Lo primero que hizo Allen al salir del tártaro fue posar su mirada sobre Noah y revisar cada parte de su cuerpo para asegurarse de que no tuviera ni un solo rasguño. El rizado se mantuvo inmóvil permitiéndole al otro que lo mueva de un lado a otro, su rostro permanecía sin emoción alguna, parecía que todo el alivio que había sentido cuando vio a Allen en aquel oscuro lugar hubiera desaparecido.
Una vez el vampiro terminó con su inspección, satisfecho y aliviado de que su Ángel estuviera completo y sano, lo abrazó fuertemente y escondió su rostro en el cuello del contrario. Noah no reaccionó, solo puso su frente en el hombro de Allen y dejó que todo saliera. Allen, al sentir pequeñas gotas mojar su piel se alteró, apartó sus brazos de la cintura del rizado y tomó su rostro en entre sus manos; secó las lágrimas con sus pulgares y lo observó con preocupación.
- ¿Ángel? ¿Qué sucede? ¿Te duele algo?- pasaba sus manos por su rostro y cabello, como si estuviera asegurándose de que cada pieza ocupara el lugar correcto.
No contestó, mantuvo su rostro agachado mientas permitía que más lagrimas brotaran de sus ojos. Aquella imagen hacía que el corazón de Allen doliera, no le gustaba ver a su Ángel de esa manera.
- Noah, háblame ¿qué te sucede?- apretó sus mejillas y movió suavemente su cabeza de un lado a otro, pensando que aquello lo sacaría del trance.
Eso sólo hizo que el rizado llorara aún más, incluso soltó un fuerte sollozo y ya no permitía que el vampiro le viera el rostro.
- ¿Es por lo que viste en ese lugar?- su voz salió en un susurro, casi asustado de preguntar sobre eso.
Noah se limitó a negar con la cabeza. Secaba sus lágrimas con sus muñecas de una manera casi brusca. Pequeños sollozos aún se secaban por sus labios y sus piernas fallaron de tal manera que lo dejaron arrodillado en el suelo.
Los dos jóvenes se encontraban en el mismo lugar donde Allen abrió el portal para poder llegar al tártaro, no muy lejos de su ubicación, un gran ejército de caídos iba en busca de vampiros que exterminar siendo guiados por los nefilim. Irónico en cada sentido.
- Ángel, si no me dices qué sucede, lo que sea que esté ocurriendo no podrá ser solucionado.- se encontraba en la misma posición que Noah, sus manos sobre los hombros del menor.
- ¡No tiene solución!- el repentino grito del chico sorprendió al vampiro, casi asustandolo- ¡Todo lo que está sucediendo, absolutamente todo es mi culpa!
Allen observaba al rizado con sorpresa, había alejado su cuerpo de él a causa de la fuerte reacción que había tenido. Ahora estaba apoyado en el suelo viendo cómo Noah perdía la cordura.
- ¡Merecía estar en ese lugar! ¡Merezco cada cosa que pasé! Debo volver, no puedo estar aquí. No merezco tenerte ni pasar ni un minuto más en la tierra de los vivos.- cada palabra salía en forma de grito, y las delicadas manos del rizado alborotaban sus cabellos. Su rostro completamente rojo le aportaba un aire de desquicia y locura total.
- ¿Pero qué dices? Tú no tienes la culpa.- aquello hizo que Noah lo mirara fijamente a los ojos por primera vez desde que salieron de ese lugar.
- ¿Que no tengo la culpa?- rió- ¿Acaso no escuchaste lo que Tamia dijo? ¡¿no prestaste atención?¡ ¡yo cause la guerra entre las especies! ¡hice que el padre de la bruja atacara a los vampiros sin ningún motivo! ¡todo lo que está sucediendo en este momento es mi culpa!- hizo una pequeña pausa para tomar aire- Te puse en peligro.
- ¡No! ¡No fuiste tú! Tamia lo dijo de manera muy clara, fue Suriel, tú no eres Suriel.
- ¡Deja de decir ridiculeces! ¡Sí soy Suriel! Que no recuerde nada de todo lo sucedido es un caso aparte, pero soy el que ha causado todo este desastre. No hay manera de negarlo.- agachó su rostro nuevamente y rió de manera vacía- Incluso después de haber perdido cada memoria me las arreglé para tenerte.
- Escucha bien lo que estás diciendo.- se acercó a él y lo apretó entre sus manos- Perdiste cada memoria, todo. Lo único que queda de Suriel es el cuerpo, y las cicatrices recordando la presencia de un par de alas. Eso es todo. Sus pensamientos se esfumaron, su maldad dejó de reinar en tu corazón. Escucha bien mis palabras, no eres Suriel.
Con eso, Noah volvió a romper en llanto, dejándose atrapar por los brazos de Allen para dejar caer sus pedazos rotos. Se sentía perdido, no sabía qué pensar ni qué creer. Su mundo había cambiado drásticamente en un par de horas y ahora su realidad parecía distorsionada.
- Ángel, no hay manera de volver al pasado y evitar que Suriel cause tanto daño, pero lo que sí podemos hacer es remediar lo que está sucediendo en este momento y traer ya sea una pizca de paz entre las especies.
- No te merezco.
- Para de decir tonterías, ya has alcanzado tu límite el día de hoy.
El fuerte abrazo duró unos pocos minutos más, permitiendo que ambos se perdieran en el momento disfrutando de la calidez que brindaba el cuerpo del otro. Hasta que Noah recordó algo.
- ¡Tamia! ¡debemos hacer algo para detenerla!
- Está muerta.- confesó Allen sin romper el abrazo.
- ¿Qué?
- Tuve que terminar con ella para poder ir al tártaro y traerte de vuelta. De lo contrario, aún estarías atrapado sufriendo algo que no mereces y yo estaría aquí perdiendo la cordura.
- ¿Qué sucedió con su plan?
- No pude detenerla antes de que soltara el ejército. Todos los caídos fueron liberados, ahora mismo están buscando a los de mi especie.
- ¿Cómo puedes decir eso de manera tan tranquila? ¡debemos hacer algo!
- No hay nada que podamos hacer, son cientos de caídos contra nosotros. No hay ni la más mínima posibilidad de que ganemos. Es una batalla perdida.
- Y ¿qué sucederá con los vampiros? ¿Dejarás que tu especie sea atacada de esa manera?
- Algunas familias ya han sido informadas de la situación. La mayoría ya ha encontrado un sitio para esconderse hasta que todo pase. Eso no significa que no habrá ni un solo vampiro caído, pero al menos más de la mitad se podrá salvar.
- ¿Marissa está bien?
- Sí, no sé donde está, pero se encuentra a salvo.- soltó el cuerpo del rizado- Debemos irnos de aquí, ninguno de los dos está a salvo.
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Hermanastros | ✔ [En Edición]
Teen Fiction-Me gusta hacerte sonrojar. Te ves ridículo -una sonrisa burlona pareció en su rostro, dejando que sus colmillos se asomaran brevemente-. Y el hecho de que la gran mayoría de veces no puedes siquiera mirarme a los ojos lo hace aún mejor. Deja los ne...