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Ya era viernes, y Noah ya había pagado todas las horas que debía, lo que significaba que ese día podía salir temprano del trabajo

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Ya era viernes, y Noah ya había pagado todas las horas que debía, lo que significaba que ese día podía salir temprano del trabajo. Al sonar la alarma, abrió los ojos y se dio cuenta del agarre que Allen tenía en su cintura. Ya el invierno había empezado por completo, llenando las calles de un manto blanco, y esparciendo el frío por toda la ciudad. Los brazos del mayor le brindaban un calor del cual no se quería separar; se giró para quedar frente a frente con su amado, y le apartó unos mechones rebeldes de la frente que le tapaban los ojos. Empezó a trazar su rostro con los dedos de sus manos, pasando por sus cejas, pestañas, frente, nariz, labios y por último, su mandíbula, despertandolo por las cosquillas que sus delicadas caricias de causaban. Al abrir lo ojos y encontrase con la dulce mirada de su Ángel, Allen no pudo evitar sonreír y plantarle un beso en la frente, acercandolo más a su cuerpo.

—Lingling, debo ir a trabajar. Si me sueltas, prometo darte un beso cuando vayas por tu café.

—No caeré en esa mentira de nuevo. Y ya te dije, no me llames Lingling —dijo sin soltar su agarre, escondiendo su cabeza en el cuello de Noah.

Lingling había sido el apodo que Noah había creado para Allen; no quería llamarle por esos nombres que todas las parejas tienen, quería uno que solo él usara. Durante una noche de películas, mientras los dos estaban abrazados disfrutando del calor compartido, a Noah se le ocurrió el nombre; había pensado mucho. Trató de hacer uno con su nombre, pero el mayor se rehusaba a ser llamado "Lenny", así que la única opción que le quedaba era su apellido, y "Lingling" era el nombre más lindo que se le había ocurrido; decidiendo que ese sería el oficial. Sin embargo, Allen no estaba muy de acuerdo, pero al rizado no le importaba las continuas quejas de este; ya había tomado la decisión y no cambiaría de idea.

—Lingling, es un lindo nombre, me gusta, y se seguiré diciéndote así te guste o no. —Forcejeó para tratar de separarse, pero su fuerza era nula comprada con la del mayor.

—Bien, hagamos un trato. —Alzó su cabeza para poder mirar al rizado.

—¿Cuál?

—Cada vez que me llames "Lingling", me debes dar un besito, no importa donde.

—¡No!

—Bueno, entonces no dejaré que me llames así.  —Volvió a esconder su cabeza en el cuello de su ahora irritado novio.

—¿Y si te doy un beso en el café? Esta vez es en serio. Cada vez que vayas, te daré tu besito, ¿trato?

El vampiro alzó su cabeza nuevamente, sus cejas arrugadas, como si estuviera pensando en profundidad. Después de unos segundos se cruzó de brazos y miró al rizado.

—Trato, ¡pero debe ser un buen beso! ¡No me conformare con menos!

—Como tú digas. Ahora déjame parar, se me hace tarde.

Finalmente, el vampiro lo dejó libre de su agarre, no sin antes robarle un beso, causando un sonrojo en las mejillas del menor, y dejando a Allen con una pequeña sonrisa en sus labios. Noah se fue a alistar rápidamente; esa noche habían dormido en su habitación, por lo tanto, tuvo que vestirse en frente del pervertido de su novio. Igual, no era nada que no haya visto antes. Desayunó, y antes de salir, fue a su habitación nuevamente para dejar un beso en la cabeza del vampiro, quien había caído en un profundo sueño de nuevo.

Hermanastros | ✔ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora