Capítulo 46

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Todo era una profunda y tensa calma en esos momentos mientras Ibiki veía como la chica de la armadura blanca había logrado obtener la victoria sobre su oponente sólo para ser sorprendida por alguien diferente quien la estaba viendo fijamente como si fuera sólo una especie de obstáculo mejor en su camino hacia quien sabe donde aunque estaba muy seguro de que no le gustaría averiguar a donde era que el quería ir, —supongo que ustedes van a quedarse a ver como la asesino o se van a quedar a morir también — mencionó ese extraño hombre de armadura siniestra, algo en el era muy diferente a los demás, su armadura era de cuerpo completo con hombreras rectas que parecían estar sonrojadas por esas crestas semejantes a dientes que se alzaba a todo lo largo, sus piernas y brazos estaban cubiertos por el mismo tipo de armadura recta y plagada de pequeños dibujos que parecían semejantes a escamas, en su pecho había un peto de dos partes siendo la superior una masa de placas que a subían a una más pequeña que salía sobre sus costillas, en su cintura un ancho cinturón de donde colgaban esas placas rectas tenía a la espalda un par más largo de ellas que parecían ser parte de algo más grande, sobre su cabeza una simple decoración sobre la frente unida a una especie de vista semejante al filo de un hacha sobresalía en su cabeza donde el cabello negro se veía claro como sus ojos marrones — quien eres tú? — pregunto Haku tratando de averiguar quién era ese sujeto pues estaba segura de que niñera un espectro pues su energía se sentía por completo diferente a la de esos seres traídos desde la muerte, la sonrisa del enemigo se volvió sólo un poco más larga mientras su cuerpo desprendía esa aura malévola de un color gris siniestro y perverso que en definitiva no tenía nada que ver con lo que Ibiki había sentido antes, era un ninja experto en muchas cosas y ahora mismo no entendía eso que llamaban cosmos sólo sabía que era poderoso mucho más que su chakra y aún así, podía sentir algo en el quizá era el componente espiritual, no estaba seguro pero con eso bastaba para que supiera cuando alguien era maligno o no, y ese sujeto, causaba una sensación más que perversa que no tenía nada que ver con todos los otros, la presencia de los demás era fría pero este hombre… este hombre era…

—(este hombre… no debemos estar aquí) — pensó Ibiki sin dejar de ver al sujeto que seguía rodeado de esa extraña aura de poder que sólo causaba escalofríos de feo de Haku, ella como Ibiki estaba segura de que ese hombre no sería fácil de tratar.

—Quieres saber quien soy… mi nombre es Inyi del Caimán, y por la gloria se mi señor te haré pedazos amazona del cisne — y con más fuerza el aura de aquel hombre pareció brillar aún más mientras la silueta de un gran ser reptil aparecía a si espalda abriendo unas fauces enormes repletas de dientes afilados.

Ibiki estaba seguro de una sola cosa al ver esa visión delante de el, este enemigo iba a ser muy peligroso, casi al mismo tiempo en otra parte de la aldea en los campos de entrenamiento uno de los jueves del infierno no podía hacer otra cosa más que moverse a toda velocidad escapando se los golpes brillantes de color dorado que no dejaban de caer sobre el abriendo surcos en el suelo tras el poder con el que eran lanzados por su oponente, Minos se apreciaba de ser uno de los jueves más hábiles a la hora de combatir sin mencionar uno de los más difíciles de enfrentar después de todo cuando tu oponente te puede controlar sin que puedas oponerte es difícil por donde se trate de ver, por eso mismo Minos estaba orgulloso de ser uno de los jueces a los que las almas siempre trataban de evitar pero ahora mismo eso estaba demostrando ser poco menos importante que una mosca capaz de volar sobre un plato de comida pues de nuevo el brillo dorado llamaba su atención a los árboles de donde los ataques brillantes salían disparados con la forma de un rato recto y preciso que llego a el conectando un golpe directo a su hombro derecho logrando que el juez sólo se diera la vuelta con es expresión de enojo en su rostro pues de un solo golpe parte de su armadura estaba estrellada ya — eso es todo lo que puedes hacer? Cielos estaba esperando más de uno de los jueces del inframundo — y ahí estaba delante del la fuente de su sensación de enojo y frustración, la hermosa amazona de piel oscura, Yoruichi de leo, quien iba a decir que ella sería de todos los posibles oponentes que pudo hallar el que más líos le causaría gracias a esa velocidad que rayaba en lo absurdo, claro que Minos sabía que un caballero dorado se podía mover a la velocidad de la luz, lo sabía de primera mano pero ella, parecía ser incluso más rápido que eso moviéndose de un lado a otro tan rápido que sus técnicas simplemente no podían llegar a ella pues en cuanto la tenía fijada ella ya se estaba moviendo hacia otro lado escapando por completo de lo que el tenía en mente para ella, en definitiva Yoruichi se estaba volviendo la clase de enemiga que podía llegar a ser una verdadera molestia para el juez.

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