-Me gusta hacerte sonrojar. Te ves ridículo -una sonrisa burlona pareció en su rostro, dejando que sus colmillos se asomaran brevemente-. Y el hecho de que la gran mayoría de veces no puedes siquiera mirarme a los ojos lo hace aún mejor. Deja los ne...
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Me pregunto si alguna vez sentí algo en mi piel, si alguna vez pude sentir cuando alguien tocaba mi brazo o si pude sentir la calidez de un abrazo. Si alguna vez había temblado por el frío o si en algún momento me había quejado por el calor. Si es así, desearía volver a ese momento, a esa época en la que podía disfrutar del contacto. No recuerdo haber besado a alguien, y no recuerdo a nadie que haya querido besarme, así sea solo mis mejillas. Hank no me ha querido decir si he amado a alguien alguna vez, siempre contesta la misma frase "no lo sé, nunca me contabas sobre tus amoríos", pero tengo la esperanza de que sí tuve a alguien, que amé con todas mis fuerzas y que recibí el mismo tipo de amor.
Me gustaría poder sentir, enamorarme de alguien y poder sentir sus manos sobre las mías, poder sentir sus labios contra los míos mientras compartimos un beso lleno adoración. Tal vez... si dejo que mi padre toque mis cicatrices una vez más, pueda recordar un poco más, pueda saber si mi corazón latía por alguien más, si tenía a alguien a quien amar con profundidad. Podría tolerar el dolor así sea el más horrible que pudiera sentir, lo haría para tener un pasado, algo que pudiera revivir en mi mente una y otra vez cuando quisiera. En el fondo sabía que no es muy probable, que tal vez haría que mi padre las deje de tocar de inmediato, que el dolor sería demasiado fuerte para mí y le ganaría a mis ganas de tener mis memorias de vuelta.
Me sentí observado, abrí mis ojos con lentitud y pesadez, me encontraba bocabajo en una superficie un poco dura. No estaba en mi cuarto, parece que me quedé dormido en el sofá de la sala. En la esquina, justo al final de las escaleras, se encontraba Allen. Tenía su botella en la mano y mantenía su mirada fija en mí. Me pregunto si mis mejillas están rojas. Fruncí el ceño, confundido por la intimidante mirada del vampiro, noté que no miraba mi rostro, sino que mi espalda, bajé la cabeza para saber qué era lo que estaba viendo, y me di cuenta de que no tenía una camisa puesta. Quedé un poco hipnotizado por su cuerpo, era la segunda vez que lo veía expuesto de esa forma. Su abdomen marcado y la luz pegando en ellos haciendo que brillen. No sabía si sentirme avergonzado por observar de más o sentirme en confianza y permitir que mis ojos se quedaran por más tiempo en tal escena. Al volver a mis cabales, pude notar que él estaba observando mis cicatrices. La curiosidad se notaba en sus ojos, y parecía estar buscando las palabras correctas que decir mientras fruncía el ceño y apretaba ligeramente sus labios.
—¿Qué te sucedió? —parece que no pensó mucho como creía.
¿Y ahora qué le contesto? ¿acaso sabe que no soy humano? ¿Por qué tiene los ojos rojos otra vez?
—Tuve un accidente hace unos años, no es la gran cosa. —La estupidez más grande que ha salido mi boca, sin embargo, la dije con mucha confianza.
—Si realmente no fuera "la gran cosa". —Remarcó con sus dedos—, no tendrías esas cicatrices tan grandes cubriendo casi toda tu espalda. — Sus cejas seguían juntas y apretaba sus labios con un poco más de fuerza, sus ojos del mismo color rojo que antes. No entiendo su expresión
—¿Por qué tanta curiosidad repentinamente? Creí que no te agradaba
—El hecho de que te pregunte qué te pasó, no significa que me agradas. Es solo curiosidad. Igual, si no me quieres decir, no me digas, no me interesa. —Empezó a girar su cuerpo para subir las escaleras e ir a su cuarto
—Yo... me cortaron una parte del cuerpo. —Mi voz salió más inestable de lo que planeaba, aun así, traté de mantener la mirada firme.
Se giró nuevamente, caminó hacia mí y se sentó en el pequeño sillón que estaba a un lado del sofá
—¿A qué te refieres con "una parte del cuerpo"? —Sus cejas se juntaron aún más, sus ojos se volvieron más pequeños y sus labios se partieron un poco, dejando a la vista sus afilados y brillantes colmillos.
—Yo solía tener alas, alas de Ángel
—¡Sabía que no eras humano! —sonrió en señal de victoria. Era la primera vez que lo veía sonreír, sus dientes son prácticamente perfectos, blancos y satisfactoriamente alineados, claro, a excepción de sus colmillos y en ese momento la luz pegaba directamente en sus ojos, resaltando el color intenso de estos. Si me permito ser un poco descarado, diría que su rostro parece de mentira, completamente irreal. —Pero nunca me imaginé que serías un Ángel, bueno, un Ángel caído
—Bueno, ahora ya lo sabes. ¿Satisfecho? —Acomode mi posición en el sillón y me crucé de brazos.
—No. ¿Por qué te las cortaron?
—Sé lo mismo que tú.
—¿Ni siquiera sabes quién lo hizo? ¿Algún arcángel o algo por el estilo?
—No, solo sé que fue una mujer... creo —contesté para luego botar un pequeño suspiro y apoyar mis brazos a cada lado de mis piernas.
—Y ¿no recuerdas nada?
¿Acaso no se cansa de preguntar tantas cosas? ¿no le bastaba con saber lo mínimo? Creí que no le interesaba
—Todos mis recuerdos desaparecieron, solo recuerdo haber despertado en medio del bosque y que después de unas horas, Hank llegó y me llevó a casa. —Sin darme cuenta, mi rostro cambió a una expresión de enojo mezclada con confusión. Ya mi paciencia se estaba agotando
—¿Puedo tocar las cicatrices? —Su mano se estaba acercando a mi espalda
—¡NO! Que ni se te ocurra poner tus pálidas manos sobre mis cicatrices. -Golpeé con fuerza su mano para que la alejara
—¡¿Pero qué te pasa?! ¡No te iba a hacer daño! —dijo en un tono enojado
—Nadie las puede tocar
—Pero, ¿por qué?
—No es de tu incumbencia. —Mi voz salió dura e incluso un poco grosera, pero no había tiempo de retractarse. Igual, sus preguntas me habían puesto incómodo, él tenía la culpa.
Con el ceño aún fruncido y sus labios más apretados que antes, agarró su botella y salió estrepitosamente hacia su habitación. Lo último que escuché fue un portazo, seguido de una melodía un poco chocante que salía del cuarto antes mencionado. Allen es muy raro.
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