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La noche se asomaba en el cielo, esparciendo la oscuridad en las calles, y tornando el reflejo del espacio de color morado y naranja, creando el atardecer perfecto para una cita romántica

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La noche se asomaba en el cielo, esparciendo la oscuridad en las calles, y tornando el reflejo del espacio de color morado y naranja, creando el atardecer perfecto para una cita romántica. Noah deseaba estar en esa situación, entre los brazos de Allen viendo al sol esconderse en el horizonte mientras comen comida chatarra, ignorando al resto del mundo por un par de horas; pero ese no es el caso. El rizado camina a una alta velocidad bajo las combinación de colores que le ofrece el cielo, escapando de Hank, el cual corre tras de él con una respiración agitada y la cara de un tono rojizo. Realmente no sabe hacia dónde ir, solo quiere escapar de la realidad a la que se le había sido presentado hace unos minutos; está completamente seguro de que la bruja Tamia había sido la mujer que le cortó sus preciadas alas, y ¿ahora debe proteger a Allen mientras el evita ser atrapado por ella? No es algo fácil de digerir, y su padre no lo está haciendo más sencillo. El rizado sigue caminando a paso rápido sin rumbo por la carretera, los autos pasando a su lado, siendo el fuerte sonido que hacen el que opaca la voz de Hank gritando su nombre; el sentir el ardor en sus piernas, para lentamente, y termina sentándose en la tierra para recuperar el aliento y organizar sus ideas. Hank no tarda en alcanzarlo, sentándose a su lado y guardando silencio un par de minutos. El sol ya se había ocultado por completo cuando el rizado pronuncio sus primeras palabras.

—¿Qué eres, Hank? —Su mirada se dirija al frente, sin observar algo en particular, sus manos estaban cerradas en puños, y las venas en sus brazos sobresalían.

—Después de todo lo que te dije ¿eso es lo único que quieres saber? —dijo entre jadeos, aún tratando de recuperar el aliento.

—Contestame, por favor.

—Está bien. Es algo confuso, así que trata de seguir la historia —apenas Noah asintió, volvió a hablar—. Soy lo que se conoce como Nefilim, la combinación entre un Ángel caído y un humano.

—¿Qué? Creí que era un mito. —Por fin lo volteó a ver, tenía el ceño fruncido y la frente arrugada en confusión.

—No, somos bastante reales. Los Ángeles que fueron expulsados del Caelus quisieron vengarse de los arcángeles, y la única forma de hacerlo era seduciendo a los humanos, en especial a aquellos que debieron cuidar cuando aún eran parte del Caelus. Se les hacía fácil enamorar a los humanos, sus mentes son más débiles y pueden crear ilusiones y pensamientos en ellas con más facilidad, haciendo el proceso de enamoramiento más rápido y efectivo —se detuvo, pero al ver el rostro insistente de Noah, decidió continuar—. Claramente salí de la unión de un Ángel caído y una encantadora humana. Nunca conocí a mi padre, a pesar de que él se encargó de que mi nacimiento sucediera sin ninguna interrupción, no toleraba la idea de vivir con un Nefilim, así que huyó y me dejó solo con mi madre; y aquí estoy.

Al terminar, Hank soltó un largo suspiro y se recostó aún más sobre la tierra, relajando su cuerpo y observando el firmamento que brillaba alto en el cielo. Noah volvió a caer en el silencio, dándole vueltas a lo que acababa de escuchar, a pesar de que llevaba al rededor de 5 años con su padre, bueno, solo 5 que recuerda, jamás le había preguntado de su origen, suponiendo que él también era una especie de Ángel.

—¿Eso significa que no eres mi padre?

—Biológicamente, no; pero te quiero como un hijo, ¿sientes que no te trato como si fuera tu padre?

—No, pero es raro saber que lo que siempre has considerado una verdad, sea una completa mentira ¿Por qué nunca me lo dijiste?

—Creí que no era necesario; si te lo daba todo y te daba la cantidad correcta de cariño, no te haría falta una madre o un padre real. No te quería crear necesidades realmente innecesarias.

—Aún tengo muchas preguntas, pero lo del asunto de la bruja creo que es más importante ahora. —Pasaba sus manos por su cabello con desesperación.

—Estoy totalmente de acuerdo contigo.

—¿Qué se supone que debo hacer para proteger a Allen y a Marissa?

—No hay algo en especial que puedas o debas hacer. En el caso de Allen, al estar en la misma universidad, solo presta atención a las personas con las que habla y evita que pase mucho tiempo a solas en la calle. Ustedes ya son muy unidos, de seguro te hará caso con facilidad.

—Estudiaremos carreras diferentes, ¿cómo sabré con quién habla?

—Investigué un poco, y pude ver que ustedes comparten una clase, además, su horario es parecido. Trata de pasar más tiempo con él, no será difícil. Te repito, no se debe enterar de lo que está sucediendo.

—Y ¿Cómo cuido de mí mismo mientras hago todo eso?

—Es lo mismo que con Allen, cuida tus amistades y no pases mucho tiempo fuera de casa, eso te mantendrá un poco escondido y te quitará del radar de Tamia durante un tiempo.

—¿Cómo sé que puedo confiar en ti? —Ambos se encontraban observando el firmamento, Hank sobre su espalda, y Noah sentado con las rodillas cerca de su pecho.

—Lo has hecho estos últimos años y nada te ha sucedido, ¿o sí?

—Nada que pueda recordar.

—Ahí tienes tu respuesta.

La poca luz que los iluminaba provenía de la luna, la cual era la única que había sido testigo de la crisis mental de Noah ocasionada por las confesiones de Hank. El rizado tomó la misma posición del adulto, acostado boca arriba sobre la tierra, observando las estrellas brillando.

—Deberiamos volver a casa, Marissa nos está esperando.

—El tiempo "padre e hijo" no tiene límite. —Utilizó sus dedos para hacer las comillas, haciendo reír a Hank.

—Bueno, "hijo" —imitó el gesto del rizado con sus dedos—, no nos podemos quedar en medio de la nada observando el cielo; dejé el auto sin supervisión en ese establecimiento, con suerte seguirá allí. Vamos. —Se paró y sacudió la tierra con sus manos.

—Okay. —Al pararse no se tomó la molestia de limpiar su espalda, caminando con su camisa llena de tierra.

En el camino de regreso, ambos decidieron no hablar, Hank quiso dejar a Noah analizar la situación y asimilar su nueva realidad, y el rizado se encontraba demasiado abrumado como para formular oraciones coherentes. Al llegar a casa se encontraron con las luces apagadas; el alivio recorrió sus cuerpos al no tener que dar explicaciones por su tardanza y por la cantidad de tierra que había en su ropa. Cada uno tomó caminos distintos hacia sus respectivas habitaciones, actuando como si aquellas abruptas conversaciones nunca hubieran sucedido.

 Cada uno tomó caminos distintos hacia sus respectivas habitaciones, actuando como si aquellas abruptas conversaciones nunca hubieran sucedido

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Hermanastros | ✔ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora