El camino hacia el trabajo fue una eternidad, o al menos así lo sintió Noah. El abrigo que llevaba no era suficiente para cubrir el frío que se adentraba a su cuerpo, la sensibilidad de su piel por las temperaturas se había agudizado de manera impresionante; ahora no podía aguantar muchos cambios. Cuando llegó al café, el calor de la tienda lo envolvió, llenándolo de satisfacción. Tania estaba organizando las mesas y las sillas ya que la hora de abrir era en un par de minutos. Noah se quitó el abrigo, se puso su delantal, y comenzó a limpiar el mostrador, las máquinas y algunos vasos de porcelana que tenían.—¡Oh! Cierto. ¿Cómo te fue con tu amado? —dijo, dejando de acomodar las sillas—. ¿Pudiste hablar con él?
—Emm sí, algo así. —Rascó su cuello con nerviosismo.
—Cuenta, cuenta. —Sonrió con amplitud, apretando el pañuelo entre sus manos con fuerza.
—Yo... tuve un pequeño accidente anoche, y él se dispuso a cuidarme. Mientras yo le recuperaba en la cama, leyó la carta que le había escrito, y cuando desperté, me preparó la cena y hablamos de la discusión. En conclusión, todo quedó en el pasado.
—Oh, pobre de ti ¿Ya estás mejor? —asintió el cuestionado, haciendo que la sonrisa de la chica se transformara en una picaresca—. ¿No hicieron nada más?
—Nos dimos un besito... y dormimos juntos. —Sintió calor en sus mejillas.
—¿Solo un besito? No te creo, por como me contaste esa noche en el hotel, las cosas parecen ser muy calientes entre ustedes dos.
—Está bien, casi no nos despegamos... pero lo de dormir, solo dormir, es cierto.
—Owwww mírate, pareces un tomate. Un adorable tomate rizado. —Se acercó y le apretó las mejillas.
—Tania, basta —rió apartando las manos de la chica—. Ya tenemos que abrir.
—Bueno, cariño. Pero cuéntame más detalles de la noche. —Asintió nuevamente el rizado girando los ojos.
—Eres un caso perdido, Tani.
—¿Qué te puedo decir? Adoro el cotilleo.
Terminaron de acomodar el café y dejaron entrar a los clientes que ya hacían fila frente a la puerta. El día comenzó bastante pesado; los clientes no dejaban de llegar, la fila frente al mostrador parecía no tener fin, y al establecimiento no le cabía otra alma que quisiera tomar su café allí. Noah cometió un par de errores, se quemó varias veces con los pedidos, haciendo que los soltara y tuviera que prepararlos nuevamente; antes también se le derramaba un poco en las manos, pero no era problema debido a su falta de sensibilidad; ahora es un tormento. Finalmente a las 11 de la mañana, la gran odisea había terminado. No quedaban muchos clientes, y la fila ya no existía. Noah se sentó junto a Tania frente a la barra para descansar un poco, ambos decidieron tomar un café. El rizado tomó con rapidez de la taza, no dejando que el líquido se enfriara, lo que provocó que quemara su lengua; se quejaba del dolor, pequeñas lágrimas formándose en las esquinas de sus ojos, mientas que Tania lo observaba divertida.
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Hermanastros | ✔ [En Edición]
Fiksi Remaja-Me gusta hacerte sonrojar. Te ves ridículo -una sonrisa burlona pareció en su rostro, dejando que sus colmillos se asomaran brevemente-. Y el hecho de que la gran mayoría de veces no puedes siquiera mirarme a los ojos lo hace aún mejor. Deja los ne...