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La imagen de Allen sigue aún fresca en mi memoria

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La imagen de Allen sigue aún fresca en mi memoria. Para pasar todo el día pegado a un instrumento, está muy bien formado, sus brazos no son muy grandes, pero los músculos de tórax están muy marcados. Por qué sigo pensando en eso?, mis mejillas no deberían ponerse rojas cuando lo recuerdo.

—¿Te pasa algo? —Tania parecía querer descifrar lo que estoy pensando solo con verme a los ojos.

—¿Ah?, no nada. Tengo un poco de sueño.

—No mientas. Estás pensando en alguien —me miró con un toque de picardía en el rostro. Sus ojos precian más grandes que antes—. ¿Tienes pareja, Noah?

—¿Qué?, no, por supuesto que no. —Bajé la cabeza para mirar al suelo. Me sentía avergonzado nuevamente; ya se estaba volviendo costumbre.

—Hey, no te alteres —rio—. Solo lo digo porque tenías las mejillas ligeramente coloradas cuando estabas tan inmerso en tus pensamientos.

—No es nada, en serio —dije con torpeza, tratando de esconder mi rostro. Si se enteraba de que estaba rojo, no me dejaría en paz.

—Pues, no te creo. En fin, ¿alguna vez has tenido pareja? ¿Novia? ¿Novio? —La última pregunta la acentuó y me golpeó ligeramente en las costillas con su codo.

—N-No. Bueno, no recuerdo —la confusión se hizo evidente en su rostro, no me quedó de otra más que explicar—. Yo... tuve un accidente hace un par de años y perdí la memoria. Suelo recordar cosas muy pequeñas, pero no lo suficiente como para formar una memoria completa —su rostro ahora mostraba compasión, no me gusta—. Tranquila, no me afecta —mentira—. Solo es un poco molesto de vez en cuando.

—Bueno, pero, ¿qué te gusta entonces? ¿las chicas o los chicos? —Su ceja se levantó y una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

—No sé, no he sentido atracción por alguien durante este tiempo. —Rasqué mi cuello en señal de confusión.

—¿Te gustaría averiguarlo? —Lentamente se fue acercando a mí, su rostro excesivamente cerca al mío, me incomodaba.

Pudo ver como mi cuerpo se tensaba y mi rostro se llenaba de miedo y preocupación. Tomó mis brazos y se acercó a mi oído.

—Estás rojo como un tomate —una ruidosa carcajada se escuchó y supe que me estaba tomando del pelo—. Hubieras visto la cara que pusiste, creí que te harías del dos en cualquier momento. —Siguió riéndose hasta que lágrimas empezaron a salir de su rostro, posaba sus manos en su estómago haciendo a la vez una mueca de dolor por tanto reírse.

—Pareces estar disfrutando de mi sufrimiento. —Una sonrisa empezaba a formarse en mi rostro, encontrando la situación un tanto graciosa.

—Oh, vamos. Cualquiera se hubiera reído de la expresión que tenías, una maravilla.

—Bueno ya, no es tan gracioso. —Traté de verme lo más serio posible para que no notara que empezaba a divertirme con todo el asunto.

—Sí lo es —su risa cesó y se quedó mirando mi rostro—. ¿De verdad no estás seguro de tus preferencias sexuales?

—No te miento —dije mientras negaba con la cabeza—. Además, no soy muy sociable, en mi anterior ciudad casi no tenía amigos, y en el poco tiempo que llevo aquí, no he salido mucho de casa.

—Comprendo. ¡Bueno! Ya tienes una amiga —se señaló así misma con sus pulgares y una sonrisa exagerada—. Y yo, como tu nueva amiga oficial, te ayudaré a descubrir qué género mueve tu piso, ¿okay?

Reí un poco por su repentina idea. —Okay.

 —Okay

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Hermanastros | ✔ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora