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La vida se compone de pequeños momentos que etiquetamos con emociones; decimos que los momentos más escasos son los de felicidad, no sé decir qué tan cierto sea eso, pero si tan solo pudiéramos iluminar aquellos acontecimientos que llamamos triste...

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La vida se compone de pequeños momentos que etiquetamos con emociones; decimos que los momentos más escasos son los de felicidad, no sé decir qué tan cierto sea eso, pero si tan solo pudiéramos iluminar aquellos acontecimientos que llamamos tristes, la vida podría ser un poco más clara. Eso es lo que me dijo mi padre cuando lo único que podía hacer era lamentarme y pensar en cómo serían las cosas si todo fuera diferente. Trato de no olvidar esas palabras, es lo mejor que ha dicho en los últimos años.

No estoy seguro de quién soy, solo sé mi nombre, cuantos años tengo y quien es mi padre, nada más. Sufrí un accidente hace un par de años, tuve severas lesiones y perdí la memoria; nunca la recuperé. Por suerte, tengo a mi padre, Hank, quien me ha ayudado a salir a delante y me ha hablado un poco sobre mi origen. Tengo dos grandes cicatrices en la espalda en forma de "v" invertida; se supone que unas alas deberían estar ahí, pero fueron cortadas, o al menos eso dice Hank, sin embargo, no me ha dicho la razón. Cuando alguien toca mis cicatrices, pueden ver mi pasado y la forma en la que fueron cortadas, pero cada vez que lo hacen, siento una corriente pasar por todo mi cuerpo, es doloroso; nadie, además de Hank las ha tocado. 

Tengo un pequeño poder, puedo crear ilusiones en la mente de las personas, son tan reales que no saben diferenciar entre el mundo real y la ilusión; puedo hacer que vean lo que yo quiera, sin límite de tiempo. Al único al que no le puedo inducir ilusiones es a mi padre, es imposible, lo he intentado muchas veces ya, pero ninguna ha tenido éxito.

Vivo en un pequeño pueblo en Carolina de norte, me gusta. Es calmado, silencioso y refrescante; no pido nada más. La casa es antigua, pero tiene su encanto, además, no hay vecinos que molesten a los alrededores. Lamentablemente, mi padre se enamoró de una mujer que vive en Nueva York, y ahora quiere nos vayamos a vivir allá; en la ciudad luz, o más bien, ciudad del caos; no puedo protestar, quiero entrar a la universidad y él es mi único apoyo financiero, debo seguir sus reglas. La señora se llama Marissa; nunca la he visto, pero mi padre habla maravillas de ella. Tiene un hijo, no conozco su nombre, pero creo que es de mi misma edad y también está a punto de entrar a la universidad. Tal vez podamos llevarnos bien.

Esta noche tendremos una cena en familia, mi padre me hizo viajar hasta Nueva York para conocer a Marissa y a su hijo, con la excusa de que tiene un gran anuncio que decir.

Nos encontramos frente a una enorme casa blanca, es clásica, pero está bien conservada; tiene un porche grande al estilo griego y unas altas puertas negras. Parce ser que Marissa es una mujer adinerada; detalle que Hank no me mencionó. Tocamos la puerta y no mucho después aparece una mujer no muy alta, de tez Blanca, muy blanca como para ser normal y que se ve muy joven como para tener la misma edad de mi padre.

—Hola, cariño. Me alegra mucho verte de nuevo, estaba esperando con ansias tu llegada —saludó a mi padre con un abrazo y un beso en la mejilla, luego dirigió su mirada hacia mí y me ofreció una cálida sonrisa— mucho gusto en conocerte, Soy Marissa Rowling, tu padre me ha hablado mucho sobre ti —. Me dio un corto abrazo y nos abrió paso para entrar a su casa.

Hermanastros | ✔ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora