Capítulo cuarenta y uno: Seis oportunidades.

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—¿Solo coincido con ellos?, mierda.

Emilio y Joaquín habían llegado hace poco a la escuela y Diego inmediato fue hacia ellos cuando los vio, dándoles la noticia de que no eran muchas las personas con su mismo horario y de hecho entre esas no eran idénticos del todo.

—Ve el lado positivo, no tendrás que hablar con tantas personas.

—Bueno...

—¿Ahora qué?—preguntó Joaquín integrándose a la conversación.

—Tengo estas ideas: una es que cada quien vaya con dos personas pues son seis, o los tres vamos con cada una.

—Sería más rápido ir cada quien con dos—dijo Emilio vacilando—, pero son pocos y mientras más seamos tal vez es más probable que se apiade alguien de mi y me seda su lugar.

—Estás regresando a cómo eras Emilio, me agrada—le empujó suavemente—, gracias Joaquín le ablandaste el corazón a la bestia.

—¡Hey!—espetó avergonzado el mayor.

—Me alegra ser de ayuda—sonrió con las mejillas sonrojadas.

—No seas tan lindo que me dan ganas de besarte y será muy incómodo que un chino nos viera, así con sus ojitos rasgados y todo—se burló.

—Pinche culero.

—Te llevas, te aguantas—le sacó la lengua.

—Parecen un par de niños—comentó entre risas—. Mejor empecemos ya, ¿bien?

—Bien—respondieron ambos.

—Axel Salazar es el primero en la lista, no tengo ni idea quien es—dijo Diego encogiéndose de hombros.

—Creo que yo sí—murmuró Emilio—. El chico afro, vamos.

Los tres comenzaron a caminar, primero fueron al patio, para su suerte el estaba ahí, hablando con otros chicos. Tenía su patineta en la mano. Llevaba puestos unos pantalones de mezclilla y una sudadera roja.

—Axel—le llamó el teñido—, ¿podemos hablar contigo un segundo?

—Claro bro—murmuró algo hacia sus amigos y luego fue hacia ellos—. ¿Qué sucede?

—Veras...—Emilio comenzó a explicarle, trató de dar a entender su situación pero el otro respondió;

—No.

—¿Ni si quiera vas a pensarlo?—inquirió confuso.

—Ya lo pensé—respondió.

—¿Y entones por qué no?—cuestionó Joaquín con el ceño fruncido.

—No eres el único con novio—comentó con simpleza.

—No sabía que eres gay—soltó con sorpresa el más alto.

—Es porqué no lo soy—le miró raro—, no me dejaste terminar de hablar, me refería a que tengo novia.

—Bien, entiendo—le sonrió incómodo comenzando a alejarse—, gracias de todas formas.

—Suerte.

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