Me río ante las palabras de Darius, nunca lo había visto tan emocionado por algo. ¿De verdad le gusta tanto que haya aprendido su idioma? De saberlo lo hubiera aprendido antes. Me aferro a su cuello para fundir mis labios en los suyo es un beso intenso, de esos calientes que amenazan con destruir todo autocontrol. Mi griego se aprieta contra mí, presionando su creciente erección contra mi centro ansioso.
No entiendo qué clase de hechizo tiene este hombre conmigo, pero solo con tocarme indecorosamente me prepara al instante para él. Abandona mi boca para besar mi cuello, dejando pequeñas lamidas en mis zonas más sensible, lo que me hace gemir extasiada por sus caricias. Me impulsa un poco hacia arriba para que mis senos queden a la altura de su cara y así pueda devorarlo cual manjar. Muerde uno de mis pezones suavemente, enviando corrientes de placer por todo mi cuerpo provocando que grite su nombre.
–¡Querido!
Una voz aguda llama en griego sacándonos de toda concentración, Darius gruñe con rabia y yo frunzo el ceño confundida. ¿Querido? ¿Que mierda?
–Voy a matarlo– espeta Darius dejándome en el piso y saliendo de la habitación.
Sin saber qué hacer y más desconcertada que un pez en el desierto, recojo la toalla y me la pongo rápidamente para ir tras él. De repente toda excitacion se ha esfumado de mi cuerpo y la inseguridad la reemplaza. No quiero creer que Darius tenga pareja y me haya traído aquí a jugar a ser la otra.
Corro hasta el balconcillo del ático para escuchar y ver el momento en que mi griego amenaza a un hombre con matarlo mientras este ríe divertido. Alzo la cejas, es un tipo bien parecido, por no decir que está buenísimo. Va vestido de traje y se burla claramente de un enojado Darius.
–Tranquilo, amigo. Solo fue una broma– le dice después de carcajearse. Tiene un aire de bromista e inmaduro que me hace sonreír, ni siquiera sé por qué.
–Te he dicho miles de veces que no entres a mi puto apartamento como si fuera el tuyo– le espeta.
–¿Y cuál es el chiste de tener tu llave, entonces? Relájate, te va a explotar la vena de la frente– el hombre intenta acariciar la cara de Darius pero este le da un manotazo.
–¿Qué haces aquí?
–Vine a conocer a la americana, obviamente. Su identidad me tiene en ascuas.
–Creo que esa soy yo– murmuro y ambos levantan la mirada en mi dirección –Me alegra saber que Darius habla de mí con otras personas. Espero que cosas buenas, claro– bajo las escaleras bajo su atento escrutinio, parece analizarme de arriba abajo y levanto una ceja –¿Si me quito la toalla es mejor?— inquiero con ironía y él sonríe de lado de forma lobuna.
–No me quejaría, muñeca– Darius lo observa de brazos cruzados, no veo celos en su mirada así que este hombre es alguien en quien confía bastante, tanto para que esté casi desnuda frente a él y le dé igual –Soy Egan Zabat, el amante de este grandulón– me tiende la mano.
–Ya quisieras– le responde mi hombre rodando los ojos –Es un amigo– me aclara y yo recibo la mano que me tiende Egan.
–El mejor amigo– recalca este último y me río.
–Creo que no necesito presentarme.
–Bueno, te conozco como omorfiá, americana, rubia y ahora agápi. Si alguno es tu nombre...– deja la frase al aire y me sonrojo. ¿Cuánto le ha hablado Darius de mí?
–Caroline Dickinson. Es un placer– él tira de mí hasta su cuerpo, demasiado cerca dejándome sorprendida.
–El placer es mío– murmura sobre mis labios con voz ronca. Trago saliva de pronto paralizada por la sensualidad y el aroma varonil que desprende.
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Yes, Sir (+18)
RomanceFue ver sus ojos y perderme en ellos. Eran atrayentes, misteriosos y a la vez risueños. Cuando se posaron en mí entendí la magnitud de los hechos: él me había cautivado con una sola mirada, me había hecho rendirme a sus pies. Sabía que él sería el...