Capítulo 31

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En las escalinatas el ultimo par de generales marinos solos e había detenido cuando sintieron el estallido de cosmo que provenía de la casa de virgo que indicaba una sola cosa, la amazona rubia había golpeado con un verdadero ataque a u compañero del cual ya no podían percibir su presencia en lo mas mínimo, no se requería se un genio para comprender que el había sido derrotado por aquella serena y calmada mujer que sin duda fue un rival demasiado poderoso para el pobre caballero de Scyla, -maldita sea- la mujer que acompañaba al dragón del mar dio un paso al frente con claras intenciones de regresar a la casa numero seis y vengar la caída de su compañero pero la mano del general del frente en su hombro la hizo detenerse en seco pues le jalo con facilidad haciéndola dar la vuelta para mirarlo con sus ojos inyectados de enojo por la derrota de otro de sus compañeros -se lo que quieres hacer y yo también deseo revancha pero regresar no ayuda a nuestra causa, hay que continuar adelante y llegar hasta Athena- declaro con esa voz serena y gruesa digna solo de un líder con experiencia y sabiduría, no le gusto nada admitirlo pero en el fondo sabia que el tenia toda la razón y no podían darse esa clase de lujos solo por una pequeña revancha personal

-esta bien pero cuando acabemos seto debemos vengar a nuestros camarada- declaro ella con esa voz decidida que solo logro un asentimiento de parte del general que le regresaba una mirada serena ante lo que dijo

-créeme cundo acabemos esto todos probaran el poder de nuestro señor Poseidón, ahora andando!- y sin decir mas el general marino comenzó a avanza mientras la luz ya despuntaba sobre ellos iluminando la siguiente casa que se alzaba delante de ellos, la casa de Capricornio los esperaba

-vengan pronto que ya me aburro y deseo combatir contra un rival digno- era la línea de pensamiento de la amazona que al resguardo de la sombra de una de las columnas esperaba pacientemente a la llegada de aquellos generales marinos

Casi a mismo tiempo que la amazona de capricornio imploraba por un enemigo con e cual luchar la otra enviada del dios de los mares se movía con velocidad entre los cuartos y tempos pequeños de santuario en busca de alguna cosa u objeto que en su opinión valiera algo mas que dos centavos pero caro cuando estas en un sitio sagrado donde o mas importante es la unión y la fuerza es natural no encontrar demasiadas cosas que valgan la pena fuera de lo que ella sostenía en sus manos en ese momento, a su espalda las escalinatas que guiaban a las doce casas se alzaban mientras el brillo del pequeño objeto en su mano le emocionaba, era claro que por el color y el resplandor que emitía al ser tocado por los rayos del sol que se trataba de un objeto de oro con forma de un pequeño collar con bordes que en su opinión parecían imitar a los rayos del sol al amanecer, su cadena fina y delicada también del mismo tono dejaba en claro que una baratija no era, -creo que tu eres de lo poco que conservare, se nota que eres valioso y no te venderé por unas cuantas monedas jejeje- se rio al ver como el collar se deslizaba ente sus dedos hasta quedar colgando de ellos meciéndose suavemente, el viento se movía con suavidad mientras esos pasos resonaban a su espalda y Nami volteaba despacio para verle de pie frente a ella -y tu quien rayos eres?- pregunto con duda al ver a la mujer delante de ella, no era muy adulta a decir verdad debía ser un par de años menor que ella pero era muy bella con un brillante cabello rosado que era bien exhibido por esa diadema inclinada de metal plateada que sin duda era parte de esa armadura que le envolvía, era de piernas largas que protegían hasta sus rodillas, en su cintura solo un cinturón plateado era todo lo que se veía mientras el peto pequeño apenas cubría sus pechos de buen tamaño fluyendo el metal a su hombro derecho del que salía una hombrera alargada y recta, su brazo derecho estaba enfundado en un protector que llegaba a su codo mientras que el izquierdo solo era cubierto de la muñeca por un brazalete de metal del que se desprendían cuatro hilos de metal que abrazaban todo su brazo casi hasta el hombro descubierto

-yo soy la dueña de ese collar que robaste ladrona devuélvemelo ahora o te pulverizare!- declaro con agresividad la chica del cabello rosado logrando que Nami solo mirase el objeto en su mano y sonriera de nuevo al verlo en su poder

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