena suerte llega el alcohol, así que lo bebo de un solo trago —¿Cómo has estado?

—Ve al punto, Dean— le digo con voz suplicante. Quiero que se marche y me deje vivir esta increíble vida que estoy llevando aquí —No puedes ser tan egoísta, no puedes venir aquí y destruirme, soy feliz por primera vez en mucho tiempo, ¿acaso no puedes soportar eso?

Mis ojos se llenan de lágrimas y los suyos se vuelven turbios, una amargura que me sienta y mal sabor de boca. Este no es el hombre que una vez yo conocí, no está, frente a mí solo hay alguien quien parece que perdió su alma.

—Porque quiero que continúes siéndolo es que estoy aquí. Caroline, muy tarde me di cuenta que tu eres una mujer grandiosa, lamentablemente él ya te había ganado para entonces y yo quedé en segundo plano. Pero me satisface el hecho de que Christopoulos te dé dicha, lo mereces— toma mi mano entre la suya y no lo aparto, dejo que lo haga pues siento que sus palabras son sinceras. De repente su rostro se vuelve muy serio, tanto que aterroriza —Hace unos meses atrás, mucho antes de que vinieras a Grecia, me hice los exámenes anuales de la membresía del Temptation... yo...— balbucea nervioso y creo saber de qué va esto y me asusta mucho.

Yes, Sir  (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora