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Noah se convirtió en un mar de pensamientos después de la discusión, considerando que probablemente pudo haber reaccionado de otra forma, no le tuvo que gritar, no lo tuvo que empujar; pudo haber sido más cuidadoso

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Noah se convirtió en un mar de pensamientos después de la discusión, considerando que probablemente pudo haber reaccionado de otra forma, no le tuvo que gritar, no lo tuvo que empujar; pudo haber sido más cuidadoso. No le gusta el sentir en su corazón, se siente incompleto e incómodo con si mismo. Pudo haberle explicado las cosas con tranquilidad, hablar con calma, no dejarse llevar por el calor en su cabeza. Lastima que no pudiera cambiar ninguna de esas cosas, no hay nada que pudiera hacer. Bueno, solo una cosa, pedir perdón. No, era muy orgulloso para hacerlo, no se sentía cómodo con ello. Aunque era eso, o volver a tener una relación tosca con Allen.

Después de tanto pensar, decidió empezar a empacar su equipaje, debía estar en el aeropuerto en una hora y media, y ni siquiera se había bañado. No fue a desayunar para evitar toparse con Allen; ahora se arrepentía de aquello pues su estómago ya había empezado a gruñir. Se distrajo con un poco de música y terminó de empacar, tomó una ducha y se vistió, mientras acomodaba su cabello, unos golpes en su puerta lo interrumpieron. A paso relajado se dirigió hacia esta y miró a través de la mirilla, era Allen. Tomó un respiro profundo antes de abrir.

—Hola, Allen. —Lo miró, tenía los ojos café claro, su clara completamente seria.

—Hola, Noah —no, no le llamó Ángel. No le gustó—. Mamá dice que ya nos tenemos que ir para no llegar tarde al vuelo. Estaré esperando en el lobby.

—Está bien, gracias. —Sonrió como pudo y lentamente cerró la puerta.

Se quedó unos segundos con la espalda recostada contra la puerta. No le llamó Ángel, ¿tan enojado estaba Allen como para descartar aquel apodo? En definitiva no le gustaba esto, estaba dispuesto a perder su orgullo si eso significaba arreglar las cosas con él y retomar la encantadora relación que empezaba a nacer entre ambos.

Bajó hacia el lobby con paso definido, le iba a hablar y pedirle perdón, iba a arreglar las cosas.

—Allen. —Pronunció su nombre con más volumen del que tenía intencionado.

—Tardaste mucho. El taxi ya nos está esperando, apurate. —Salió con rapidez del hotel y se subió al taxi, dejando a Noah con las palabras en la boca.

El rizado solo se limitó a entregar la habitación y salir a paso apresurado hacia el taxi. Allen se sentó en el asiento del copiloto, dejando a Noah solo en la parte de atrás del auto. Al llegar al aeropuerto, lo evitó al máximo, no le habló, ni lo miró, e incluso cambió su puesto en el avión con un señor de la tercera edad para no quedar al lado de Noah. Realmente estaba molesto.Aquel gesto hirió al rizado, que no quisiera estar a su lado le partía el corazón, ya se había acostumbrado al coqueteo del vampiro y a su insistencia de estar todo el tiempo junto a él; aunque no lo admitía, le gustaba.

Pasó la mayor parte del vuelo pensando en una manera de solucionar todo, no sabía si una disculpa seria suficiente para que Allen volviera a ser el mismo. Tal vez si le contaba el porqué no debía tocar sus cicatrices podría alivianar las cosas y ablandar el corazón del vampiro. Dar tantas vueltas sobre el asunto lo dejó agotado, además de que no había dormido nada la noche anterior, así que pasó las siguientes 7 horas del vuelo en un profundo sueño. Cuando despertó ya estaban a punto de aterrizar. Ya tenía un plan preparado para su disculpa. Esperaría hasta el siguiente día, Allen siempre iba por su café a la misma hora, así que le tendría su pedido listo antes de que llegara y le escribiría una especie de carta explicándole todo, ya que esa era la mejor forma que tenía para comunicar sus emociones.

Hermanastros | ✔ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora