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La noche fue larga, el deseo entre ambos parecía no querer llegar a su fin, y en lugar de disminuir, aumentaba cada vez que asumían al placer

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La noche fue larga, el deseo entre ambos parecía no querer llegar a su fin, y en lugar de disminuir, aumentaba cada vez que asumían al placer.

Al llegar la mañana, la luz les molestaba, la comodidad de la cama no les permitía pararse, y mucho menos abrir los ojos. La calidez que ambos cuerpos compartían era único que necesitaban en ese momento.

Noah fue el primero en abrir los ojos, recordando con lucidez los eventos de la noche anterior; su cabeza dolía debido al vino que había bebido, pero todo valió la pena, absolutamente todo. Mientras recordaba cada detalle de la velada, la realidad lo golpeó; se supone de debía haber ido a trabajar, ¡ya eran las 8! Estaba extremadamente tarde.

—¡Mierda! —trató de moverse, pero los fuertes brazos que lo rodeaban se lo impidieron—. Allen ¡Allen! ¡Despierta!

—¿Qué pasa?, vuelve a dormir, está muy temprano.  —Restregó sus ojos con pereza.

—Se supone que debía haber ido a trabajar hace dos horas, ¡y sigo aquí acostado sin hacer nada! ¡Déjame parar!

—Ángel, amor. ¿Por qué no dejas que llame y diga que estás enfermo? ¿No sería más fácil que salir a esta hora?

—¡aaaaah! No debo faltar, al menos no hasta que pague las horas que debo.

—Noah, hazme caso. Nada malo pasará —se extendió para agarrar su celular—. Dame el número del café, por favor.

—212-925-9322. —No podía creer que estuviera dejando a Allen salirse con la suya. Aunque a decir verdad, la idea de quedarse con él todo el día no sonaba nada mal.

—¿Hola? ¿Café select? Habla con Allen, novio de uno de sus empleados, Noah. Le quería informar que él está muy enfermo, ni siquiera se puede parar de la cama, por lo tanto, no puede ir a trabajar hoy. Disculpe la molestia, espero y pueda entender... Perfecto, yo le digo. Muchas gracias —colgó—. Listo, ya no tienes que preocuparte.

—¿N-Novio?, ¿Cuándo me pediste ser tu novio? —Abrió más sus ojos y frunció el ceño.

—Desde lo que pasó anoche, lo somos —guiñó el ojo— ¿o no quieres?

—E-Está bien. Sí, sí quiero.

—¡oh! Casi lo olvido otra vez —levantó su pantalón del suelo y sacó una pequeña caja roja—. Con todo lo que sucedió anoche, olvidé entregarte esto.

—¿Qué es?

—Abrelo, y te darás cuenta. Espero que te guste. —Se agachó y le dio un beso en la frente.

Noah no gastó más tiempo y lo abrió rápidamente, quedando encantado con el brillante objeto frente a sus ojos.

—Es precioso —tomó entre sus dedos la delgada cadena, el diseño de las alas era demasiado lindo. El detalle le aceleró el corazón—. Me encanta. —Se paró para agradecerle con un fuerte abrazo.

Hermanastros | ✔ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora